Del año 1920 al 1925, jamás estuvieron las calles de Ciudad Real más limpias, ni más profusamente iluminadas a la llegada de su Semana Santa, según sabemos por el periodo estudiado. Citaremos al periódico “El Pueblo Manchego”, que decía “…la calle de Toledo, por su amplitud o anchura, puede competir con otras vías de poblaciones más importantes, presenta un aspecto deslumbrador. Ya parece nos hemos dado cuenta lo que para el buen nombre y los intereses de la capital tiene el fomento de nuestras fiestas…”(sic). Una casa cinematográfica ha impresionado un film de nuestras procesiones (año 1924). “La eficaz propaganda que ha de ejercer el cinematógrafo, cuando las cintas filmadas sean proyectadas en provincias harán nos visite un buen número de forasteros al que no solamente hemos de proporcionar distracciones, sino preparar alojamientos cómodos y baratos. El éxito de la Semana Santa en Ciudad Real, es algo que se palpa…”.
Aquellos años los trenes comenzaban a
extender forasteros sobre la capital durante la Semana de Pasión, y al
anochecer acudía al cotidiano paseo por los soportales, es decir por la Plaza
Mayor y calle del General Aguilera que era un hervidero de gentes. El Teatro
Cervantes anunciaba para el sábado de Gloria, la función inaugural en la
primera de abono, con el estreno de una notable compañía dramática, tal como
era costumbre, presentando un elenco artístico de renombrados actores. Por
entonces el Cervantes daba funciones de teatro y cine alternativamente, y
también el Salón Olimpia de la calle Libertad.
El alcalde Francisco Herencia, hacía saber a los ciudarrealeños de aquel año 1924: “…Y celoso del mayor lucimiento de nuestros espléndidos cultos y procesiones de Semana Santa, he acordado que, desde el Jueves Santo hasta el toque de Gloria del sábado no podrán circular por las calles, automóviles, carros, ni vehículos de ninguna clase… y queda igualmente prohibido que al toque de aleluya se disparen armas de fuego o petardos…también se guardará el mayor orden y compostura… y los gritos, voces, falsas alarmas, irreverencias y cualquier otro exceso… prohibimos terminantemente cantar “saetas” fuera de la plaza de D. Agustín Salido, donde por su amplitud la detención de los “pasos” no desarticula el debido contacto entre las cofradías. Los que al cantar las “saetas” (en la referida plaza) se manifiesten de forma irreverente, serán castigados con multas de cincuenta pesetas…”(sic).
El año de 1926 se corría la voz “…de que el Santo Entierro sorprendería con nuevas innovaciones…” En efecto, la guardia romana portaba quince grandes faroles, alrededor de un artístico y enorme fanal, llevado en andas por cuatro personas, donado para nuestra Semana Santa por el famoso diestro Joselito, que vino a lidiar un festival organizado por la dicha Hermandad.
También las hermandades del Descendimiento y la Enclavación, ofrecían notabilísimas reformas en sus carrozas y mejoras en túnicas y estandartes. La Santa Espina brillaría con un vistoso alumbrado por vez primera.
Respecto a las iluminaciones de las
calles, por donde recorrerían las procesiones, se trabajaba con entusiasmo, y
los vecinos se prestaban generosos a contribuir a los gastos. Otro tipo de
iluminación característico de nuestra Semana Santa, fueron las potentes
bengalas, especialmente usadas en el paseo del Prado, al paso del Cristo de la
Piedad.
“La Fototipia Alemana de Madrid”,
desplazó el año de 1924 a su director comercial y un renombrado fotógrafo,
pronto a recoger todos los pasos de nuestra Semana de Pasión, y además cuantos
edificios significativos y monumentos encerraba aun nuestra capital.
La prensa ciudarrealeña del periodo que estudiamos, siempre estuvo dispuesta a enaltecer su Semana Santa. “De año en año se nota—decía— cada vez mayor afluencia de forasteros. En otras ciudades tendrán mejores iconos, más lujo en los pasos, pero en número, en gusto, en orden, en severidad y en detalles podemos competir ventajosamente con cualquiera…”.
Las figuras que integraban el paso de la
“Oración en el Huerto”, era contemplado por el público que advertía la grandeza
artística que encarnaba este grupo escultórico, debido al imaginero Marco
Pérez, que era copia del Jesús Orante de Salzillo, que se venera en Murcia. No
obstante, históricamente nuestra Semana Santa se remonta al s. XVIII, cuando se
constituye la primera cofradía, con túnica y paso conocida por “flagelantes y
disciplinantes” (quizá la más antigua, pues databa de 1522). Después iniciaron
su aparición otras muchas. Es decir la Santa Espina, Jesús Vendado, La
Enclavación, N. P. Jesús Nazareno (s. XVII) y Ecce-Homo, Cristo de la Caridad,
Oración en el Huerto (s. XVIII, Jesús Caído (s. XIX) etcétera. Conocemos, que
todo el conjunto de los “pasos” y buena parte de ornamentos de las cofradías,
algunos valiosísimos, desgraciadamente desaparecieron, en su mayor parte, en el
periodo de los años de 1936- 1939.
José Golderos Vicario. Diario “Lanza”,
martes 26 de marzo de 2013
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