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viernes, 4 de febrero de 2022

«ORACION QUE HIZO DON JUAN DE AGUILERA LADRON DE GUEVARA AL REY DON FELIPE IV, PARA QUE CONSERVARA CIUDAD REAL EN LA CORONA REAL»

 



«Ciudad Real rendida y obediente, se pos-

tra a los pies de Vuestra Majestad. Y digo, otra

vez, Ciudad Real, por ser nombre que le con

cedieron los Gloriosos progenitores de Vuestra

Majestad, por grande prerrogativa, y por tantos

y tan continuos servicios, expresados en Reales

Privilegios, declarándola por Patrimonio de

Vuestra Majestad, inseparable de la Corona

de Castilla; para no ser enajenada, en todo ni

en parte, y con sucesos de tan singular estima

ción, que habiéndose dado, a las Serenísimas

Reina Doña Beatriz y Princesa Doña Blanca,

no tuvo en personas tan Soberanas cumpli-

miento la enajenación, aún siendo por término

limitado.

Y despues, en tiempo del Señor Don Juan II,

habiéndole librado de la opresión de los Gran

des, la hizo Ciudad, con todos los honores de

Toledo y Cuenca. Prosiguiendo en empresas y

hazañas tan propias de su lealtad, en porfiadas

guerras con los Maestres de Calatrava (que

por estar fundada en medio de su distrito qui

sieron incorporarla) se mantuvo siempre por

si sola en pro de la Corona.


Y ahora, en el tiempo feliz, que Vuestra

Majestad, es el Grande de los Monarcas, hemos

gastado la hacienda de nuestros padres, y ver-

tido la sangre de nuestros hijos en los Reales

Ejércitos, haciéndosenos todo poco, para lo

que quisiéramos, y lo que debemos; y cuando

de la Real piedad de Vuestra Majestad, esperá

bamos (sino aumento j a lo menos conserva-

ción de nuestros privilegios llegaron las noti-

cias de darse Vuestra Majestad por servido,

en entregarnos al Duque de Aveiro, y a no ha-

ber el consuelo tan grande de la esperanza,

hubiéramos de soportar la muerte.


Si alguna necesidad es pretexto de tan las-

timosa resolución, todavía nos ha quedado ha-

cienda que vender para redimirnos. Y si no al-

canzare, nosotros también nos venderemos,

siendo dichosa esta esclavitud, al paso que

escandalosa la enajenación. Pues si un esclavo

se vende (por más que se acredite de fiel) que-

da sospechoso en los procedimientos. Y cuando

los nuestros han sido tales que a mayores ciu-

dades han sido ejemplo... [En este momento

Don Juan de Aguilera, enternecido lloró). La

piedad liberal de Don Felipe IV se enterneció

y respondió con estas singulares palabras: YO

TENDRE MUCHO CUIDADO EN CON-

SERVARLA.

 

Lo cual se vió cumplido, pues se dió su Ma-

jestad por servido del celo y lealtad de los de

Ciudad Real. No enajenando de la Corona de

Castilla a su Real Ciudad*.


Isabel Pérez Valera, agosto de 1965. Boletín de Información Municipal Nº 18

 


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