La tradición del Carnaval de Ciudad Real, capital—que ya llegó a su fin—ha permanecido fuertemente arraigado año tras año, excepción hecho de los tiempos de la dictadura, que permaneció rigurosamente prohibido. Según relataban antiguos cronistas ciudarrealeños, el barrio que más destacó desde los inicios de esta festividad popular, fue en el barrio la Morería, donde nació la costumbre. En efecto, ya en la primera década del siglo XX se formaba un desfile de máscaras, sin orden ni plan establecido que, bajando por dicha calle llegaba hasta la plaza del Pilar, para luego dirigirse a la Plaza Mayor.
Allí las charangas criticaban al Ayuntamiento, con o sin motivo, a las autoridades y personas locales especialmente significativas para luego recorrer las calles repitiendo pasacalles. De este modo lograban burlas o chascarrillos hirientes. No obstante, las ordenanzas municipales de Ciudad Real reglamentaban lo referente a las diversiones populares del carnaval por razones de decoro público. La alcaldía podría restringir en sus bandos los privilegios habituales de las máscaras: y en todo caso “cualquier agente de la autoridad podrá exigir se guarde el decoro debido —que nadie cumplía— en los sitios que acudan máscaras… los carruajes marcharán al paso, en ordenada fila, sin que por ningún concepto se consienta que vayan enmascarados sus conductores…” (sic).
En 1919, por el brillante resultado de los primeros desfiles de carrozas en el Paseo de Alarcos (futuro Parque Gasset), el Sr Cruz fue felicitado por la feliz idea. Por cierto: que un coche infantil en el que iban los niños de los señores Badía, Roldán y Cárdenas, que fue el segundo premio de carrozas, representaba el mapa de España y unas formidables tijeras dispuestas a separar de él a Cataluña “Que ni puede ni debe separarse”, según decía un amplio rótulo sobre dicha carroza.
La Generalitat catalana por esa época ya reivindicaba dicha idea, que evidentemente no era nueva precisamente. Pero casi un siglo más tarde de estos acontecimientos (año 2012), tal como hoy acontece, surge de nuevo en el candelero político español la idea secesionista.
Así pues, en el Carnaval de Ciudad Real de principios del siglo XX, con sus máscaras y sus bromas, se exhibían muy destacados los propósitos patriotas de los manchegos respecto al escabroso tema.
José Golderos Vicario. Diario “Lanza”,
lunes 18 de Febrero de 2013
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