Muchas han sido las veces que he visitado
el "Cerro de Alarcos"; baluarte y paraje que hallándose adosado a la
margen izquierda del río Guadiana y en dirección hacia Badajoz por la carretera
N-430, dista de la Capital de su provincia uno 7 kms.
Evidentemente, el cerro de Alarcos, está
cargado de historia y, además, en este lugar está vinculado muy estrechamente
con la fundación de nuestra Capital, como sabido es de todo.
Mucho se ha escrito acerca de este
histórico sitio, pero estamos seguro que aún existen muchos más datos
en la oscuridad sobre él. No pretendemos, en esta ocasión, aportar nada nuevo sobre
el "cerro de Alarcos", sino más bien recordar encantos histórico-artísticos
que, creemos, están dormidos y olvidados; y sobre todo recordar aquel amanecer
del día 18 de Julio de 1195.
Dícese de "Alarcos", que es el
único resto de una antigua e histórica ciudad, perteneciente a la Región
Oretana; cierto es que, para nosotros, los primeros habitantes u otras razas
que les precedieron, hasta ahora, continúan siendo anónimos.
Los antecedentes históricos que hemos podido
conseguir acerca de Alarcos como población romana, vienen en el eminente
trabajo de don Luís Delgado Merchán: “HISTORIA
DOCUMENTADA DE CIUDAD REAL -año 1907” expresa que... "por el año de 1889
en "EI Labriego" de Ciudad Real, hablé del origen romano de esta
población, no mencionada por Pompinio Mela, Estrabón ni el Itinerario de
Antonino, pero si por Tolomeo Alejandrino en su guía geográfica, quien la denomina
"LACCURIS", situándola entre Biatia (Baeza) y Tuía (Toya);... por el
anónimo Ravenate con el nombre de "LACUNIS";... y, últimamente, por
la inscripción sepulcral hallada en Malagón de "Publius Corno
"ALARCORIUS". Luego, con posterioridad "a la fecha -dice el propio
Delgado Merchán- en que se escribieron dichos artículos, fueron practicadas
algunas excavaciones en las ruinas del Castillo, descubriéndose un lienzo de
muralla, cuyos sillares, denuncian evidentemente su construcción romana"; y,
a pie de página, dice "hallándose en Marzo de 1891 en Ciudad Real, el
eminente Acádemico y sabio Arqueólogo, mi distinguido amigo: P. Fidel Fita,
visitó estos sitios, confirmando mi opinión acerca de la procedencia de dichos sillares"
(ob.cit.; capto IV; págs: 32-33, respectivamente).
Pero, bien sea "Alarcurius" de
la lápida encontrada en las cercanías del pueblo de Malagón, "Laccuris"
de Tolomeo o "Lacunis" del anónimo Ravenate, las crónicas e
historiadores consultados, guardan un completo silencio hasta ahora; por lo
que, por personas especializadas en cuestión, sería sumamente interesante
examinar todo cuanto encierra el cerro de Alarcos en este sentido, y, hoy,
hacer un exhaustivo trabajo de este sitio que, sin ningún género de dudas, es
el más célebre de estos contornos.
Ahora bien: Sea cual fuere el primitivo origen
de aquella ciudad y su antigüedad (Alarcos), hoy se sabe que, sus antecedentes
históricos, comienzan en los tiempos de Alfonso VI y, desde este Monarca, hasta
el primer tercio del siglo X III que, como es sabido, por aquel tiempo fue la
repoblación de La Mancha. Pero estamos convencidos que, Alarcos, vivió las
sucesivas revueltas musulmanas que hubo y, luego los Califatos que se
establecieron en la Península, desde su aparición; teniendo presente que Tarik
y sus bravos berberiscos, se establecieron en Extremadura y La Mancha hacia el
712 y, colonias de este tribu, hicieron presencia y se situaron en Caracuel y
sus alrededores.
Recordando algunos hechos acaecidos y haciendo,
asimismo, una brevísima reseña de la Historia de Alarcos (después de consultar
crónicas y notables trabajos de nuestra provincia), observamos que hacia el
1087, con la correría de Alfonso VI hasta Tarifa y otros hechos históricos
ocurridos, Alarcos se incorporaba al reino de Sevilla. Al tomar Alfonso VI por
esposa a Zaida (hija del Emir Eben Abed), en calidad de dote, la villa de Alarcos
y el castillo eran aceptados por el Monarca; perdida más tarde, en 1107, pasa a
poder de los moros. Fue en 1130 recuperada, la villa y el castillo, por Alfonso
VII; vuélvela a perder y, luego, en 1147 es reconquistada por el mismo, de
nuevo. Y después, en 1150, fue entregada a los Templarios con otras villas y
fortalezas.
Con posterioridad, en 1158, nuevamente cae
"Alarcos" en poder de los moros de Muradel, al no poder hacer, los
Templarios, frente a las continuas acometidas de los ejércitos musulmanes; y,
desde entonces, es cuando éstos reducen a escombros el castillo y villa,
desgraciadamente. Luego, los Calatravos, emprendieron campañas contra los moros
y, de nuevo, logran hacerse dueños de "Alarcos"; presumiendo que, estos
Caballeros, reconstruyeran la fortaleza dada su situación estratégica e
importancia (1).
La principal importancia de "Alarcos",
aunque ello representa una página de derrota en la Historia de nuestra
Reconquista, está en el recuerdo de la
derrota que sufrió el ejercito de Alfonso VIII aquel amanecer del día 18 de Julio
del 1195; fecha en que tuvo lugar, seguida de la toma del castillo por el
caudillo árabe Yacub Al-Manzur, la célebre batalla de Alarcos, y, con esta
victoria musulmana, supuso un retroceso y grave peligro para los reinos
cristianos.
Ningún dato e informe nuevo, podemos aportar
al desarrolla de aquella acción bélica entre los ejércitos árabe-cristiano, ya
que hoy existen exhaustivos y detallados trabajos analizándola. De estos
estudios, entre otros, está el notable y completísimo de don José Mª Martínez Val
"La Batalla de Alarcos" (Public. Del Instituto de Estudios Manchegos,
Cuaderno XII, año 1962).
LA
BATALLA DE ALARCOS
Se dice que, Yacub Al-Manzur y su
ejército musulmán, el día 29 de Junio del 1195, desembarcó en España; luego, el
4 de Julio, salió de Córdoba con dirección al "puerto de Muradal", hoy
Despeñaperros y, una vez dentro de nuestra provincia, se dirigió hacia el
castillo de Salvatierra. Y, mientras estos y otros hechos sucedieron, Alfonso VIII
reunió sus fuerzas; rogando a los reyes de Aragón y de Navarra, que se
presentaran con sus ejércitos "a salvar la causa del cristianismo y de
aquella formidable invasión".
Después de ser tomada por los almohades las
fortalezas de Salvatierra, el día 11 de julio, salió el ejército árabe hacia
Alarcos y, según las fuentes consultadas, dos días más tarde se hallaba a unos
22 kms. de la fortificada plaza.
Sabiendo Yacub AI-Manzur, la proximidad de
su enemigo, en este lugar, éste mandó "hacer alto para tomar consejo de
sus generales y concertar el plan de ataque;... fue consultado con los
caudillos de los almohades, después los alabares, los jeques berberiscos, los
oficiales de las tropas voluntarias y, por último, los andaluces" (Véase
Pérez Castro: "Estudios Histórico Militares"; pág: 409). Y después de
tener consejo se trazó el plan de ataque, el Emir levantó su campo y, en los
días 15 y 16, se presentó en las cercanías del castillo de Alarcos.
Ya los dos ejércitos frente a frente, el
ejército musulmán nutrido de las más variadas tribus, era en número muy superior al de su enemigo. Y, el ejército cristiano, se componía por "las milicias de las Ordenes Militares, como unidades
más fuertes: La de Calatrava que, precisamente,.
cubr/a la frontera del dó Guadíana;... estér
ban, también, en Alarcos las huestes de la Orden
de Santiago, con su Maestre D. Sancho Fernández
a la cabeza; y las de la naciente Orden de
San Julián del Pereiro, filial de Calatrava, que
había de denominarse, definitivamente, Orden
de Alcántara. Había gentes de los alfoces de
Vizcaya;... y los fonsados de todo el reino llamados
por Alfonso VIII en cuanto se supo el paso
por el estrecho de la armada almohade; venía,
igualmente, de camino el Rey leonés; y las
poderosas mesnadas de la Casa de Lara..."!(Véase Mtez. Val; ob.cit. págs: 104 y siguiente)>cito
musulmán nutrido de las más variadas tribus, era en número muy superior al de
su enemigo. Y, el ejército cristiano, se componía por "las milicias de las
Ordenes Militares, como unidades más fuertes: La de Calatrava que,
precisamente, cubría la frontera del rio Guadíana;... estaban, también, en Alarcos
las huestes de la Orden de Santiago, con su Maestre D. Sancho Fernández a la
cabeza; y las de la naciente Orden de San Julián del Pereiro, filial de
Calatrava, que había de denominarse, definitivamente, Orden de Alcántara. Había
gentes de los alfoces de Vizcaya;... y los fonsados de todo el reino llamados por
Alfonso VIII en cuanto se supo el paso por el estrecho de la armada almohade;
venía, igualmente, de camino el Rey leonés; y las poderosas mesnadas de la Casa
de Lara..." (Véase Mtez. Val;
ob.cit. págs: 104 y siguiente).
El campo donde se desarrolló la
"batalla de Alarcos", "no es fácil -dice Mtez. Val, ob.cit.- describir
el aspecto físico que pudiera ofrecer. Haciendo un concierto de las más
variadas crónicas, estimo que el campo de batalla propiamente dicho, ocupó algo
más de 9 km2" Y, este autor, describe los límites que, en resumen, presentó
adonde se enfrentaron los ejércitos árabes-cristianos: fue, entre el río
Guadiana y el cerro de Desperradero, al pie del castillo de Alarcos.
En cuanto al despliegue y los
movimientos que llevaron los dos ejércitos, Mtez. Val, nos lo describe con
extraordinaria exactitud, teniendo presente crónicas árabes y cristianas; este
autor, entre otras muchas cosas, viene a decir que... "el día 16
transcurrió, también, en campamentar, sin que los cristianos hicieran ningún
movimiento.. Pero, el día 17 de julio, sin que los cronistas expliquen el
porqué, Alfonso VIII, al rayar el día, presentó sus huestes al pie del cerro
del Despeñadero, en haces de batalla. Bajo un sol implacable piafaron los caballos
y caballeros el calor y la sed, sin que los almohades aceptasen el reto... Ante
la inacción de los almohades, a la caída de la tarde del mismo día 17, la hueste
cristiana volvió, cansada y sudorosa, a sus bases de partida".
"Pero, durante la noche del 17 al
18, los jefes almohades pusieron en marcha el dispositivo que hablan acordado
en el consejo de guerra celebrado el día 13... Así, con las primeras luces del
alba del 18 de Julio, los cristianos vieron con asombro, en el mismo campo
elegido por ellos el día anterior, a las compactas y bien formadas haces de sus
enemigos" (ob.cit.; pág. 118).
Sin embargo, esta sorpresa y otras
circunstancias dadas, no hizo retroceder al Rey Español en su empeño, como así
lo había demostrado el día anterior, el de presentar batalla al Emir Yacub Al-Manzur;
y, en efecto, Alfonso VIII aceptó batalla, al mismo tiempo que atacaba con parte
de sus hombres.
De aquella magna acción bélica que, sólo
duró un día, entre los dos ejércitos, las crónicas árabe-cristianas expresan
que, con datos contradictorios, fue grande y horrible la batalla que allí se
entabló; la mortad causada en el ejército cristiano supera los 20.000 hombres
y, otros tantos cristianos, fueron hechos prisioneros. Y, el castillo
"quedó envuelto y sitiado por los vencedores que llegaron a creer que, el
propio Rey, no habla podido salvarse; fue, don Diego López, quien quedó al
mando de los sitiados y facilitó, al día siguiente, como diligencia previa a la
entrega y rendición del castillo, una inspección que demostrase que el Rey de
Castilla, no se encontraba dentro" (Mtez. Val.; ob.cit. pág: 121).
Hoy, aquí en el cerro de Alarcos, de aquellos
tiempos no queda nada en pie, sólo se puede contemplar restos de aquel
histórico castillo: Unos desmantelados torreones, dos lienzos de muralla muy
deteriorados como únicos testigos de la sangrienta batalla. Y, aunque los
restos del castillo, desgraciadamente, son escasísimas, se descubre aun el
plano de él; y, a corta distancia, se puede apreciar también restos, parece ser,
de la muralla que marcaba el lugar de los recintos fortificados.
Jorge
Sánchez Lillo. Revista 20.000 Km2. Diputación Provincial de Ciudad Real. Verano,
1978
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