Después de muchos años de vivir y servir a
la comunidad, las religiosas adoratrices han abandonado este gran edificio para
seguir viviendo y prestando su labor en Ciudad Real en unas dependencias más
reducidas, cómodas y adecuadas a su labor y a los nuevos tiempos.
En su despedida quisieron posar así en
señal de recuerdo y testimonio
Diario “Lanza”, 17 de mayo de 1993
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