La actual calle Delgado Merchán, que comunica las calles Pedrera Baja con la calle Pedrera Alta, recibía primitivamente el nombre de callejón del Perro, sin saberse el motivo de tal denominación. Pero los vecinos que poblaban esta calle en la segunda década del pasado siglo XX, no estaban de acuerdo con este nombre, y se dirigieron al ayuntamiento para su cambio. En la sesión de la Comisión Permanente de nuestro consistorio celebrada el 16 de junio de 1925 se acuerda lo siguiente:
“En el Dictamen de la Comisión de la Policía Urbana en instancias de D. Demetrio Moreno y otros vecinos, solicitando se cambie el nombre al Callejón del Perro, se reconoce de justicia tal petición y la Comisión designa el nombre de Calle de Santa Bárbara para que sustituya a aquel nombre. Reconociéndolo así mismo la Permanente y agradándole la nueva designación, se toma el acuerdo en consonancia con el dictamen de la Comisión de la Policía Urbana”. (Diario “Vida Manchega”, 17 de junio de 1925)
Pero con el nombre de calle Santa Bárbara, solo estuvo siete años, ya que en tiempos de la Segunda Republica Española, en sesión municipal celebrada el 28 de noviembre de 1932, se acuerda rotular la calle con su actual nombre de Delgado Merchán, en honor a Luis Delgado Merchán.
Luis Delgado Merchán, nació en Zamora en
1842. Sacerdote y gran investigador histórico de Ciudad Real. Fue Canónigo en
el Cabildo de la Santa Iglesia Prioral por la orden de Montesa, siendo
promovido a Arcipreste del mismo Cabildo en 1900. Capellán de Honor de Palacio,
profesor del Instituto General y de la Escuela Normal de Maestras de Ciudad
Real. Doctor en Teología, Licenciado en Cánones y en la Facultad de Filosofía y
Letras, Correspondiente de la Real Academia de la Historia, vicepresidente de
la Comisión Provincial de Monumentos. Su gran obra fue Historia Documentada
de Ciudad Real. La Judería, la Inquisición y la Santa Hermandad. Poseía además distintas y valiosas
condecoraciones de España y países extranjeros como Portugal. Falleció el
jueves 18 de marzo de 1909. Su muerte se produjo precisamente en la Catedral
cuando los canónigos estaban reunidos en la sala capitular, el ilustre
Arcipreste pidió la palabra, sufriendo un ataque y quedándose sin sentido.
Trasladado a su domicilio murió al poco de llegar al mismo.
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