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miércoles, 16 de marzo de 2016

LA ENCLAVACIÓN ASIGNATURA PENDIENTE



La Hermandad de la Enclavación, fundada probablemente en el siglo XVII, hacía su salida penitencial la tarde del Viernes Santo, dentro de la procesión oficial del Santo Entierro, antecediendo a la Cofradía del Santísimo Cristo de la Piedad. Su grupo escultórico rememoraba el momento en que Jesucristo fue clavado en la Cruz, misterio muy poco común en el resto de España. En la última época, sus cofrades vestían túnica negra con botonadura, capillo, guantes y fajín de color morado, éste último terminado en fleco dorado, y zapato negro, alumbrando con artísticos faroles de acetileno.

Como todas nuestras hermandades, perdió su  paso y sus enseres durante la Guerra Civil, y al igual que las demás, trató de reorganizarse posteriormente. De hecho, su hermano mayor, Lorenzo Moraga, fue uno de los asistentes a la reunión en la que se fundó la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa de Ciudad Real, el 16 de junio de 1939.

Las pocas túnicas de la Enclavación que se habían podido salvar de la destrucción participaron, junto con las del resto de cofradías, en la única procesión de Semana Santa que se celebró en 1940, la tarde del Viernes Santo. A partir de entonces, algunas hermandades consiguieron reconstituirse por sus propios medios, algo que para otras resultaba imposible, tanto por motivos económicos como por falta de cofrades.

Con el fin de reconstruir todo lo que seis años antes se había perdido, se creó, el 4 de marzo de 1942, la Comisión Permanente de Semana Santa, en cuya acta fundacional aparece la firma de Lorenzo Moraga, lo que indica la voluntad existente de reorganizar la Hermandad de la Enclavación.

Las primeras gestiones de la recién creada comisión estuvieron encaminadas a recuperar en 1943 la procesión pasionaria de la Parroquia de San Pedro, la mañana del Viernes Santo, para lo que fueron adquiridos los pasos de Nuestro Padre Jesús Caído y el Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, cedidos a sus respectivas hermandades, reconstituidas por los gremios del Comercio y la Sanidad respectivamente.

Pero para el año siguiente la Comisión Permanente se marcó nuevos objetivos, entre ellos reponer la Enclavación, tal como explicaba su presidente, Lorenzo Montero Buiza, entrevistado por el diario Lanza en septiembre de 1943. También se pretendía traer la Oración en el Huerto y el Santo Descendimiento, todo ello si la situación económica lo permitía. Sin embargo, el único paso que estaba ya encargado, con el boceto casi terminado pero aún sin cerrar el acuerdo económico, era el último de los citados, y finalmente sólo éste se estrenó en 1944, con su hermandad reorganizada gracias al gremio de la Construcción.

En la Cuaresma de 1944, y de nuevo en Lanza, Lorenzo Montero, Enrique Pérez e Hilario Richard, que eran presidente, secretario y tesorero respectivamente de la Comisión Permanente, mostraban su deseo de traer para el año siguiente la Enclavación y la Oración en el Huerto. Y en efecto, la tarde del jueves 13 de julio de 1944, reunido el pleno de hermanos mayores, se acordaba adquirir ambos pasos, lo que supondría un gasto total superior a las 60.000 pesetas. Parecía que por fin la Hermandad de la Enclavación resurgiría de sus cenizas, pero tampoco en 1945 llegó el nuevo grupo escultórico.

Mientras tanto, todavía se veían algunas de sus túnicas, que salían con otras cofradías, concretamente el Jueves Santo con el Santísimo Cristo de la Caridad, que aún no había confeccionado las suyas, y parece ser que también con el Santísimo Cristo de la Piedad el Viernes Santo.

Cercana la Semana Santa de 1946, los miembros de la Comisión Permanente declaraban al diario Lanza que la Enclavación era ya el único paso que faltaba por reponer. Incluso tenían en su poder un presupuesto enviado por el escultor que había hecho el antiguo en 1911 y que aún seguía en activo, el valenciano José Romero Tena, pero no se habían decidido al no existir personas dispuestas a hacerse cargo del mismo. Los otros pasos adquiridos por la comisión habían sido entregados cada uno a un gremio, y se quería hacer lo mismo en este caso, por lo que su idea era que los dependientes de comercio reorganizasen la hermandad. Pero esto nunca ocurrió, ya que se integraron en la de Nuestro Padre Jesús Caído.


Pasada la Semana Santa, se produjo el relevo al frente de la Comisión Permanente, abandonándose la idea de recuperar la Enclavación, puesto que al haberse fundado varias hermandades nuevas, su número resultaba ya excesivo. Julián Alonso, en su pregón de 1956, se refirió a esto: “Nos falta la Enclavación, de  belleza espectacular, que sustituyó a los judíos bisojos de puños y cuellos blancos, almidonados. La trajo el párroco Bermúdez y la consumió la guerra, y no hemos restaurado la hermandad. ¿Por qué fundamos cofradías nuevas, novísimas, sin tradición acá, y dejamos perder hasta el recuerdo de las que tanto arraigo tenían?

A pesar de todo, y con el fin de completar la Semana Santa ciudarrealeña, algunas hermandades pensaron adquirir nuevos misterios. Este fue el caso del Ecce Homo, que incluso pidió presupuesto a Antonio Castillo Lastrucci para un paso de la Flagelación, idea finalmente desechada.

Posteriormente llegaría una época de estancamiento, olvidándose cualquier posibilidad de que nuestra celebración pasional se enriqueciera con más pasos.

Pero aún se presentaría otra oportunidad. A finales de los años ochenta y principios de los noventa, nuestra Semana Santa experimentó su importante auge. Se fundaron varias hermandades nuevas y también renació la idea de recuperar la Enclavación, lo que dio lugar a un proyecto que estuvo muy avanzado.

El diario La Tribuna lo publicó en julio de 1991, con un titular contundente: “El paso de la Enclavación saldrá en procesión en la Semana Santa de 1993”. En la información se hablaba someramente sobre el grupo escultórico, que sería obra del madrileño Faustino Sanz Herranz y estaría compuesto por la imagen de Jesús tumbado sobre la cruz, inclinada y apoyada sobre una simulada piedra, junto con otras tallas, entre las que destacaría un soldado romano en el momento de la crucifixión. Completarían el paso dieciséis relieves representando escenas bíblicas y de la Pasión, del mismo autor. El coste de todo el conjunto, realizado íntegramente en madera de nogal, alcanzaría los doce millones de pesetas. Además, se apuntaban algunos detalles sobre la cofradía, aún por concretar, pero la mayoría de ellos inspirados en la antigua.

También el programa Ciudad Real Cofrade, emitido en Onda Cero Radio los viernes a las ocho de la tarde durante varios meses de 1991, se hizo eco de la noticia, dándola por hecha.

Sin embargo, tampoco esta vez el proyecto vería la luz, puesto que fue reconsiderado hasta convertirse en la Hermandad de Nuestro Señor Jesús de las Penas, la cual, efectivamente, haría su primera salida procesional en la Semana Santa de 1993. Al igual que había ocurrido cinco décadas antes, no se recuperó aquel perdido misterio, no con hermandad propia ni formando parte de otra de las ya existentes, desvaneciéndose la ocasión de devolver a nuestra Semana Santa un trozo arrancado de su historia.

Cuando llegue el próximo Viernes Santo, la Hermandad de la Enclavación volverá a faltar a su cita, y su paso no saldrá a la calle por la puerta de la Merced, pero quién sabe si, algún día, su tantas veces acariciada reorganización llegará a ser una realidad.

Alberto Carnicer Mena, Ciudad Real Cofrade, Revista Oficial de la Semana Santa de Ciudad Real 2007


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