2. URBANISMO V DEMOCRACIA
Los prolegómenos de las elecciones locales de abril de 1979 son frecuentes en referencias al urbanismo, existiendo una común coincidencia entre los diferentes partidos Políticos presentes (con la salvedad de la Coalición Democrática) sobre la necesidad de acometer la revisión de la Adaptación del Plan General de 1977, aprobada justamente el año anterior. Así para UCD la situación era descrita como ala evidencia de que el Plan General no cumple las necesidades de la capital, al existir suelo escaso y caro». El PSOE fijaba la «lucha por un urbanismo más racional y más humano capaz de frenar el caos urbanístico». El PCE, bajo su eslogan «quita un cacique, pon un alcalde» incitaba a un urbanismo participativo y democrático. Finalmente, la Agrupación Independiente manifestaba lo extraído de diferentes sondeos populares, haciendo hincapié en el tráfico o la limpieza.
La composición del Consistorio salido de las urnas fijaba un equilibrio de 10 concejales para UCD, B para el PSOE, 2 Independientes y 1 PCE. Equilibrio que se traduciría finalmente en una incapacidad para acometer la tan prometida Revisión. Aún en octubre de 1979 el estado general de la opinión es favorable a la Revisión.
Así en el número monográfico que el diario
Informaciones» (20 de octubre 1979) dedica a Ciudad Real, puede leerse tal
coincidencia de políticos locales y empresarios bajo el titular “Debe revisarse
el PGOU”, en donde se apuntaba que la escasez del suelo calificado había originado
la especulación y el destrozo urbanístico. Destrozo que meses más tarde sería
objeto de unas jornadas promovidas por el Colegio de Arquitectos orientadas a
la Conservación de la Ciudad. El texto que apoyaba la citada Exposición fue
posteriormente publicado en el número extraordinario de «Hoja del lunes» del 2
de junio, dedicado a la Construcción. Dicho número contenía tres artículos más
que curiosamente venían a anticipar el sesgo emprendido por el Gobierno local
de UCD. La entrevista «El alcalde opina sobre Urbanismo», ofrecía una visión suavizada
de Lorenzo Selas sobre la realidad del Plan General vigente, sin que existiera
ya pronunciamiento expreso a favor de la Revisión comprometida en campaña
electoral. Idéntica opinión sustenta Juan García Toribio, primer teniente de
alcalde y desde junio de 1981 concejal delegado de Urbanismo, quien solamente
apreciaba la necesidad de acometer la modificación de las Ordenanzas del PPCR.
Punto éste, que curiosamente, era expuesto en términos parecidos por la
asociación de empresarios de Construcción (APEC). La reforma prioritaria para este
colectivo era la suprimir el volumen como fórmula de cómputo de la edificabilidad,
según lo fijaba el artículo 40 de las Ordenanzas del PPCR, dejando solamente la
altura y el fondo como parámetros de control edificatorio.
Asistíamos de esta forma, en el plazo de un año al cambio de posición del Grupo mayoritario en el Ayuntamien.to sobre la necesidad de acometer la Revisión del Plan General. Para atar todos los cabos de dicha operación, se irían introduciendo nuevos factores condicionantes, tales como la asunción de la Delegación de Urbanismo (hasta el momento ostentada por concejales del PSOE), la potenciación del desarrollo del Planeamiento Parcial a través de las actuaciones en los sectores A-2, B-3, G-1, N-3 Y N-4 y finalmente la aceptación de operaciones de remodelación preexistentes, como la organizada sobra la Plaza de José Antonio (Constitución) que comportaba la destrucción sistemática da nuevos elementos del patrimonio edificado. Remodelación que mereció un escrito del tor de estas líneas (LANZA, 11 de julio 1981) en termino de juicio global sobre la gestión urbanístico de la Corporación: “El proceso destructor del patrimonio inmobiliario local, no sólo no ha cambiado de signo con la primera Corporación democrática, sino que ha experimentado un incremento progresivo. Una Corporación que se ha quedado finalmente convertida en una reunión donde no hay cabida para ideas renovadoras capaces de desarrollar una política urbanística alternativa y diferenciadora ... Las actuaciones municipales en materia de urbanismo, han sido no sólo escasas sino faltas de planteamientos capaces de cambiar el pulso de la ciudad. Pretender justificar (si es que fuera posible) una gestión urbanística con el desarrollo de alguna peatonalización, unos kilómetros de asfaltado, unos cuantos metros de zona verde (lejana, y distante) o la redacción de dos o tres planes parciales, es cuando menos pretencioso. Qué decir, por contra de la Revisión necesaria y no acometida del Plan General...»
El contexto de tal escrito se formulaba desde la óptica de 1981 como año europeo para el Renacimiento de la ciudad, y desde el convencimiento de la contraposición entre el eslogan de éste, ciudades para vivir” con el más próximo del derribo que no cesa».
Julio de 1982 vería un nuevo debate
escrito en LANZA a raíz de la conclusión del edificio de la calle Alarcos 19, y
que en 1980 había motivado las jornadas sobre Conservación de la ciudad. El
escrito “Nobleza obliga” fijaba con una enorme simplificación las causas del
deterioro urbano en dos factores: la piqueta del progreso y la ineptitud
profesional. La réplica a tal escrito fijaba otros criterios que merece
recordar. “Por 16 demás resulta absolutamente inexacto esa imputación del
deterioro urbano a la ineptitud profesional, como hace M.L.C. Los depredadores
urbanos no han sido nunca los arquitectos, como colectivo profesional. Habrán
tenido participación como ejecutores, y su acierto o desacierto en el diseño
queda ahí; pero su actuación en todo caso se ha producido en el seno de una
mecánica normativa, social y económica a la que han prestado su quehacer
profesional. Si se quiere ser riguroso, hay que asumir el costo de decir las
cosas como son y han sido, aunque ello cueste enfrentamientos; porque si no lo
mejor es callarse ... En la batalla por la conservación de la ciudad, las
lanzas rotas por la prensa local no han sido excesivas. Cuando entendemos que
la capacidad de sensibilización que puede ejercerse desde el periódico es muy
importante. Por ello estimamos que es importante que el debate sobre este tema
en particular y sobre otros en general, sea siempre un campo donde se expongan
opiniones y se produzcan aportaciones. Por lo cual animamos a M.L.C. a que
escriba durante horas sobre el desastre urbanístico sin miedo a enfrentamientos
con nadie».
José Rivero Serrano. Diario
“Lanza”, Extra de Feria, Agosto de 1986
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