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domingo, 6 de marzo de 2022

EL REGAZO DE CIUDAD REAL(II)

 



Para mi buena compañera de trabajo en el Instituto de la Vid y del Vino de Castilla-La Mancha, Victoria Angulo, ciudarrealeña joven y guapa, yo escribí un poema, como homenaje en el día de nuestra boda en Barrax (Albacete). En Albacete, donde celebramos el banquete, mientras degustábamos las ricas viandas del Restaurante Don Gil, Marieta y yo les ofrecíamos un poema del lugar de cada familia invitada. ¡Cuántas cosas lleva consigo una boda! 1Por qué no una más? Desde Aldaya Paterna (Valencia) Valdepeñas, Alcázar de San Juan, Tomelloso, Jaén, Orense, Ciudad Real... Yo me ha gustado hablar muchas veces con mis amigos de sus pueblos. Así se aprende no sólo la llamada "geografía de la percepción", sino de la simpatía, de la alegría, la geografía sentimental, la de la hermandad de la amistad.

La geografía que supo brindarnos con tanta alegría el poeta del Puerto de Santa María, Rafael Alberti: "Nadie sabe geografía mejor que la hermana mía. La anguila azul del canal enlaza las dos bahías... Tus ojos faros del aire, niña me lo han descubierto. ¡Adiós, mi dulce vigía! Nadie sabe Geografía mejor que la hermana mía".

En el Albacete de Villacerrada empezaron abrirse las antiguas puertas de Ciudad Real, para que el viento cálido del verano llegara con sus dulces efluvios unir las dos ciudades hermanas en ese punto medio de distancia, que es el manantial del vino de Tomelloso.

A mi compañera Victoria Angulo, ciudarrealeña dulce, cariñosa, entrañable y generosa.

 



Puertas de Ciudad Real/ abiertas en sus murallas/ cayeron más de cien torres/ siete puertas allanadas/ Alarcos, La Calahorra/ del Carmen y de Granada/ la de Ciruela muy bella/ y alta la de Calatrava. /Testimonio del pasado/ la de Toledo se alza/ monumento de la historia/ y reliquia de murallas/ que formaban una elipse/ de Villa Real cercada.

Y el romance continuaba con su cantilena como la historia con su monotonía, hasta que llega un día que se ve, como Ciudad Real, despojado del cíngulo de piedra de sus murallas.

Puertas abiertas de día/ por donde el pueblo pasaba/ y por la noche la luna/ sus murallas plateaba/ y el menguante de su alfanje/ en sus torres se afilaba.

Ciudad Real echó sus murallas "a rodar", como diría un andaluz castizo, y convirtió su cinturón en la Ronda, para estrechar la ciudad en un abrazo de amor.

Desafiando los siglos/ la de Toledo se alza/ y allá por el Torreón/ la muralla desdentada,/ en donde buscan los jóvenes/ el bullicio la parranda/ olvidándose el tiempo/ y encontrándose sus almas/ estrechadas en un lazo/ donde Eros tiende las alas/ para unir dos corazones/ que se funden se aman. /Y hablan los cuentos de amor/ los romances lo cantan,/ que Villa Real fue un sueño de torres de murallas.

Un día, nuestra amiga Victoria Angulo se marchó Córdoba para realizar un trabajo de investigación sobre el aprovechamiento de los sarmientos. Yo había perdido el romance, pero ella lo tenía en su habitación, como encantado por la luz, el aire restallante y el calor sofocante de la ciudad de los Califas, abanicada por las cabelleras de palmas de sus palmeras.




El barrio cristiano fue el del primitivo asentamiento, donde se afincó la nobleza linajuda, y ocupó toda la zona sur, de la plaza del Pilar las puertas de la Mata y Ciruela. El barrio de la morería iba de la puerta de Santa María la de Alarcos, limitado por el interior por lo que hoy son las calles Postas y Reyes. El barrio de la judería estaba ubicado en la zona oriental de la ciudad entre las puertas de la Mata y de Calatrava. El centro de la ciudad estaba en la plaza Mayor, siendo punto de unión de reunión, mercado y alcaicería.

En esta ciudad medieval se levantan señeras sus tres parroquias: Santiago, del siglo XIII; San Pedro, de finales del XIV; y Santa María, de principios del XV, aunque existen diversas versiones sobre su origen y edificación.

Con la expulsión de los moriscos (1609), la ciudad entra en decadencia estará dominada por dos estamentos: el nobiliario de los Treviño, y los Muñoz, que representan la oligarquía ganadera.

El sector agrario fue creciendo en detrimento del industrial, y con la llegada de los moriscos creció el número de hortelanos pues así lo dice el viejo proverbio: "Quien tiene un huerto lo cuida un moro, tiene un tesoro.

La expulsión de los moriscos fue seguida de una serie de calamidades: sequías, plagas de langosta, malas cosechas, encarecimiento del trigo, pestes, viruelas... todo ello hará que entre 1600 y 1750 la población se estanque crezca. El cuestionario enviado en 1751 por el Marqués de la Ensenada Ciudad Real dice que la ciudad tenía 7.650 habitantes, que vivían en 1200 casas y que había otras tantas en ruinas. La población se dedicaba: un 64 al sector agrario; un 18 la industria manufacturas; un 18 al comercio y a los servicios. Y estos son los datos de una población que irá creciendo en los dos últimos siglos hasta convertirse en la capital de la tercera provincia más grande de España. Aunque para nosotros siempre tendrá Ciudad Real ese sabor entrañable de regazo materno que ha sabido acogernos con llaneza y con franqueza todos los provincianos.

 

Lucilo López Ramírez. Diario “Lanza”, sábado 20 de mayo de 2006

 


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