El pasado día 13 de Noviembre, leía en este mismo periódico LANZA, la intención del Ayuntamiento de erigir un monumento al Rey Juan II, que otorgó en 1420 el título de "ciudad Ciudad Real. Desde estas líneas expreso mi felicitación por tal iniciativa que demuestra una preocupación no sólo por resaltar la figura de este rey el importante título que otorga nuestra ciudad, sino además el interés de mostrar mediante una obra de arte nuestra historia.
He podido comprobar través de años de docencia, durante los cuales, centenares de alumnos adultos han pasado por mis aulas, el desconocimiento de la historia local. Esto quizá me motivó impartir, mi nivel, una campaña de 'divulgación de ésta, ya que llegué la conclusión de que sin quitarle importancia al conocimiento de los principales movimientos históricos, culturales, económicos, sociales artísticos por los que ha ido pasando España, Eu[1]ropa el mundo, era tanto más la importancia de conocer su entorno, lo más próximo. De amar, través de su conocimiento, su localidad, su provincia su región. Es también el motivo que me ha llevado escribir esta serie de artículos de carácter divulgativo didáctico.
El antiguo Pozo de D. Gil, que partir de su fundación por D. Alfonso en 1255 pasará llamarse Villa Real, ahora gracias al Rey Juan II, alcanza el grado de ciudad.
A través de sus nombres, esta, nuestra
ciudad ha ido ascendiendo en su escalafón de aldea villa de esta ciudad. Desde
el 1420 ostenta este título de "Muy Noble Leal Ciudad Real". Seria
este también el comienzo del que me atrevería llamar "siglo de oro de
Ciudad Real". En estos años llagará esta ciudad gentes de tierras próximas
lejanas ella.
Juan II de Castilla
Fue hijo sucesor de Enrique III. Durante su minoría de edad tuvo como regentes su madre Catalina de Lancaster su tío D. Fernando de Antequera. Reinó en Castilla de 1406 l454. Su reinado caracterizado por conflictos entre la monarquía parte de la nobleza (infantes de Aragón, apoyados por Navarra Aragón) tuvo como hombre de confianza don Álvaro de Luna.
Durante el reinado de Juan II hubo un
renacimiento cultural. El monarca actuó como mecenas del poeta Juan de Mena
otros muchos intelectuales escritores de la época.
Iglesia de Santiago
El templo más antiguo de Ciudad Real, dice el Sr. Ramírez de Arellano, es el de Santiago, contemporáneo de la creación de Villarreal por D. Alfonso el Sabio. Es un edificio de sencilla construcción, hecho de mampostería a excepción de puertas, ventanas y pilares que son de piedra de sillería.
Es posible que se construyera sobre una antigua mezquita, cosa muy habitual durante esta época de Reconquista, en la cual se suplantaban los templos cristianos las mezquitas por el ganador del nuevo término. Está ubicada en el barrio de la judería, que con el crecimiento de la ciudad quedaría dentro de la zona cristiana.
El hecho de que la torre, que actualmente se conserva, tenga una robustez que no guarda armonía con el resto del templo, hace pensar los expertos que pudiera ser restos de un antiguo torreón del cual se conserva una de sus torres una atalaya de vigilancia, que hoy ha sido convertida en campanario.
Es una iglesia de tres naves, más ancha alta la del centro. Están separadas por pilares de ocho ángulos iguales, que sujetan arcos ojivales. Terminan estas naves en ábsides poligonales, siendo el del centro mayor de cinco lados. Cinco ventanas ojivales geminadas iluminan el altar mayor (la luz tiene una gran carga simbólica en estos siglos del gótico) Sus bóvedas son de crucería con nervios apoyados en finas molduras (baquetones) Tiene dos puertas ojivales (al Norte al Sur) con decoración sencilla de puntas de diamante semejante a la de Calatrava la Nueva.
Las cubiertas de las naves han sido descubiertas restauradas son de una gran belleza. Típicamente mudéjares, llamadas de par nudillo. Son de tradición almohade. Tiene decoración vegetal poligonal escudos policromados del Maestre de Calatrava Pedro Muñiz de Godoy de la familia Coello de Portugal de la Orden de Santiago...
En una de las naves laterales, ha aparecido una pintura que representa una escena de la pasión de Cristo. Un dragón de siete cabezas aparece sobre la parte más alta del ábside de la nave central, para apartar el mal, cree la supersticiosa gente de esta época.
La culpa de todo la tiene Graham Bell. ni siquiera él, sino Antonio Meucci, fue el verdadero inventor del teléfono en 1871, aunque, por pobretón, jamás se le reconociera la autoría del invento. Desde aquella primera impostura, hace más de un siglo, no sé si las personas estamos más acompañadas nos sentimos más solas, pero lo cierto es que estamos mejor comunicadas.
Amalio Astilleros Ramos, diario
“Lanza”, sábado 20 de noviembre de 2004
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