Este
año el cartel oficial de la Semana Santa, muestra un primer plano de la imagen
de Jesús Caído, conocida por la Hermandad del Comercio
Se cumplen cuatrocientos años desde la
fundación de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído, nacida en 1605 con el
nombre de Hermandad de la Santa Cruz para venerar el lignum crucis que aún hoy
se conserva en la parroquia de San Pedro.
Su actual denominación le viene dada
porque en 1652 se convirtió en cofradía de Semana Santa al hacerse cargo del
paso de Jesús con la cruz a cuestas, que pertenecía a la Hermandad del
Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, comenzando a salir procesionalmente
el Viernes Santo por la mañana.
A principios del siglo XX, la hermandad
realizó importantes innovaciones. En 1903, los cofrades empezaron a vestir una
nueva túnica, diseñada por el maestro sastre Bernabé Coello y compuesta por
sotana y capillo morados, cíngulo amarillo y capa blanca con el emblema de la
hermandad en plata en el lado izquierdo, alumbrando los hermanos con gruesos
cirios. Más tarde, la antiquísima imagen de Jesús, descrita por Julián Alonso
como “el suave Jesús Caído, mejor que el que le sustituyó después”, fue
reemplazada por un nuevo misterio del escultor valenciano Venancio Marco Roig,
formado por las tallas de Jesús Caído y el Cirineo.
Antiguo
paso de Jesús Caído del escultor valenciano Venancio Marco Roig, estrenado en
la Semana Santa de 1912
Uno de los principales impulsores de la
hermandad en aquella época fue Facundo Fernández, quien llegaría a ser
presidente de la Cámara de Comercio.
Posteriormente, se produjo un notable
decaimiento de la cofradía, hasta llegar a ser la menos numerosa de Ciudad
Real. De hecho, en 1922 la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído contaba con
apenas una veintena de hermanos, y la prensa de la época la consideraba como la
más arcaica de nuestra Semana Santa, tanto por su túnica como por su paso,
debido a las grandes mejoras introducidas por el resto de cofradías.
Afortunadamente, existía por aquel
entonces en Ciudad Real la Comisión para el Fomento de la Semana Santa, creada
con el objetivo de engrandecerla. Gracias a su mediación, y pocos días antes de
la Semana Santa de 1923, concretamente el viernes 2 de marzo, tuvo lugar en el
Ayuntamiento una reunión para tratar de reorganizar la hermandad. La sesión fue
presidida por los tres párrocos de la ciudad, Emiliano Morales Rivera, de San
Pedro; Florencio Fernández de Yepes Bastante, de Santa María; y Alejandro La
Pastora Alonso, de Santiago; y también acudieron los demás miembros de la
Comisión. Asistieron muchos propietarios de comercios de Ciudad Real, que
tenían la intención de hacerse cargo de la hermandad. Se estudiaron las medidas
a tomar, estando todos de acuerdo en sumarse a los escasos hermanos con que
contaba.
Túnica
que estrenaron los hermanos en 1923 que tenía la particularidad de llevar cola
recogida en un brazo
De entre los presentes se nombró una
comisión encargada de incorporar el mayor número posible de nuevos cofrades
entre los comerciantes que no habían asistido y proponer los modelos para las
nuevas túnicas.
Días después tuvo lugar una nueva
reunión, donde se concretaron aún más los pasos a seguir. A ella acudieron más
propietarios de comercios que a la anterior y se presentaron las nuevas
túnicas, diseñadas por un jovencísimo José Mur Escolá, cuya idea original
consistía en sotana de lana blanca bordada en oro, manto largo de seda morada
cogido al brazo, capillo de seda morada bordado en oro cuya extremidad
posterior caería por todo el largo de la túnica rematando en una borla de oro y
fajín también morado. Los penitentes llevarían una varita dorada en forma de
cetro con los emblemas del comercio entrelazados con los de la Pasión.
La sesión terminó con la elección de la
nueva junta directiva: Presidente Hermano Mayor, José Navarro; Vicepresidente,
Emiliano Casajús; Secretario, Carmelo Coello; Tesorero, Tomás de la Fuente;
Vocales, Luis Ballester, Joaquín Rico, Mariano Jurado y Manuel Espadas. Para el
cargo de Capellán se propuso al presbítero Antonio León Monescillo.
El 30 de marzo de marzo de 1923, Viernes
Santo, se pudieron ver los primeros resultados de estas gestiones, aunque algo
improvisados por la premura de tiempo. Se iniciaba de esta manera una nueva
etapa de esplendor en la historia de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído,
que comenzó a ser conocida popularmente como la hermandad del Comercio.
En años posteriores, se introdujeron
reformas de importancia, como el bordado de las túnicas, varios grupos
alegóricos de niños representando personajes de la Pasión, así como el proyecto
de un Vía Crucis formado por cuadros de lato relieve colocados bajo artísticos
doseletes que serían llevados a hombros, en medio de las dos filas de cofrades,
por catorce parejas de jóvenes vestidos de galileos con túnica y manto propios
de la época. Además, en 1929 la cofradía estrenó cuatro banderas de legionarios
romanos y un grupo de heraldos a caballo, a la usanza del siglo XV, que le
precedían.
Pero el gran objetivo era la sustitución
del paso, que no terminaba de convencer. La adquisición de uno nuevo supondría
un enorme esfuerzo económico, ya que lo que se pretendía era tener una gran
obra de imaginería, escogida entre los más afamados escultores de España.
Estandartes
diseñados por José Mur Escolá
En junta general de hermanos celebrada a
mediados de marzo de 1925, se recaudaron más de 4.000 pesetas entre los
asistentes, que unidas a los donativos recogidos con anterioridad, hacían un
total de 7.000, cantidad que, sin embargo, aún no llegaba ni a la mitad de la
importante suma que estaba previsto invertir en el nuevo paso.
A partir de 1926, empiezan a aparecer en
la prensa nombres de posibles escultores para el nuevo misterio, sonando con
fuerza el aragonés Felipe Coscolla Plana, que estrenaba ese mismo año en Ciudad
Real el paso de la Coronación de Espinas. Al año siguiente se amplía la nómina
con el bilbaíno Quintín de la Torre y el palentino Victorio Macho. En 1931 se
habla del valenciano Mariano Benlliure y los sevillanos Coullaut Valera y
Antonio Illanes, entre otros. Pero finalmente aquella ilusión no podría hacerse
realidad, debido a la escasez de recursos económicos y las dificultades de toda
índole que vivieron las cofradías en tiempos de la II República.
Después, todo aquel esplendor logrado
por años de esfuerzo y dedicación, quedaría reducido a cenizas, a causa del
odio y la ignorancia, en el oscuro periodo de la Guerra Civil.
El
paso de Jesús Caído tal y como procesionó a partir de 1948
Pero gracias a la labor de la Comisión
Permanente de Semana Santa, en 1943 llegó a Ciudad Real un nuevo misterio,
tallado por el escultor conquense Luis Marco Pérez, y compuesto por tres
imágenes, Jesús Caído, el Cirineo y un sayón. De nuevo el gremio del Comercio
se hizo cargo de él, restableciendo los lazos que lo unían a la hermandad.
Bajo el mandato de Lorenzo Montero Buiza
como Hermano Mayor, se dieron los pasos necesarios para reconstruir todo lo
perdido. Se completó el misterio con dos imágenes más, la Verónica y una Santa
Mujer, y se confeccionaron nuevas túnicas para los nazarenos, suprimiendo el
manto cogido al brazo que hasta entonces llevaban.
Más tarde, cuando el Hermano Mayor era
Alfonso Navarro Villodre, se reformó el paso y se estrenaron unos nuevos
respiraderos sin calar con relieves dorados diseñados por Jerónimo Luna. Se
confeccionó una numerosa colección de reposteros, estandartes y gallardetes
obra de José Mur, alguno de ellos con pinturas de importantes artistas como
Vela Siller. Y en 195 se añadió a las túnicas de los penitentes una capa de
raso en color morado, descartando de esta forma el color blanco que
originalmente se había escogido.
En
el año 1952 se añadió la capa a la túnica de los hermanos
El decidido impulso de empleados y
propietarios de comercios pondría a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído a
la cabeza de las cofradías ciudarrealeñas, llegando a ser la más numerosa e
importante de nuestra Semana Santa en los años cincuenta y sesenta, época en la
que destacaba por la gran cantidad de bandas, tanto de música como de cornetas
y tambores, que la acompañaban durante la procesión, hasta cinco en algunas
ocasiones. Aquellos tiempos fueron sin duda los de mayor brillantez en toda la
historia de la cofradía.
La vinculación de tantos años entre el
gremio del Comercio y la hermandad tomó carácter oficial cuando en 1987 la
Cámara de Comercio e Industria de Ciudad Real fue nombrada Hermana Mayor
Honoraria Perpetua, motivo por el que una representación de dicha institución
acompaña a la cofradía cada Viernes Santo. Posteriormente, en 1999 se hizo
entrega de un cetro para la procesión al vocal de dicho organismo, en
representación de su presidente.
El próximo Viernes Santo, la Hermandad
de Nuestro Padre Jesús Caído, la hermandad del Comercio, recorrerá una vez más,
si el tiempo no lo impide, las calles de Ciudad Real en la luminosa y bella
mañana pasionaria de Viernes Santo.
Alberto
Carnicer Mena, Ciudad Real Cofrade, Revista Oficial de la Semana Santa de
Ciudad Real 2005
El
paso de Jesús Caído en la calle Cuchillería la mañana del Viernes Santo.
Fotografía que nos muestra los cientos de ciudadrealeños que presenciaban los
desfiles procesionales en los años cincuenta del pasado siglo. También la
fotografía podemos ver cómo ha cambiado el urbanismo de la calle, de todas las
construcciones que se ven tan solo pervive el hotel Alfonso X el Sabio
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