Vista
de la calle Azucena en las primeras décadas del siglo XX
La ingente tarea de dar a conocer con
detalles el copioso plantel de santos, sabios, héroes, poetas, músicos,
pintores e ingenios de artesanía, que de todo hubo y hay en esta bendita tierra
de la Mancha, es más difícil de lo que parece a primera vista. Así me explico
que Blázquez se limitase a dar una relación de nombres, sin decir en qué
consistían sus méritos, que Hervás aparezca
en muchas ocasiones carente de datos, y que Ramírez de Arellano se haya
concretado a enumerar los que se citan en un M. S. del archivo de la Merced.
Aún contando, como yo cuento con poderosos medios de información en archivos,
bibliotecas públicas y privadas, y ayudas siempre de valía en congregaciones
religiosas, más una férrea voluntad personal puesta por entero a su servicio,
sin escatimar gastos, viajes, ni limitar consultas, hay casos, como el que hoy,
que no quedo satisfecho de mi labor ni obtengo lo que deseo y para realizarlo he
de atar cabos y enlazar notas sueltas de unos y otros.
A pesar de todo quedará patente que el Capitán
Alonso de Céspedes el Bravo, nacido en Ciudad Real, merece ser considerado como
preclaro e ilustre.
La familia de Céspedes era, como la de
Loaisa, Mexía, Villaquirán etc., de rancio abolengo manchego. En el siglo XVI
tenía su casa solariega en el sitio que hoy ocupa la número 14 de la calle
Azucena, y era Jefe de ella don Rodrigo de Céspedes y Villaquirán, esforzado paladín
de empresas guerreras a quien se cita como Capitán en la relación de militares
ilustres de aquellos tiempos que contiene uno de los M.S. del archivo de la
Merced. Casado con doña María Flores de Molina tuvo dos hijos: Rodrigo que fue
bachiller, y Alonso, que atento a las cosas del campo se fue a vivir a tierras
montesinas –según relata el mismo Rodrigo, lamentando su ausencia- Un
importante documento publicado en mi libro “Aulas y estudiantes” nos dio a
conocer al primero: el bachiller Rodrigo de Céspedes y Flores de Molina, padre
del capitán Alonso, y aun nos aclara otra duda: la de que la calle de la
Azucena figure en su historial llamándose de Rodrigo y de Alonso de Céspedes. Veamos
cómo. Nos describe la procesión de la Virgen del Prado de 1587 y dice que salió
el 15 de Agosto de la Santa Iglesia parroquial de Santa María del Prado, la
mayor, por la puerta del Sol hacia las casas que eran de la Chancillería, Plaza
e por la Obrería (hoy calle de María Cristina) a la de Caballeros y por la
calle de don Rodrigo de Céspedes “que es la que viene desde la plazuela de los
treviños a la iglesia de Nuestra Señora”. Bien claro se ve que la calle de Rº
de Céspedes era la de la Azucena pues hasta el 1603 en que quedó fundado el Convento
de las Carmelitas dicha plazuela se llamó de los treviños. Por otra parte el
documento 631 del archivo de la Merced nos dice que en 1719 la calle de la Azucena
se llamaba de Alonso de Céspedes, y tal noticia dio lugar a confusiones que
puntualizando los hechos no debieron existir. El Concejo de Ciudad Real premió
primero al capitán Rodrigo y después a
su nieto Alonso, que por lo visto heredó los laureles y timbres de glorias militares
de su abuelo. Otro detalle que no debe olvidarse es que entonces el rotulado de
calles duraba muchos años y no como en los tiempos modernos que en ocasiones
dura menos que la rosa del azafrán.
Media
armadura del siglo XVI-XVII del Capitán Alonso de Céspedes, el Bravo. Archivo
de la Biblioteca Nacional
Hervás nos da la noticia de que el único
hijo ilustre de Horcajo de los Montes es el Dr. Alonso de Céspedes, Rector de
la Universidad de Alcalá. ¿Sería también nieto
del capitán Rodrigo, hijo por tanto de aquel Alonso, campesino, que se
ausentó de Ciudad Real? Todo está en lo posible.
Y voy a referirme concretamente a lo que
se sabe de Alonso de Céspedes el Bravo. Cuando a principios del siglo XVII se
inició la guerra de los moriscos era ya capitán y conocemos tan solo algunas de
sus proezas y la heroicidad de su muerte. En uno de los hechos de armas tuvo que
pelear el solo contra diez de sus enemigos, matando a nueve, y aunque cubierto
de heridas intentó hacer lo mismo con el décimo, el tropiezo con una piedra o
la debilidad de su cuerpo sangrante le hizo caer al suelo y entonces se le
abalanzó su contrario y acabó con él. Dejó dos hijos Alonso y Fernando, el
primero Regidor perpetuo de esta ciudad, y el segundo Caballero del hábito de
Santiago, que en 1633 ingresaron en la Cofradía de la Virgen del Prado en
unión de doña Catalina de Guevara,
esposa de don Alonso, y de un hijo del caballero, santiaguista llamado también
Alonso, dando por persona “arroba de cera y fanega de trigo”.
La familia de Céspedes fue muy devota de
la Virgen del Prado. Es lo que hoy es capilla de la Dolorosa de la Santa
Iglesia Prioral y en el friso del cornisón en donde se apoya la bóveda, había
años atrás y supongo que existirá todavía, una inscripción de la que solo podía
leerse: 1514. Fue reedificada… por el mayorazgo de don Antonio del Barrio y
doña María del Rosario Muñoz de Loaisa y Salcedo”. Dicha doña María de Céspedes
era hermana del Capitán Rodrigo.
José
Balcázar Sabariegos. Diario Lanza, sábado 18 de diciembre de 1943, página 3.
Grabado
del Capitán Alonso de Céspedes el Bravo
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