En una “Guía de Ciudad Real”, editada en 1869, precisamente en el establecimiento tipográfico de Cayetano C. Rubisco, del que es continuador la empresa donde se edita nuestro periódico, leemos lo que sigue sobre la plaza de toros de la capital, según versión de D. Domingo Clemente, profesor de Escuela Normal e Inspector de Primera Enseñanza, autor de la mencionada “Guía”.
“Hallase intramuros -la plaza de toros- e inmediata a la puerta del Carmen. Se construyó en 1844, levantando el plano y formando el presupuesto de las obras don Manuel Gómez, natural de la capital, y ejecutando estas dos Basilio Roiloe, de Almagro, en la cantidad de 300.000 reales. Es muy espaciosa y cuenta noventa palcos, pudiendo contener en sus diferentes localidades de seis a ocho mil personas.
La plaza había sido construida sin duda al
estilo de aquellas fechas, queremos decir con los materiales que entonces se
utilizaban. Y claro está con el transcurso de los años hubo de ir necesitando
reparaciones, que se hacían conforme las disponibilidades de la Sociedad
propietaria lo permitían.
LA PRINCIPAL REFORMA. NUEVOS
TENDIDOS
En la lista de señores accionistas
figuraban personas muy amantes de las cosas de Ciudad Real. Así el año 12
integraban la junta directiva como presidente, don federico Fernández Alcázar, como
tesorero D. José María Rueda, los dos ya fallecidos, y como secretario, don
José Alcázar Oliver, superviviente aún y por muchos años le deseamos, de aquel
grupo de hombres cuyas inquietudes por el progreso de la capital fueron bien
conocidas, llegando en ocasiones a perjudicar sus intereses particulares por
ver cumplido los de interés general.
Esta directiva tomó la decisión de
reformar los tendidos, entonces de construcción más corriente, por otros de
piedra que se han conservado hasta el presente. Las reformas fueron
encomendadas al constructor don Alfonso Fuertes, que con gran diligencia las
llevó a cabo y pudieron verse terminadas en el año siguiente. La piedra
necesaria fue traída de la célebre “peña” de Picón, de donde igualmente fue traída
para otras edificaciones de aquella época. Esta piedra se trabajaba muy bien y
se ha conservado casi en perfectas condiciones, pues los actuales tendidos
bajos están casi como en aquellos años. D. Emilio Bernabeu nos ha contado que
durante los meses que duraron las obras hacían visitas diaria a la plaza, para
observar como avanzaban y cambiar impresiones sobre el porvenir del inmueble.
LA GUERRA, A PUNTO DE HACER DESAPARECER
NUESTRA PLAZA
Desde la reforma de la plaza hasta el año 36, la Sociedad propietaria pasó por diversas vicisitudes, con no pocas dificultades económicas, pues los accionistas primitivos unos fallecidos y otros perdidos su gran interés del principio, cuando la Sociedad de constituyó o cuando se ejecutaron las obras del tendido, haciéndolo de piedra. Hubo momentos en que los propios directivos tuvieron que adelantar dinero de su bolsillo para pagar la contribución o hacer frente a reparaciones urgentes, que no admitían demora.
El abandono del inmueble durante los años
de guerra y el hecho de haber estado convertido en campo de prisioneros a la
liberación, dio lugar a que el estado de la plaza fuera casi de ruina. Gracias
a que el presidente de la Sociedad, D. José Víctor, con la eficaz cooperación
de algunas autoridades, gestionó y consiguió un importante préstamo del
Instituto de Crédito para la Reconstrucción Nacional, acometiendo en 1945 obras
de ampliación y reparación que afectaron a una tercera parte del inmueble.
No obstante, era mucho lo que había que
reparar y la cantidad librada no fue, ni mucho menos, suficiente para lo más
imprescindible. El tiempo continúa haciendo estragos en las murallas
exteriores, en los chisqueros y enfermería, en los corrales, que poco a poco iban
hundiéndose.
LA DIPUTACIÓN ADQUIERE EL INMUEBLE
El año pasado la Diputación Provincial tuvo la feliz idea de organizar una Corrida de Beneficencia. Los resultados ya fueron conocidos y gracias a ellos se ha podido montar una nueva sala en el Hospital Provincial. Animados sin duda por aquel éxito, se habló entre los accionistas de la posibilidad de que la Corporación mencionada se hiciera cargo de la plaza de toros. Las gestiones se llevaron a cabo durante el invierno y por fin se llegó a un acuerdo, queriendo nosotros hacer constar aquí el desinterés de la Sociedad, pues a la hora de tomar resolución definitiva se pensó más que nada en los intereses de la capital, que de esta forma vería mejorada su plaza de toros. Aceptada la oferta por la Diputación, lo que ha ocurrido después es tan reciente y sabido que no creemos necesario hacer demasiado hincapié. Se comenzaron las obras de reconstrucción y ampliación y hoy los aficionados podemos asistir a la venturosa realidad de comprobar como la plaza ha cambiado su fisonomía, dotándola de magníficos servicios y comodidades, que van a situarla, una vez que el proyecto se lleve a cabo por completo, entre las mejores de España.
Solo falta, a nuestro entender, que las
calles que lleva el coso taurino sean arregladas en su pavimentación y
alumbrado y estamos seguro que la plaza de toros de Ciudad Real tiene por
delante un magnífico porvenir.
UNO DEL TENDIDO. Diario “Lanza” 14
de agosto de 1953
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