Resumen.
Durante la Guerra Civil Española el
patrimonio de numerosos pueblos de la provincia quedó maltrecho al destruirse
buena parte de las imágenes procesionales. Tras el conflicto la Semana Santa
vivió décadas de apogeo ya que se refundaron, en los años posteriores al fin de
la guerra, cofradías cuya existencia perduraba desde hacía siglos y por otro lado
se fundaron un gran número de nuevas hermandades. En este proceso se
recuperaron antiguas tradiciones que habían quedado pérdidas o de las que
apenas quedaba constancia como fue el caso de la aparición en las salidas
procesionales de las hermandades y cofradías de una serie de pasos alegóricos,
destacando especialmente las representaciones del Niño Jesús y tronos
denominados como la Santa Cruz o El Calvario.
1. Imágenes Alegóricas y
Contrarreforma.
Los pasos alegóricos se incorporaron a la
Semana Santa española entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII,
formando parte de un programa ideológico guiado por la iglesia católica que
conformaba toda una serie de re- creaciones propagandísticas y alegóricas de
las ideas de Salvación y Redención, que habían sido fuertemente atacadas por la
Reforma protestante. Esta práctica cargada de un fuerte contenido alegórico fue
paulatinamente des- apareciendo en la mayoría del territorio nacional, siendo
muy pocos los lugares donde se conserva esta tradición en la actualidad.
Diversas circunstancias, como la propensión a la acogida de manifestaciones de
piedad popular o al papel de vanguardia que jugó la iglesia española en los
nuevos cultos, hicieron que nuestro país fuera el lugar donde más prosperó esta
experiencia contrarreformista (1). Un elevado número de localidades
contaron con imágenes alegóricas en sus desfiles procesionales de Semana Santa,
circunstancia que se extendió y dejó su impronta en las colonias españolas,
donde todavía hoy perviven en diversos territorios (2). Fue una práctica
habitual que las hermanda- des hicieran estación de penitencia contando dentro
de su cortejo con un paso alegórico. No era algo único del ámbito penitente, ya
que en otras festividades religiosas fue común el uso de recursos simbólicos utilizados
para el adoctrinamiento como fue la presencia de carros y figuras alegóricas en
las procesiones del Corpus Christi. Este tipo de pasos compuestos en clave de
alegoría teológica constituyeron un componente discursivo típico dentro de la
cultura del barroco, y procuraba a través de imágenes y símbolos servir de
catequesis a un pueblo en su mayor parte iletrado (3).
Dentro de las composiciones simbólicas, dos tipos se distinguieron por su desarrollo y presencia temporal. En primer lugar, aquellos denominados como “Triunfo de la Santa Cruz sobre la muerte y el pecado” o conocidos en numerosos lugares como “Santa Vera Cruz” o “la Canina”, denominados popularmente así por incorporar una figura de la muerte representada en forma de esqueleto o calavera, que encarnaba la derrota que imponía la cruz sobre la muerte. Junto a ella, otra composición alegórica frecuente fue la representación del Niño Jesús a través de múltiples denominaciones (4). Dentro de los pasos alegóricos también existían algunos que servían para incluir en su interior una serie de reliquias relacionadas con la pasión de Cristo. En este sentido destacaba dentro de la procesión de la tarde del Jueves Santo de Ciudad Real, el paso denominado como “La Santa Espina”, hoy desaparecido, y que era un singular paso a modo de custodia realizado completamente de plata en cuyo interior se conservaba según la tradición una espina de la corona de Jesús (5).
2. La difusión del modelo del Niño
Jesús durante la Contrarreforma.
Dentro de las singularidades de la Semana
Santa española destaca la presencia de unos pasos con imágenes del Niño Jesús
que son una muestra plástica de la compleja religiosidad española. Esta
práctica cargada de un fuerte contenido alegórico fue paulatinamente desapareciendo
en la mayoría del territorio nacional, siendo pocos los lugares donde se
conserva esta singular tradición en la actualidad. Los temas relacionados con
la infancia de Cristo adquirieron protagonismo en los años posteriores al
Concilio de Trento (1545- 1563), debido al impulso adoctrinador que emanó de la
Contrarreforma pro- curando hacer más cercana a los fieles la presencia de
Cristo (6). La
representación de temas relacionados con la infancia de Jesús no fue una novedad
del siglo XVII, ya que existían antecedentes prácticamente desde la aparición
de las primeras imágenes religiosas y su representación fue evolucionando a lo
largo del tiempo. En el siglo XVII se llegó a un tipo de representación
dulcificada con rasgos plenamente infantiles que se difundió notablemente a
través de distintas devociones populares (7). A la expansión de sus múltiples
representaciones ayudaron un gran número de instituciones, especialmente
algunas comunidades religiosas. Una difusión que tuvo en España una gran
dimensión pero que también se desarrolló en otros territorios europeos y
americanos. Buena parte de estas imágenes infantiles de Cristo estaban
destinadas el ámbito conventual, especialmente en comunidades de religiosas, donde
llegaban a utilizarse de dote para las novicias o se convirtieron en compañeros
de celda (8). También era
frecuente encontrar la presencia de estas imágenes en el ámbito doméstico, en
capillas de casas particulares, donde la amabilidad del tema dio pie a una amplia
difusión (9).
Uno de los elementos que ayudó a la amplia
difusión de estos modelos iconográficos fueron las cofradías y hermandades del
Dulce Nombre de Jesús. Esta devoción tuvo su origen en el siglo XIII en torno
al II Concilio de Lyon (1274). Fue la orden de los Dominicos la que se encargó
de promover esta devoción con la finalidad de proteger al Señor de blasfemias o
profanaciones. No estuvieron solos en esta tarea, ya que se sumaron a ello
otras órdenes como los franciscanos y carmelitas (10). Con el paso del
tiempo se crearon distintas hermandades bajo esta advocación en numerosos conventos
de estas órdenes o en las parroquias más importantes de su territorio. Estas
cofradías celebraban sus cultos en dos momentos, por un lado, en torno a la
Navidad para conmemorar el
nacimiento de Cristo y por otro en la
Semana Santa (11). Las representaciones
de imágenes del Dulce Nombre de Jesús han sido muy diversas a lo largo de los siglos.
Los franciscanos o carmelitas entendieron el culto al monograma J.H.S., que
representaban en estandartes que salían en procesión sin imágenes, pero con el
paso del tiempo se impuso la representación de una figura del Niño Jesús
bendiciendo (12). El culto
apareció en España en 1430, cuando en el convento de San Pablo de Burgos se
fundó la primera corporación con el nombre de “Sociedad del Santo Nombre de
Dios”. El título de esas hermandades fue evolucionando hasta quedaría fijado en
Nombre de Jesús, al igual que el acompañamiento de “Santísimo” se popularizó
como el de “Dulce” (13).
(1) HENARES PAOUE, V.
(2008) “Un modelo olvidado. Las imágenes del Niño Jesús que posesionan en la Semana
Santa Hispana” en Actas del Congreso Internacional de Cofradías y Hermandades
(vol2.), Murcia, Universidad Católica de San Antonio, p. 456.
(2) Ibídem.
(3) Ibídem, 457
(4) Ibídem
(5) T.R.D. (1988) “La
Semana Santa en Ciudad Real en los años 1921 y 1922” en Guía Oficial de Semana Santa,
Ciudad Real, Edita Asociación de Cofradías de Semana Santa, 64.
(6) FERNÁNDEZ GRACIA,
R (1986) "Aspectos de la iconografía barroca andaluza del Niño
Jesús", en PELÁEZ DEL ROSAL, M. (Coord. j Conferencias de los Cursos de
Verano de la Universidad de Córdoba sobre “El barroco en Andalucía”, Córdoba,
Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 93-99.
(7) VALDIVIESO, E.
(2008) “La Santa Infancia en la pintura barroca sevillana”, en Boletín de la
Real academia Sevillana de Buenas Letras. Minervae Baeticae, 36, 9.
(8) ARBETETA, L.
(2002) Toledo Oculto. El Arte en las Clausuras. Navidad Oculta II. Los Niños
Jesús de las clausuras toledanas, Toledo, Ed. Antonio Pareja, 24.
(9) BARTOLOMÉ GARCÍA,
F (2015) “Niños montañesinos en Álava", BIBLID, 5, 47.
(10) Por la devoción
que Santa Teresa profesó por el Niño Jesús.
(11) SANCHEZ RAMON, V
(2001)” El Dulce Nombre del Nino Jesús: una devoción popular al santo niño en los
ciclos de Navidad y Semana Santa", en Revista Vera Cruz, 18, 6.
(12) Ibídem, 7.
(13) Ibídem.
Ramón
Vicente Díaz del Campo Martín Mantero. IV Jornadas de Historia de Daimiel 2018
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