La
carrera.-Domingo de Ramos.- La Santa Espina.-Procesiones del Resucitado.-
Reformas
No puedo decir nada de la Semana Santa
de “HOY”. No la conozco. Precisamente este año quiero verla, y me gustaría
hallarla como debe ser y seria famosa: Castellana. Manchega. Con sus colores
tradicionales –encarnado, en Santiago; morado en San Pedro; negro en Santa
María-; sin injertos de moderna confitería levantina: sin contraproducentes
plagios de barroquismo andaluz: CASTELLANA, MANCHEGA, pero, eso sí, ¿por qué
cofradías nuevas cuando otras, que fueron, yacen pidiendo resurgir y ostentar a
la cabeza de sus estatutos, el bien merecido titulo de Inmemorial o Venerable o
Antigua o Centenaria o Tradicional?
Vaya un emocionado recuerdo para las
señeras tallas de las Pasionarias idas “AYER”. Para vosotros: Nazareno dolorido
de larga cola “BORDA” mirando al frente sin desfallecimientos: Hombre y Dios;
Cristo de la Piedad, austero, castellano; suntuosa “Dolorosa” de la Catedral; Soledad
“chiquita y bonita”; Virgen de los Dolores, humilde y bella perchelera; Niño
Jesús –gastador de nuestras procesiones- con pompuda túnica encarnada, morada,
negra, con melenita rizada a tirabuzones menuditos, con carica lindamente
llorosa…
¿De la Semana Santa de “ANTEAYER”?...
Vamos a escarbar en papeles viejos, en cosas oídas, en historias seriotas, en
leyendas y tradiciones y ¡que hablen, que hablen por sí!
LACARRERA
La Carrera era, “ANTEAYER” muy diferente
a la clásica, y recortada, actual. “La Estación de Semana Santa antigua pasaba
de las Dominicas, monjas del Monasterio de Ntra. Sra. de Alta Gracia, a San
Antón, a los Remedios, a la calle de Pedrera, a las Carmelitas. Se cortó el año
1686”.
Soñemos el cuadro: Primeras horas de la
noche de Jueves Santo. Lejanas, las hoscas murallas serrando, con sus almenas
bruñidas de luna llena, el claro cielo de Parasceve. Las paredes de la Pedrera,
ictéricas de luces mortecinas, con manchas de sombras largas de largos
capirotes de penitentes rojos, desordenados, con largas colas. En medio, el
goticismo del secular Cristo de la Caridad de Santiago, greñudo, cetrino, con
“enagüillas” de terciopelo grana, enclavado en cuadrada Cruz negra, con aristas
doradas, y en las andas, a los pies del crucificado, faroles de muerto, de
cristal y hojalata, iluminando espaldas desnudas y chorreantes de penitentes de
azotes… ¡Semana Santa, La Mancha!
Seguramente, al reformar el recorrido,
desde últimos del siglo XVII, empezaron las procesiones a desfilar, de las
Dominicas a las Carmelitas, por la calle de la Estrella y por la calle de la
Estación, que de ello tomaría nombre. Para darles más solemnidad se ampliaría
el itinerario, con posterioridad reciente, con las calles de Tintoreros,
Calatrava y Toledo, pasando así, además, por las tres Parroquias una vez que,
elevada a Catedral la de Santa María, pasó la iglesia de los exclaustrados
frailes de la Merced a hacer los oficios de parroquial. A recibir las
procesiones salían, a la puerta de sus templos, el clero propio con Cruz alzada.
Los pasos y los hermanos, entraban en las iglesias.
No hace muchos años se retocó el
itinerario. A lo que parece, y es de desear, quedó como único y definitivo,
pero perdió tipismo.
DOMINGO
DE RAMOS
En Ciudad Real, la función de ese día
“es la más antigua y se celebraba, por la Parroquia de San Pedro, en la ermita
de San Lázaro”, situada más allá de la puerta de Alarcos. Un buen día, la
Ciudad, “por privilegio particular y exclusivo –del cual no hay constancia en
documento alguno, pero que consagró la costumbre- dispuso hacer la bendición de
los Ramos en las Casas Consistoriales, y así se celebraba”. Singularísimo caso
en España. En el siglo XVIII ya se hacía en la Parroquia de San Pedro.
LA
SANTA ESPINA
D. Fernando de la Cerda, primogénito de
N. S. y Fundador, el Rey D. Alfonso, el Sabio, murió, de enfermedad, en
Villarreale, en 5 de Agosto de 1275. A D. Alfonso y a sus nietos, los Infantes
de la Cerda, arrebatóles la Corona el hijo del primero; el Bravo D. Sancho, el
IV.
Escuchad, ahora, lo que relata la
Leyenda ¿incierta?... ¡pero bella!:
“Por algunos meses depositado estuvo
depositado el cadáver del Infante en la Parroquia de Santiago. Luego se lo
llevaron a enterrar a las Huelgas de Burgos. En recuerdo del piadoso depósito,
D. Sancho regaló a la iglesia una de las 72 espinas de la corona del Redentor.
También, como memoria, erigióse en Santiago, pasando el tiempo, la Capilla de
San Benito, donde los “SAMBENITADOS DE LA CRUZ VERDE” celebraban sus cultos y
que hoy se llama del Sto. Cristo de la Caridad. Su clero constaba de cuatro
sacerdotes. En la clave de la bóveda, por ser de fundación real, se veían las
armas de Castilla y León. De sus murallas colgaba una pequeña cadena”.
“La Hermandad de la Santa Espina fue
fundada por D. Fernando de Nureña, criado del Serenísimo Sr. Principe D.
Alberto, y por su mujer Doña Ursula de Castro. La Hermandad se reunía y
guardaba sus caudales –arca de la cera, pendón, etc.-, en la Sala de la Santa
Espina”.
¿Sería esta sala, la citada capilla?
Baraje la severa Historia la inscripción
del enterramiento de la Capilla, la antigüedad y hechura de los arcos, fechas,
datos, razonamientos… y, con rectitud de tiralíneas, defienda sus fueros,
écheme en cara los errores y, ¡ojalá! díganos la verdad cierta de todo ello, pero
hoy, mientras tanto, quédame con la adormecedora, alaba, bella y dulce leyenda
de la Tradición, con colorines de fantasía y aromas de alhucema en arca vieja.
En las postrimerías del siglo XVIII, el
Pendón de la Santa Espina fue renombrado en Ciudad Real. “El palo era medio
CUARTON de modo que el trabajo y la fatiga de llevarlo toda la Estación, y más
si corría viento, solo podían hacerlo hombres esforzados, y estos eran el TIO
MANGAS VERDES o el TIO CALCETAS (bebiéndose media arroba de vino antes de salir
y otra media después de la procesión). La tela, a más de medir muchas varas,
era muy pesada. Hubo de suprimirse su salida porque un año iba borracho el TIO
MANGAS VERDES, se le cayó el Pendón e hirió a un penitente de azotes”.
Julián
Alonso Rodríguez. Diario Lanza martes 12 de abril de 1949
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