"Es un paso muy importante, la demolición de Padre Ayala es algo que Ciudad Real necesita para su desarrollo y modernización". El alcalde de Ciudad Real, Francisco Gil-Ortega, mostró ayer su satisfacción porque, tras dos años de negociaciones, se inició el derribo de uno de los cinco bloques del barrio.
Las máquinas iniciaron su trabajo sobre las once de la mañana, con un cierto retraso sobre la hora prevista, las ocho, porque se tuvieron que solventar algunos problemas que presentaban los tendidos eléctrico y telefónico. De todos modos, el día de ayer fue, finalmente, "el principio del fin, porque el objetivo es demoler los cinco bloques".
El Ayuntamiento, según el alcalde, continuará realizando. gestiones para que la zona quede dispuesta lo antes posible para ser destinada a suelo residencial. Y considera que el sistema idóneo no es otro; dadas las circunstancias -porque aún viven 23 familias-, que ir demoliendo bloque por bloque, ya que se sigue descartando una actuación integral, por lo menos a corto plazo.
Otra posibilidad sería, a juicio de Gil-Ortega, agrupar a todos las familias en un bloque, pero los vecinos recelan y rechazan esta medida porque entonces no residirían en el lugar que tienen escriturado.
El alcalde, que recordó que sigue en pie
la oferta de 1.500.000 pesetas más 400.000 por gastos de traslado, manifestó,
por otro lado, que espera que "parte" de las viviendas que construirá
la Junta de Comunidades en Ciudad Real sean ofrecidas a las familias de Padre
Ayala con el objetivo de lograr el realojo de todos los vecinos.
Expectación
La demolición levantó una lógica expectación entre las personas que aún residen en Padre Ayala. Los trabajadores del colegio San Francisco de Asís también "supervisaron" la caída de los cascotes tan largamente pretendida por el Ayuntamiento. Quizás por ello el alcalde quiso inspeccionar personalmente los trabajos.
El primer edil estuvo acompañado por los
concejales del Urbanismo, Limpieza y Medio Ambiente, Bienestar Social y
Servicios Municipales, Gabriel Miguel, María del Prado Muñoz, Rosa Romero y
Juan Ramón Barba, respectivamente. En definitiva, por aquellos miembros del
Equipo de Gobierno cuyos departamentos municipales se ven afectados, de alguna
manera, por el derribo. En concreto, Prado Muñoz indicó que se ha dispuesto que
los escombros, a que asciende a cientos de metros cúbicos, sean trasladados a
la escombrera municipal de la Cabeza del Palo.
Mar G. Torrijos, Diario “Lanza”
miércoles 7 de septiembre de 1997
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