El viernes, día 3, muchos vecinos de la barriada del Padre Ayala de Ciudad Real montaron en cólera, después de saber que esa tarde tampoco podrían ser recibidos por el alcaide Nicolás Clavero porque éste iba a asistir a un Pleno infantil, organizado para celebrar el Día de la Constitución con los más pequeños. Los vecinos llevaban esperando ese encuentro, al que también está previsto que asistan responsables provinciales de la Consejería de Política Territorial, desde octubre. Querían conocer de una vez las condiciones económicas en las que se va a realizar su realojo a otras viviendas que la Junta de Comunidades está construyendo para ellos en la Granja y Pío XII y lo que finalmente percibirán por los terrenos que van a abandonar, mucho más después de enterarse por la prensa que los primeros traslados comenzarán en febrero.
"Pensamos que había que priorizar. Cuando hay vecinos con problemas serios hay que ver que es más importante". dice Prado Caballero, la presidenta del barrio y una de las personas que más está luchando porque el realojo se realice sin causar grandes trastornos. Por eso esa misma tarde los vecinos decidieron movilizarse para ser escuchados. El domingo salieron a la calle para emborronar las paredes del barrio con pintadas en las que se llega a pedir “casa por casa” o se advierte que “no queremos engaños”. Y el lunes, dicen, hicieron una fiesta reivindicativa para celebrar el Día de la Constitución. Casi un centenar de personas del barrio se desplazaron por la mañana hasta la Diputación Provincial para exigir a las instituciones el cumplimiento de los derechos recogidos en la Constitución, y muy especialmente en este caso. el artículo 47. en el que se reconoce el derecho a una vivienda digna.
Pancartas con ese eslogan se desplegaron
frente al Palacio en el que altos cargos provinciales, incluido el alcalde de
Ciudad Real, celebraban un acto. "El Día de la Constitución no se
festeja metidos en una habitación y dando cuatro regalos, sino haciéndola cumplir
día a día", dice Prado Caballero.
NEGOCIAR
El acto no gusto nada a los políticos allí reunidos y el alcalde se marchó sin recibirlos porque según dijo no tenía nuevas noticias que ofrecerles y esperaba aún que Política Territorial presentase las condiciones del realojo. El jueves, el Ayuntamiento repartió cartas entre todos los vecinos en las que se anuncia que los responsables municipales convocarán a los residentes de este barrio en cuanto dispongan de nuevas informaciones sobre el traslado y se desmienten los rumores que en los últimos días circulaban por la barriada sobre la demora que estaban sufriendo las obras de las nuevas construcciones.
En el barrio, sin embargo, están cansados de tanta espera y quieren empezar a estudiar ya con las instituciones responsables de su realojo la situación de cada una de las familias y las condiciones en las que se marcharán. “Hay gente que no puede pagar nada. Para ellos tenemos que sentamos a negociar. Estamos hablando de la señora de arriba que está cobrando treinta tres mil pesetas de pensión, de gente que está en paro o con empleos muy precarios. Esa gente necesita una solución individualizada”, dice la presidenta de la asociación.
Pese a que el precio de las nuevas
viviendas será muy inferior al de mercado, en la barriada de Vista Alegre, como
se la conoce popularmente, la mayoría de las familias disponen de muy pocos
recursos para afrontar el pago, aunque sea mínimo, de una nueva casa y algunos
no se hacen todavía a la idea de iniciar de una nueva compra después de los
esfuerzos realizados durante años para conseguir la que ahora tienen en el
Padre Ayala. Otros simplemente no pueden asumirlo por falta de recursos y
esperan que el Gobierno Regional les ofrezca fáciles condiciones para poder
trasladarse a una casa mejor. “No tengo ningunas posibilidades de marcharme.
Estamos en paro y ya no cobramos ninguna ayuda”, dice Isabel Rodríguez, una
mujer que vive con su marido y sus tres hijas en el barrio desde hace nueve
años. Como ella, otras dieciocho familias de la barriada hacen depender su
decisión de marcharse a las condiciones económicas que aún no se han empezado a
negociar.
CINCO MIL PESETAS
Ciento cuarenta familias, en cambio, están dispuestas a marcharse como sea de la barriada, aunque eso sí, confiando en precios módicos de las nuevas viviendas, y otras tres ya han anunciado que no podrán aportar nada de ningún modo. Dos de ellas están integradas por personas de avanzada edad y la otra es una de las trece que habita en precario una vivienda del Padre Ayala. La negativa o imposibilidad de algunos vecinos a marcharse de la barriada puede ocasionar en cualquier caso serios problemas para destinar la zona a otros usos. En principio está previsto que -Vista Alegre se convierta en los próximos años en una zona verde, aunque entre los vecinos de la barriada hay recelos a creerlo así.
Los datos de los interesados se desprenden de un estudio exhaustivo elaborado por la propia asociación de vecinos el año pasado para conocer las circunstancias de todas las familias. Los servicios sociales del Ay untamiento de Ciudad Real están elaborando desde hace meses un segundo informe con ayuda de esta asociación que sirva como base para la adjudicación de viviendas.
Según el estudio de la asociación, las
familias estarían dispuestas a pagar unas cinco mil pesetas de media todos los
meses por su nueva casa. Aunque aún no hay nada concretado, el precio para
adquirir una de las nuevas viviendas podría oscilar entre los seis y los siete
millones de pesetas. Pero no solo interés a el precio de la nueva casa. Los
ciento cuarenta y siete propietarios del barrio quieren saber también cuánto se
ofrecerá al final por los terrenos que van a dejar libres y que se encuentran
ya muy cerca del centro de la ciudad, Los vecinos dicen que por ese motivo no
pueden aceptar que se les pague solo el valor catastral de las viviendas, en
torno al medio millón de pesetas.
ACUERDOS VERBALES
La Asociación de Vecinos sí que había avanzado ya en algunos otros puntos con el anterior alcalde, Lorenzo Selas. “Mientras la Junta decidía los precios sí que fuimos concretando otros temas, como la instalación del teléfono. Selas había adquirido el compromiso serio de hablar con Telefónica para que todo fuese lo más rápido posible y se estudiaba si el Ayuntamiento podría asumir parte de la cuantía económica de la nueva instalación”.
Lo mismo habían hecho con el agua, el gas, la basura o la instalación eléctrica. "Esos temas estaban ya muy adelantados", dice Prado Caballero. "Pretendíamos sobre todo que esos asuntos no costasen más papeleos inútiles, ni más dinero a la gente". Aunque tan solo habían sido acuerdos verbales "y que no estaban acabados de rematar", la Comisión que se reunió en septiembre con el alcalde se llevó toda una sorpresa cuando comprobó que "Nicolás no sabía nada de los acuerdos y aunque volvimos a explicárselo no llegó al compromiso de asumirlos".
Y entre tanto los vecinos aguantan el invierno como pueden. Las casas están llenas de humedad y en algunas de ellas la mañana comienza absorbiendo el agua que encharca los suelos. "Los niños sufren continuos problemas bronquiales. Mi hijo ha estado ya once veces hospitalizado por ese motivo", cuenta Nieves García.
Las casas del Padre Ayala tienen poco más
de treinta metros cuadrados y en algunas viven familias numerosas que hasta han
necesitado turnarse para poder comer. Es el caso de la de Juani López. Ella,
sus padres y sus ocho hermanos siguen compartiendo pequeñas camas que se
amontonan por toda la casa. El realojo que se viene prometiendo desde hace años
es ya toda una necesidad. La Junta de Comunidades está invirtiendo 826 millones
en construir 36 viviendas en la barriada de la Granja y otras 111 en el S-l
para realojar a estas familias, El traslado se iniciará el próximo año y mientras,
los chavales del barrio colaboran haciendo pancartas y pintando casas muy
grandes a las que todos dicen que quieren marcharse cuanto antes.
Pilar Palop. Revista “Bisagra”,
número 306, del 12 al 18 de diciembre de 1993
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