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miércoles, 2 de marzo de 2016

JESÚS CAÍDO, LA HERMANDAD DEL COMERCIO


 
Este año el cartel oficial de la Semana Santa, muestra un primer plano de la imagen de Jesús Caído, conocida por la Hermandad del Comercio

Se cumplen cuatrocientos años desde la fundación de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído, nacida en 1605 con el nombre de Hermandad de la Santa Cruz para venerar el lignum crucis que aún hoy se conserva en la parroquia de San Pedro.

Su actual denominación le viene dada porque en 1652 se convirtió en cofradía de Semana Santa al hacerse cargo del paso de Jesús con la cruz a cuestas, que pertenecía a la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, comenzando a salir procesionalmente el Viernes Santo por la mañana.

A principios del siglo XX, la hermandad realizó importantes innovaciones. En 1903, los cofrades empezaron a vestir una nueva túnica, diseñada por el maestro sastre Bernabé Coello y compuesta por sotana y capillo morados, cíngulo amarillo y capa blanca con el emblema de la hermandad en plata en el lado izquierdo, alumbrando los hermanos con gruesos cirios. Más tarde, la antiquísima imagen de Jesús, descrita por Julián Alonso como “el suave Jesús Caído, mejor que el que le sustituyó después”, fue reemplazada por un nuevo misterio del escultor valenciano Venancio Marco Roig, formado por las tallas de Jesús Caído y el Cirineo.

 
Antiguo paso de Jesús Caído del escultor valenciano Venancio Marco Roig, estrenado en la Semana Santa de 1912

Uno de los principales impulsores de la hermandad en aquella época fue Facundo Fernández, quien llegaría a ser presidente de la Cámara de Comercio.

Posteriormente, se produjo un notable decaimiento de la cofradía, hasta llegar a ser la menos numerosa de Ciudad Real. De hecho, en 1922 la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído contaba con apenas una veintena de hermanos, y la prensa de la época la consideraba como la más arcaica de nuestra Semana Santa, tanto por su túnica como por su paso, debido a las grandes mejoras introducidas por el resto de cofradías.

Afortunadamente, existía por aquel entonces en Ciudad Real la Comisión para el Fomento de la Semana Santa, creada con el objetivo de engrandecerla. Gracias a su mediación, y pocos días antes de la Semana Santa de 1923, concretamente el viernes 2 de marzo, tuvo lugar en el Ayuntamiento una reunión para tratar de reorganizar la hermandad. La sesión fue presidida por los tres párrocos de la ciudad, Emiliano Morales Rivera, de San Pedro; Florencio Fernández de Yepes Bastante, de Santa María; y Alejandro La Pastora Alonso, de Santiago; y también acudieron los demás miembros de la Comisión. Asistieron muchos propietarios de comercios de Ciudad Real, que tenían la intención de hacerse cargo de la hermandad. Se estudiaron las medidas a tomar, estando todos de acuerdo en sumarse a los escasos hermanos con que contaba.

 
Túnica que estrenaron los hermanos en 1923 que tenía la particularidad de llevar cola recogida en un brazo

De entre los presentes se nombró una comisión encargada de incorporar el mayor número posible de nuevos cofrades entre los comerciantes que no habían asistido y proponer los modelos para las nuevas túnicas.

Días después tuvo lugar una nueva reunión, donde se concretaron aún más los pasos a seguir. A ella acudieron más propietarios de comercios que a la anterior y se presentaron las nuevas túnicas, diseñadas por un jovencísimo José Mur Escolá, cuya idea original consistía en sotana de lana blanca bordada en oro, manto largo de seda morada cogido al brazo, capillo de seda morada bordado en oro cuya extremidad posterior caería por todo el largo de la túnica rematando en una borla de oro y fajín también morado. Los penitentes llevarían una varita dorada en forma de cetro con los emblemas del comercio entrelazados con los de la Pasión.

La sesión terminó con la elección de la nueva junta directiva: Presidente Hermano Mayor, José Navarro; Vicepresidente, Emiliano Casajús; Secretario, Carmelo Coello; Tesorero, Tomás de la Fuente; Vocales, Luis Ballester, Joaquín Rico, Mariano Jurado y Manuel Espadas. Para el cargo de Capellán se propuso al presbítero Antonio León Monescillo.

 

El 30 de marzo de marzo de 1923, Viernes Santo, se pudieron ver los primeros resultados de estas gestiones, aunque algo improvisados por la premura de tiempo. Se iniciaba de esta manera una nueva etapa de esplendor en la historia de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído, que comenzó a ser conocida popularmente como la hermandad del Comercio.

En años posteriores, se introdujeron reformas de importancia, como el bordado de las túnicas, varios grupos alegóricos de niños representando personajes de la Pasión, así como el proyecto de un Vía Crucis formado por cuadros de lato relieve colocados bajo artísticos doseletes que serían llevados a hombros, en medio de las dos filas de cofrades, por catorce parejas de jóvenes vestidos de galileos con túnica y manto propios de la época. Además, en 1929 la cofradía estrenó cuatro banderas de legionarios romanos y un grupo de heraldos a caballo, a la usanza del siglo XV, que le precedían.

Pero el gran objetivo era la sustitución del paso, que no terminaba de convencer. La adquisición de uno nuevo supondría un enorme esfuerzo económico, ya que lo que se pretendía era tener una gran obra de imaginería, escogida entre los más afamados escultores de España.

 
Estandartes diseñados por José Mur Escolá

En junta general de hermanos celebrada a mediados de marzo de 1925, se recaudaron más de 4.000 pesetas entre los asistentes, que unidas a los donativos recogidos con anterioridad, hacían un total de 7.000, cantidad que, sin embargo, aún no llegaba ni a la mitad de la importante suma que estaba previsto invertir en el nuevo paso.

A partir de 1926, empiezan a aparecer en la prensa nombres de posibles escultores para el nuevo misterio, sonando con fuerza el aragonés Felipe Coscolla Plana, que estrenaba ese mismo año en Ciudad Real el paso de la Coronación de Espinas. Al año siguiente se amplía la nómina con el bilbaíno Quintín de la Torre y el palentino Victorio Macho. En 1931 se habla del valenciano Mariano Benlliure y los sevillanos Coullaut Valera y Antonio Illanes, entre otros. Pero finalmente aquella ilusión no podría hacerse realidad, debido a la escasez de recursos económicos y las dificultades de toda índole que vivieron las cofradías en tiempos de la II República.

Después, todo aquel esplendor logrado por años de esfuerzo y dedicación, quedaría reducido a cenizas, a causa del odio y la ignorancia, en el oscuro periodo de la Guerra Civil.

El paso de Jesús Caído tal y como procesionó a partir de 1948

Pero gracias a la labor de la Comisión Permanente de Semana Santa, en 1943 llegó a Ciudad Real un nuevo misterio, tallado por el escultor conquense Luis Marco Pérez, y compuesto por tres imágenes, Jesús Caído, el Cirineo y un sayón. De nuevo el gremio del Comercio se hizo cargo de él, restableciendo los lazos que lo unían a la hermandad.

Bajo el mandato de Lorenzo Montero Buiza como Hermano Mayor, se dieron los pasos necesarios para reconstruir todo lo perdido. Se completó el misterio con dos imágenes más, la Verónica y una Santa Mujer, y se confeccionaron nuevas túnicas para los nazarenos, suprimiendo el manto cogido al brazo que hasta entonces llevaban.

Más tarde, cuando el Hermano Mayor era Alfonso Navarro Villodre, se reformó el paso y se estrenaron unos nuevos respiraderos sin calar con relieves dorados diseñados por Jerónimo Luna. Se confeccionó una numerosa colección de reposteros, estandartes y gallardetes obra de José Mur, alguno de ellos con pinturas de importantes artistas como Vela Siller. Y en 195 se añadió a las túnicas de los penitentes una capa de raso en color morado, descartando de esta forma el color blanco que originalmente se había escogido.

 
En el año 1952 se añadió la capa a la túnica de los hermanos

El decidido impulso de empleados y propietarios de comercios pondría a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído a la cabeza de las cofradías ciudarrealeñas, llegando a ser la más numerosa e importante de nuestra Semana Santa en los años cincuenta y sesenta, época en la que destacaba por la gran cantidad de bandas, tanto de música como de cornetas y tambores, que la acompañaban durante la procesión, hasta cinco en algunas ocasiones. Aquellos tiempos fueron sin duda los de mayor brillantez en toda la historia de la cofradía.

La vinculación de tantos años entre el gremio del Comercio y la hermandad tomó carácter oficial cuando en 1987 la Cámara de Comercio e Industria de Ciudad Real fue nombrada Hermana Mayor Honoraria Perpetua, motivo por el que una representación de dicha institución acompaña a la cofradía cada Viernes Santo. Posteriormente, en 1999 se hizo entrega de un cetro para la procesión al vocal de dicho organismo, en representación de su presidente.

El próximo Viernes Santo, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Caído, la hermandad del Comercio, recorrerá una vez más, si el tiempo no lo impide, las calles de Ciudad Real en la luminosa y bella mañana pasionaria de Viernes Santo.

Alberto Carnicer Mena, Ciudad Real Cofrade, Revista Oficial de la Semana Santa de Ciudad Real 2005

 
El paso de Jesús Caído en la calle Cuchillería la mañana del Viernes Santo. Fotografía que nos muestra los cientos de ciudadrealeños que presenciaban los desfiles procesionales en los años cincuenta del pasado siglo. También la fotografía podemos ver cómo ha cambiado el urbanismo de la calle, de todas las construcciones que se ven tan solo pervive el hotel Alfonso X el Sabio


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