La ciudad ha sido valorada desde la
antigüedad como un logro del hombre. La ciudad es el soporte estático de una
triple comunicación: intercambio de bienes, de información y de afectos. Por
ello se produce la unión de aquello que los romanos llamaban urbs (territorio
físico de la ciudad) y civitas (comunidad de ciudadanos que la habitan).
Edificios singulares han sido aportaciones de diferentes culturas, de poderes
que se hacen presentes en la ciudad con sus instituciones y sus controles
sociales. Edificios que son recuerdos de actividades, modos de entender la
sociedad y por ello son monumentos, referentes de la vida de la ciudad.
Y por ello la ciudad es mostrada con
orgullo por reyes y poderosos que levantan sus planos, ordenan a los grabadores
realizar dibujos que cuelgan en las paredes de sus salones y sus edificios
nobles. Esa imagen global de la ciudad define su realidad, nos muestra cómo se
ha consolidado a lo largo de los siglos y cuáles han sido los hitos más
significativos de su construcción. Desde diferentes localizaciones próximas,
con diferentes perspectivas y distancias tenemos visiones peculiares de la
ciudad. Modernamente las carreteras, las autovías y vías de circunvalación nos
dan nuevas imágenes de la ciudad, imágenes aceleradas que cambian la visión que
tenemos de las mismas desde su interior.
Las imágenes históricas que tenemos de
Ciudad Real son escasas. En el grabado que aparece en el plano del cardenal
Portocarrero del siglo XVII la ciudad aparece rodeada de murallas y sobre ellas
sobresalen las torres de edificios religiosos. La fotografía de Laurent y el
Mapa de la provincia de Ciudad Real, dedicado a don Baldomero Espartero Duque
de la Victoria presentan la imagen de Ciudad Real rodeada de murallas.
Ciudad
Real desde la Atalaya
En Ciudad Real, en la actualidad, una de
las visiones singulares se tiene desde la pequeña elevación de la Atalaya. Ya
sea desde el punto geodésico donde se sitúa un mirador o desde la plataforma
del antiguo edificio del Sanatorio que se levantó en su ladera es posible tener
una visión general de la ciudad. Sobre el perfil general de la ciudad
sobresalen los elementos que se elevan sobre la masa de construcciones. La
torre de la catedral emerge en el centro como símbolo histórico, mientras que
Santiago y San Pedro apenas se hacen visibles en este conjunto. En el extremo,
aparece aislada la construcción de ladrillo del Seminario, edificio de grandes
dimensiones proyectado en 1953 por
Carlos Sidro de la Puerta con la torre que se hace visible sobre la base del
conjunto de la edificación. Edificios que, en sus mayores alturas, marcan hitos
y referencias en el conjunto de la ciudad y en el perfil de la misma.
Y junto a estos edificios singulares
algunas torres residenciales exhiben sin pudor sus medianerías que quedan al
descubierto junto a edificios de menor altura. Momentos en los que la elevación
de los edificios se camuflaba con la imagen del desarrollo disimulando los
importantes aprovechamientos urbanísticos que se permitían con el pretexto de
evitar la construcción fuera de rondas y propiciar el desarrollo interior de la
ciudad. Edificios de escasa calidad que sobresalen pretenciosamente del
conjunto urbano. En el otro extremo, los silos del Servicio Nacional de
Agricultura, destruyéndose día a día con el paso del tiempo dejan ver sus
formas descoloridas. Testimonios de los intentos de poder religioso, del
control político y social o de las actuaciones especuladoras en otros momentos
que apenas han sido capaces de establecer referente cualificados en la ciudad.
Bordes
urbanos
Las modernas ciudades dejan ver desde el
exterior sus bordes, habitualmente lugares en los que se acumulan los espacios
no deseados en su interior. En la fachada Este de Ciudad Real se hacen
presentes los crecimientos urbanísticos de los últimos años. Desde los hoteles
cubiertos con cúpulas en su zona norte van apareciendo los bloques de viviendas
construidos en las últimas décadas con sus cinco plantas y un perfil quebrado
limitado por la presencia del ferrocarril que recorre esta zona de la ciudad en
su dirección hacia Madrid. Urbanizaciones construidas en las décadas finales
del siglo pasado y principios del XXI que se construyen como continuación del
campus universitario inaugurado en esos momentos. Un campus que salta la
barrera del ferrocarril de forma tímida y dispersa con cualificaciones diversas
y dudosas en ocasiones.
Bordes en los que los trazados viarios
lineales, flanqueados por el arbolado en ambos laterales aparecen como elementos
que dan una imagen positiva de la ciudad. El árbol camufla y dignifica casi
todo lo que hay en su entorno y la vegetación es capaz de ocultar los mayores
errores de la arquitectura y el urbanismo en ocasiones. En este caso, los
recorridos lineales definidos en la Avenida de los Descubrimientos y su
continuación que esperemos conecte en breve con la carretera de Toledo definen
un borde de ciudad amable que permite unificar la presencia de cosas dispares y
dar un sentido de conjunto al diseño de ciudad. Un borde limitado por la
presencia del ferrocarril que establece la frontera de la ciudad en esta
fachada Este. El recorrido perpendicular de la carretera de Carrión con las
naves del polígono situadas a ambos lados de la misma marca, en este caso, otro
borde visual que deja detrás la zona de la carretera de Miguelturra y las
barriadas del sur de la ciudad.
El
contacto con la zona no urbana
La visión de las ciudades desde su
exterior es un buen ejercicio para valorar
su realidad urbana. En muchas ciudades son las zonas donde se acumulan
los espacios residuales, las zonas no valoradas ni queridas, los contactos con
ese espacio que llamamos rural y que es necesario valorar por las influencias
mutuas que tiene lo urbano y lo rural como espacios de intercambio de
enriquecimiento mutuo. En esta visión de la fachada Este de la ciudad, al otro
lado de la vía aparecen los espacios de la zona de la Atalaya, un espacio que
afortunadamente conserva sus peculiaridades como espacio no urbano, espacio de
residencia de numerosas viviendas unifamiliares que dan un nuevo aspecto a este
ámbito con sus plantaciones y elementos vegetales que crean cerca de 300 oasis
de diferentes medidas y calidades. Siguen existiendo zonas de cultivo que
surten a la ciudad de hortalizas y frutas.
La visión de lo rural y lo urbano debe
superar ese carácter de frontera, de elemento diferente, que en la sociedad
actual deja de tener el sentido de otros tiempos y entenderse más en términos
de flujos de comunicación de personas, de servicios, de producciones y de
intercambios.
Junto a ello, el propio espacio de la
Atalaya que en nuestro entorno natural puede ser un referente y un espacio de
uso para la ciudad. Un espacio que tiene momentos de impulsos según la
sensibilidad de concejales o alcaldes y que requiere un mantenimiento y
conservación, la construcción de buenos recorridos peatonales desde la ciudad y
accesos para bicicletas y el aprovechamiento de espacios ya abandonados
fácilmente reconvertibles en espacios deportivos. La imagen de la ciudad ayuda
a entender el conjunto y a plantear propuestas de futuro para su conjunto.
Diego
Peris Sánchez (Fuente: http://www.lanzadigital.com/news/show/opinion/la-imagen-de-la-ciudad-ciudad-real-desde-la-atalaya/86768)
No hay comentarios:
Publicar un comentario