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sábado, 19 de mayo de 2018

ALARCOS: CERRO, BATALLA Y SANTUARIO MARIANO (I)



Muchas han sido las veces que he visitado el "Cerro de Alarcos"; baluarte y paraje que hallándose adosado a la margen izquierda del río Guadiana y en dirección hacia Badajoz por la carretera N-430, dista de la Capital de su provincia uno 7 kms.

Evidentemente, el cerro de Alarcos, está cargado de historia y, además, en este lugar está vinculado muy estrechamente con la fundación de nuestra Capital, como sabido es de todo.

Mucho se ha escrito acerca de este histórico sitio, pero estamos seguro que aún existen muchos más datos en la oscuridad sobre él. No pretendemos, en esta ocasión, aportar nada nuevo sobre el "cerro de Alarcos", sino más bien recordar encantos histórico-artísticos que, creemos, están dormidos y olvidados; y sobre todo recordar aquel amanecer del día 18 de Julio de 1195.

Dícese de "Alarcos", que es el único resto de una antigua e histórica ciudad, perteneciente a la Región Oretana; cierto es que, para nosotros, los primeros habitantes u otras razas que les precedieron, hasta ahora, continúan siendo anónimos.

Los antecedentes históricos que hemos podido conseguir acerca de Alarcos como población romana, vienen en el eminente trabajo de don Luís Delgado Merchán: “HISTORIA DOCUMENTADA DE CIUDAD REAL -año 1907” expresa que... "por el año de 1889 en "EI Labriego" de Ciudad Real, hablé del origen romano de esta población, no mencionada por Pompinio Mela, Estrabón ni el Itinerario de Antonino, pero si por Tolomeo Alejandrino en su guía geográfica, quien la denomina "LACCURIS", situándola entre Biatia (Baeza) y Tuía (Toya);... por el anónimo Ravenate con el nombre de "LACUNIS";... y, últimamente, por la inscripción sepulcral hallada en Malagón de "Publius Corno "ALARCORIUS". Luego, con posterioridad "a la fecha -dice el propio Delgado Merchán- en que se escribieron dichos artículos, fueron practicadas algunas excavaciones en las ruinas del Castillo, descubriéndose un lienzo de muralla, cuyos sillares, denuncian evidentemente su construcción romana"; y, a pie de página, dice "hallándose en Marzo de 1891 en Ciudad Real, el eminente Acádemico y sabio Arqueólogo, mi distinguido amigo: P. Fidel Fita, visitó estos sitios, confirmando mi opinión acerca de la procedencia de dichos sillares" (ob.cit.; capto IV; págs: 32-33, respectivamente).

Pero, bien sea "Alarcurius" de la lápida encontrada en las cercanías del pueblo de Malagón, "Laccuris" de Tolomeo o "Lacunis" del anónimo Ravenate, las crónicas e historiadores consultados, guardan un completo silencio hasta ahora; por lo que, por personas especializadas en cuestión, sería sumamente interesante examinar todo cuanto encierra el cerro de Alarcos en este sentido, y, hoy, hacer un exhaustivo trabajo de este sitio que, sin ningún género de dudas, es el más célebre de estos contornos.

Ahora bien: Sea cual fuere el primitivo origen de aquella ciudad y su antigüedad (Alarcos), hoy se sabe que, sus antecedentes históricos, comienzan en los tiempos de Alfonso VI y, desde este Monarca, hasta el primer tercio del siglo X III que, como es sabido, por aquel tiempo fue la repoblación de La Mancha. Pero estamos convencidos que, Alarcos, vivió las sucesivas revueltas musulmanas que hubo y, luego los Califatos que se establecieron en la Península, desde su aparición; teniendo presente que Tarik y sus bravos berberiscos, se establecieron en Extremadura y La Mancha hacia el 712 y, colonias de este tribu, hicieron presencia y se situaron en Caracuel y sus alrededores.


Recordando algunos hechos acaecidos y haciendo, asimismo, una brevísima reseña de la Historia de Alarcos (después de consultar crónicas y notables trabajos de nuestra provincia), observamos que hacia el 1087, con la correría de Alfonso VI hasta Tarifa y otros hechos históricos ocurridos, Alarcos se incorporaba al reino de Sevilla. Al tomar Alfonso VI por esposa a Zaida (hija del Emir Eben Abed), en calidad de dote, la villa de Alarcos y el castillo eran aceptados por el Monarca; perdida más tarde, en 1107, pasa a poder de los moros. Fue en 1130 recuperada, la villa y el castillo, por Alfonso VII; vuélvela a perder y, luego, en 1147 es reconquistada por el mismo, de nuevo. Y después, en 1150, fue entregada a los Templarios con otras villas y fortalezas.

Con posterioridad, en 1158, nuevamente cae "Alarcos" en poder de los moros de Muradel, al no poder hacer, los Templarios, frente a las continuas acometidas de los ejércitos musulmanes; y, desde entonces, es cuando éstos reducen a escombros el castillo y villa, desgraciadamente. Luego, los Calatravos, emprendieron campañas contra los moros y, de nuevo, logran hacerse dueños de "Alarcos"; presumiendo que, estos Caballeros, reconstruyeran la fortaleza dada su situación estratégica e importancia (1).

La principal importancia de "Alarcos", aunque ello representa una página de derrota en la Historia de nuestra Reconquista, está en el  recuerdo de la derrota que sufrió el ejercito de Alfonso VIII aquel amanecer del día 18 de Julio del 1195; fecha en que tuvo lugar, seguida de la toma del castillo por el caudillo árabe Yacub Al-Manzur, la célebre batalla de Alarcos, y, con esta victoria musulmana, supuso un retroceso y grave peligro para los reinos cristianos.

Ningún dato e informe nuevo, podemos aportar al desarrolla de aquella acción bélica entre los ejércitos árabe-cristiano, ya que hoy existen exhaustivos y detallados trabajos analizándola. De estos estudios, entre otros, está el notable y completísimo de don José Mª Martínez Val "La Batalla de Alarcos" (Public. Del Instituto de Estudios Manchegos, Cuaderno XII, año 1962).

LA BATALLA DE ALARCOS

Se dice que, Yacub Al-Manzur y su ejército musulmán, el día 29 de Junio del 1195, desembarcó en España; luego, el 4 de Julio, salió de Córdoba con dirección al "puerto de Muradal", hoy Despeñaperros y, una vez dentro de nuestra provincia, se dirigió hacia el castillo de Salvatierra. Y, mientras estos y otros hechos sucedieron, Alfonso VIII reunió sus fuerzas; rogando a los reyes de Aragón y de Navarra, que se presentaran con sus ejércitos "a salvar la causa del cristianismo y de aquella formidable invasión".
Después de ser tomada por los almohades las fortalezas de Salvatierra, el día 11 de julio, salió el ejército árabe hacia Alarcos y, según las fuentes consultadas, dos días más tarde se hallaba a unos 22 kms. de la fortificada plaza.

Sabiendo Yacub AI-Manzur, la proximidad de su enemigo, en este lugar, éste mandó "hacer alto para tomar consejo de sus generales y concertar el plan de ataque;... fue consultado con los caudillos de los almohades, después los alabares, los jeques berberiscos, los oficiales de las tropas voluntarias y, por último, los andaluces" (Véase Pérez Castro: "Estudios Histórico Militares"; pág: 409). Y después de tener consejo se trazó el plan de ataque, el Emir levantó su campo y, en los días 15 y 16, se presentó en las cercanías del castillo de Alarcos.


Ya los dos ejércitos frente a frente, el ejército musulmán nutrido de las más variadas tribus, era en número muy superior al de su enemigo. Y, el ejército cristiano, se componía por "las milicias de las Ordenes Militares, como unidades más fuertes: La de Calatrava que, precisamente,. cubr/a la frontera del dó Guadíana;... estér ban, también, en Alarcos las huestes de la Orden de Santiago, con su Maestre D. Sancho Fernández a la cabeza; y las de la naciente Orden de San Julián del Pereiro, filial de Calatrava, que había de denominarse, definitivamente, Orden de Alcántara. Había gentes de los alfoces de Vizcaya;... y los fonsados de todo el reino llamados por Alfonso VIII en cuanto se supo el paso por el estrecho de la armada almohade; venía, igualmente, de camino el Rey leonés; y las poderosas mesnadas de la Casa de Lara..."!(Véase Mtez. Val; ob.cit. págs: 104 y siguiente)>cito musulmán nutrido de las más variadas tribus, era en número muy superior al de su enemigo. Y, el ejército cristiano, se componía por "las milicias de las Ordenes Militares, como unidades más fuertes: La de Calatrava que, precisamente, cubría la frontera del rio Guadíana;... estaban, también, en Alarcos las huestes de la Orden de Santiago, con su Maestre D. Sancho Fernández a la cabeza; y las de la naciente Orden de San Julián del Pereiro, filial de Calatrava, que había de denominarse, definitivamente, Orden de Alcántara. Había gentes de los alfoces de Vizcaya;... y los fonsados de todo el reino llamados por Alfonso VIII en cuanto se supo el paso por el estrecho de la armada almohade; venía, igualmente, de camino el Rey leonés; y las poderosas mesnadas de la Casa de Lara..." (Véase  Mtez. Val; ob.cit. págs: 104 y siguiente).

El campo donde se desarrolló la "batalla de Alarcos", "no es fácil -dice Mtez. Val, ob.cit.- describir el aspecto físico que pudiera ofrecer. Haciendo un concierto de las más variadas crónicas, estimo que el campo de batalla propiamente dicho, ocupó algo más de 9 km2" Y, este autor, describe los límites que, en resumen, presentó adonde se enfrentaron los ejércitos árabes-cristianos: fue, entre el río Guadiana y el cerro de Desperradero, al pie del castillo de Alarcos.

En cuanto al despliegue y los movimientos que llevaron los dos ejércitos, Mtez. Val, nos lo describe con extraordinaria exactitud, teniendo presente crónicas árabes y cristianas; este autor, entre otras muchas cosas, viene a decir que... "el día 16 transcurrió, también, en campamentar, sin que los cristianos hicieran ningún movimiento.. Pero, el día 17 de julio, sin que los cronistas expliquen el porqué, Alfonso VIII, al rayar el día, presentó sus huestes al pie del cerro del Despeñadero, en haces de batalla. Bajo un sol implacable piafaron los caballos y caballeros el calor y la sed, sin que los almohades aceptasen el reto... Ante la inacción de los almohades, a la caída de la tarde del mismo día 17, la hueste cristiana volvió, cansada y sudorosa, a sus bases de partida".

"Pero, durante la noche del 17 al 18, los jefes almohades pusieron en marcha el dispositivo que hablan acordado en el consejo de guerra celebrado el día 13... Así, con las primeras luces del alba del 18 de Julio, los cristianos vieron con asombro, en el mismo campo elegido por ellos el día anterior, a las compactas y bien formadas haces de sus enemigos" (ob.cit.; pág. 118).

Sin embargo, esta sorpresa y otras circunstancias dadas, no hizo retroceder al Rey Español en su empeño, como así lo había demostrado el día anterior, el de presentar batalla al Emir Yacub Al-Manzur; y, en efecto, Alfonso VIII aceptó batalla, al mismo tiempo que atacaba con parte de sus hombres.

De aquella magna acción bélica que, sólo duró un día, entre los dos ejércitos, las crónicas árabe-cristianas expresan que, con datos contradictorios, fue grande y horrible la batalla que allí se entabló; la mortad causada en el ejército cristiano supera los 20.000 hombres y, otros tantos cristianos, fueron hechos prisioneros. Y, el castillo "quedó envuelto y sitiado por los vencedores que llegaron a creer que, el propio Rey, no habla podido salvarse; fue, don Diego López, quien quedó al mando de los sitiados y facilitó, al día siguiente, como diligencia previa a la entrega y rendición del castillo, una inspección que demostrase que el Rey de Castilla, no se encontraba dentro" (Mtez. Val.; ob.cit. pág: 121).

Hoy, aquí en el cerro de Alarcos, de aquellos tiempos no queda nada en pie, sólo se puede contemplar restos de aquel histórico castillo: Unos desmantelados torreones, dos lienzos de muralla muy deteriorados como únicos testigos de la sangrienta batalla. Y, aunque los restos del castillo, desgraciadamente, son escasísimas, se descubre aun el plano de él; y, a corta distancia, se puede apreciar también restos, parece ser, de la muralla que marcaba el lugar de los recintos fortificados.

Jorge Sánchez Lillo. Revista 20.000 Km2. Diputación Provincial de Ciudad Real. Verano, 1978


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