Como hemos ido viendo en capítulos anteriores, nuestra ciudad ha ido pasando, través del tiempo, por un calidoscopio de luces sombras. Los siglos XII XIII, habían sido buenos en general. La Reconquista de los cristianos había ido avanzando hasta límites insospechados con ella una incalculable riqueza en oro, como fruto de los tributos (parias) que los reyes moros debían de pagar ahora los cristianos (en siglos anteriores se había producido el fenómeno en sentido inverso).
Por otra parte, las nuevas tecnologías introducidas en la agricultura (nuevos sistemas de riego, el arado de vertedera; nuevos cultivos...) que dieron lugar un considerable aumento de las cosechas con ello al crecimiento de la población al aumento de riquezas. Villa Real se vio favorecida por este cambio.
El profundo sentido religioso de la época hace que parte de esta riqueza se canalice hacia la construcción de templos conventos de religiosos.
En el siguiente siglo, el XIV, se produjo un gran estancamiento de la economía. El rápido crecimiento de la población acaecido en el siglo anterior, había llegado ser superior al de las posibilidades económicas alimentarias del actual. La población de las ciudades, en general, de Villa Real en particular, mal alimentada, fue fácil pasto de enfermedades de epidemias. La peste negra azotó toda España Villa Real en el 1348.
Las pestilencias eran comunes en la vida medieval, las viviendas eran insalubres, zanjas, acumulación de basuras, zonas hundidas de diferente procedencia que acumulaban aguas corrompidas, desperdicios animales en estado de putrefacción, hacían de estos lugares verdaderos focos de infección. Villa Real, igual que muchas otras ciudades, se veía igualmente afectada por esta lacra social. Las ratas, posible medio de transmisión de la peste, pululaban por campos, calles, zanjas incluso viviendas graneros.
En las proximidades de las murallas, entre la Puerta de Calatrava la de la Mata, existían los denominados Terreros. Eran zonas hundidas, que como consecuencia de la extracción de tierra piedras para la construcción de las murallas otras edificaciones, se habían convertido su excavación en lagunas que el tiempo el calor estival corrompía provocaba pestilencias foco de infecciones.
Esta peste negra que tuvo algunos rebrotes en años sucesivos, que junto la coincidencia de años de malas cosechas, incrementaron su agravamiento, provocando un descenso considerable de población.
Esta situación supuso cierta caída del
anterior florecimiento económico por el abandono de los campos, la disminución
del comercio, la falta de mano de obra en los talleres artesanales...Será la
agricultura sobre todo la ganadería la principal actividad económica de esta
zona. Posiblemente porque ésta última necesita de muy poca mano de obra, un
solo hombre, el pastor, es capaz de cuidar de un rebaño considerable.
Nuevos templos: San Pedro
Pero si este siglo XIV es nefasto por la peste, la guerra las malas cosechas, será fructífero por sus nuevas edificaciones de carácter religioso. Comienza la construcción en nuestra ciudad nuevos templos para el culto cristiano. Templos que si bien no alcanzan la categoría de los de otras ciudades con mayor trascendencia política económica como Toledo, Burgos, Sevilla Córdoba... si nos dejan una impronta de la época del nuevo estilo arquitectónico, el gótico.
En este siglo comienzan las obras de construcción de la Iglesia parroquial de S. Pedro del Convento de Nuestra Señora de la Merced.
La Iglesia de San Pedro, que en su origen se denominó de San Pedro San Pablo, parece ser que inicia su construcción en este siglo de tragedias, el XIV, aunque no sería terminada hasta un siglo después, en época de los Reyes Católicos.
De los edificios de la ciudad, es sin duda el que mejor responde las características del nuevo estilo gótico. Trata de dar solución los grandes espacios una mayor luminosidad.
En la Edad Media, las construcciones de este tipo, eran realizadas por expertos maestros. En el caso de la edificación de San Pedro, el maestro constructor, no debía de ser tan experto. Se pueden apreciar defectos de calculo que obligaron modificar su proyecto original.
La poca altura de la nave central con respecto las laterales no tiene una explicación lógica en este momento tipo de construcción. Si observamos con atención, en el interior, existe un cierto desplome de pilares, por la calle la Lanza unos gruesos contrafuertes rompen por completo la armonía delicadeza del gótico.
Tres puertas se abren en el templo: la del
Perdón, situada los pies del templo, frente la antigua cárcel hoy Delegación de
Hacienda. La de la Umbría, de arco apuntado polilobulado de influencia mudéjar,
la del Mediodía que es la más sencilla. En su interior es digno de especial
mención, la Capilla de los Coca. Pero esto será motivo de otro capítulo.
Amalio Astilleros Ramos, diario
“Lanza”, sábado 6 de noviembre de 2004
No hay comentarios:
Publicar un comentario