Bello
rostro de la desaparecida imagen de la Soledad
Claro es, que vamos a ocuparnos de las
Santas Imágenes, que representan a la Madre Dolorosa después de la crucifixión
de su amado Hijo, Redentor del Mundo.
Ni hemos de referirnos a los bellísimos pasos
de la Mater Dolorosa, que esta pasada Semana Santa, vimos con gran emoción
cerrar las procesiones de las tres parroquias. Guiándonos siempre el propósito
de tratar de la Mancha y muy especialmente de cuanto atañe al pasado, al
presente y al porvenir de Ciudad Real, brevemente diremos algo sobre las
antiguas “Dolorosas” que fueron destruidas por el furor iconoclasta en la
última guerra que padecimos.
La Virgencita; pues era de poco tamaño
llamada “La Soledad” la hemos conocido en su ermita o santuario que estaba
situado desde tiempo inmemorial en el centro de la Plazuela del Hospicio, que
al ser demolido el templo por reformas urbanísticas municipales, hace cincuenta
años, que trasladada a la Iglesia del que fue convento de San Juan de Dios en
la calle Dorada, hoy Ruiz Morote y después a San Pedro Apóstol.
Era la Soledad de expresivo rostro,
facciones correctas y de un encanto indecible, siendo sacada en procesión la
noche del Viernes Santo, llevando un precioso manto de terciopelo negro, todo
recamado de bordados en oro.
Fue la camarera mayor de esta Hermandad
doña Soledad Pérez Molina de Gallego y luego doña Guía Gallego de Frías.
Antigua
imagen de la Dolorosa de la Catedral en su paso procesional
La Dolorosa de la Catedral, era la de
más prestancia de Ciudad Real, por su lujoso manto de riquísimos bordados en
oro, alhajas antiguas de gran valor, destacándose la corona de filigrana. Su
camarera doña Carmen Clemente viuda de Cuevas, se afana todos los años con la
Hermandad, para la mejor exposición de la Imagen, que es bellísima con su
expresivo rostro de intenso dolor.
Y por último hablaremos sucintamente de
la Dolorosa de Santiago, de antiguo abolengo, salida de los talleres del gran
imaginero Montañes, al que se achaca la paternidad directa de su admirable
escultura.
Su bellísima cara, tenía la expresión
del agudo dolor sentido por la amantísima Madre, Reina del cielo y de la
tierra, desprendiéndose de sus ojos unas lágrimas que surcaban el incomparable
rostro como gotas de rocío o clarísimos brillantes.
Tengo leído y la tradición lo atestigua
que un prócer de rancio abolengo, de Ciudad Real, don Álvaro Muñoz de Teruel,
que vivía en su casa solariega, hoy Audiencia Provincial, fue el donante de tan
hermosa imagen, veneradísima en el barrio de Santiago, donde tenía su capilla y
ahora la tiene la moderna Virgen de los Dolores.
La corona, que por los punzones era
cordobesa, tenía la inscripción del nombre del espléndido donante.
A mediados del siglo pasado, don Gaspar
Muñoz y Antolinez de Castro, maestrante de Sevilla y Mérida el año del cólera
en su huerta de la Poblachuela, le regaló un riquísimo aderezo de diamantes
rosa que vimos varias veces en la morada de D. Álvaro Muñoz y Jaraba, cuya hija
la señorita doña María Luisa Muñoz y Maldonado, es en la actualidad la camarera
de la Virgen de los Dolores.
Emilio
Bernabeu. Diario “Lanza” jueves 9 de abril de 1953, página 3.
La antigua
imagen de la Dolorosa de Santiago en sus cultos anuales
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