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martes, 18 de enero de 2022

VILLA REAL (I)

 



Hemos recorrido muchas veces el callejero de Ciudad Real hemos visto ese plano de forma oval de la villa medieval, recordándonos las puertas las murallas de la ciudad: la Ronda de Alarcos, la Ronda de Santa María, la Ronda del Carmen, la Ronda de Toledo, la Ronda de Calatrava, la Ronda de la Mata, la Ronda de Granada y la Ronda de Ciruela. Las murallas de Villa Real las cantó en prosa poética el maestro Azorín, tal vez como la elegía de las murallas de piedras rubias calizas de cal canto, que desaparecieron con la llegada del ferrocarril Ciudad Real. El tiempo había mordido las murallas, pero se mantuvieron, el progreso fue implacable con ellas se las llevó.

Sólo el poeta las podía rescatar por medio del romance la canción: Puertas de Villa Real, abiertas en sus murallas; cayeron más de cien torres, siete puertas allanadas, la de Ciruela, preciosa, la del Carmen, alhajada; /a la clara luz del día/se abre la de Calatrava; Alarcos sueña la historia de un cerro sus cien batallas; mirando hacia Andalucía se recrea la de Granada; la de Toledo se afirma en reciedumbre se alza; Santa María es la fe que se afirma en la muralla. Puertas de Villa Real, que su leyenda proclaman, hoy son el sueño en la Ronda, /donde la historia se para, el aire pasa se olvida/de aquellas firmes murallas.

 



PUERTAS Y RONDAS

 

Las puertas dieron nombre las rondas, conservándose en su poderosa reciedumbre la Puerta de Toledo. La que nos recuerda el poema Medinaceli del poeta Gerardo Diego: "Ciudad del cielo, Medina diamantina, inviolable las mesnadas los ángeles abierta. Ciudad dormida, despierta abre tus alas plegadas. Que tienes ancha la puerta/ sin hojas arrancadas, para perder tus miradas diafragma de gloria cierta".

Ciudad Real no fue la medina musulmana, sino la Villa Real cristiana. La ciudad murada, que el que no entraba por sus puertas de día se quedaba fuera de noche, como dice el adagio. “A la luna de Valencia”.

Había que pasar por una de sus puertas, por eso cada puerta de una ciudad tenía su puerta hermana en otra ciudad. La puerta hermana de la de Toledo en Ciudad Real es la Puerta del Sol de Toledo. Las dos responden al canto de Gerardo Diego, personificando las puertas, ame un gigante centinela: "Que viene ya el sol, jinete, en ristre su lanza de oro. Desabrocha tu sonoro /coselete". Y termina invocando Medinaceli: "Medinaceli soñada, ciudad que yo nunca vi: sueña tú también así, tan despierta; sueña siempre, sueña alerta, las mesnadas, ferrada los ángeles abierta".

Esta es "Medinaceli, ciudad del cielo, Medina". Nuestra villa manchega fue la Villa Real, el enclave estratégico de un Rey para fundar una ciudad.

Así nos ha dejado su testimonio Don Inocente Hervás Buendía en su Diccionario Histórico, Geográfico y Bibliográfico de la Provincia de Ciudad Real:

“El Rey D. Alonso el Sabio, llenando un alto fin político de tener en el Campo de Calatrava una plaza, que la vez que se daba la mano con Toledo Córdoba, contrarrestara el poder pujanza de la ya temida Orden de Calatrava, determinó fundarla en el término de Alarcos, antigua ciudad de Oretania, conservada en el señorío realengo de la Corona de Castilla, bien pesar de las ambiciones de la Orden y sin tener para nada en cuenta sus pretendidos derechos”.




REPOBLAR ALARCOS

 

Nos habla nuestro cronista provincial de los esfuerzos inútiles para repoblar Alarcos, porque "lo insano del lugar retraía a sus pobladores". agrega: "Alonso concibió la feliz idea de crear una "grand Villa bona; e que consservassen, tuviesse entre todos por fuero, que fuesse cabeza de toda aquella Tierra en una de sus aldeas llamada Pozuelo de Don Gil, al que hizo variar este nombre por el de Villa Real".

Nos da información bibliográfica Don Inocente Hervás, hablándonos del estudio: "Historia documentada de Ciudad Real por L. Delgado Merchán, 1907.

También cita Don Inocente la ubicación del Pozo de Don Gil, "del que esta aldea tomó su nombre, estaba en la Plaza del Pilar entre el puente y la primera casa de la calle que va la puerta de Alarcos; lo mandó cegar el intendente Conde de Benagiar porque estorbaba para el paso de su coche, 1764".

Si el despotismo ilustrado se instaló en Ciudad Real, porque quiso el intendente el Pozo Seco cegar, porque así lo quiso un conde, el Conde de Benagiar. Intendente que no entiende/de la vena popular, /la vena oculta del agua que no ha podido brotar, todo porque su coche no lo dejaba rodar.

Lucilo López Ramírez, diario “Lanza”, miércoles 15 de agosto de 2007



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