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jueves, 27 de septiembre de 2018

LOS SUCESOS OCURRIDOS EN CIUDAD REAL EN 1821 SEGÚN “EL ESPECTADOR”



Nos relataba D. Ramón González Díaz, en el artículo que publicó en el Boletín de Información Municipal sobre “El Paseo del Prado”, reproducido pasados días en este blog, unos sucesos ocurridos en 1821 en torno a la entonces conocida como “Alameda de la Virgen”, hoy jardines del Prado; y la salida de nuestra Patrona a la calle,  hechos que fueron denunciados como desordenes. Nos dice D. Ramón, que de tales sucesos se hizo eco el periódico “El Espectador”, diario publicado en Madrid entre 1821 y 1823, durante el Trienio Liberal. Estos sucesos se reprodujeron en su número del domingo 17 de junio del citado año 1821, en su página 3,  y a continuación reproduzco:

“También en Ciudad Real se ha repetido la escena escandalosa de Toledo. El coronel y oficialidad del dignísimo regimiento infantería de Navarra en exposición que dirigen a S.M., refieren este desagradable suceso, quejándose altamente de la convivencia del clero y alcaldes constitucionales en una escena injuriosa a la religión, porque se toma su nombre sagrado para seducir al pueblo, y prepararle a la sedición.

El hecho no sabemos decir si escita la risa o la indignación. Una débil cañería, que desde cierta huerta conduce el agua a la alameda de Santa María del Prado, hubo de romperse (quizás porque se dispuso así), y como es natural inundó el sitio. Una porción del pueblo preparado de antemano embriagado de fanatismo y de vino, principió a llamar milagro lo que diariamente está ocurriendo, obligó a repicar las campanas, a que se iluminasen las casas, y concluyó esta ridícula farsa con una procesión en que se tiraban las monteras a la santa virgen, y mezclaban sacrílegamente sus vivas con los gritos que anunciaban el desorden de la rebelión.

El coronel y oficiales que han sufrido en este pueblo infinitos desaires, nacidos de la prevención con que son mirados por sus sentimientos patrióticos, afirman que este impío espectáculo iba presidido por los alcaldes constitucionales, consentidores cuando no promotores de él.

Su exposición que está llena de liberalismo, concluye con la oferta solemne de sepultarse, si fuere necesario, entre las ruinas del edificio constitucional.

Nosotros rogamos al gobierno una y mil veces que conjure la guerra que por do quiera trata de encender el fanatismo religioso, mucho más temible y rencoroso aun que el político. No dudamos que removerá los sacerdotes enemigos declarados del estado, que en Toledo y Ciudad Real se prestan a inaquinaciones obscuras, indignas de su carácter y ministerio. También desearíamos que el benemérito regimiento de Navarra fuese prontamente reemplazado, pues esta reducido a tan escasa fuerza, que los oficiales en número de 16, se ven precisados a patrullar de noche con sus asistentes. Por esta causa no se reprime este desorden, viéndose en la necesidad estos valientes de sufrir que a su vista se perturbase impunemente la tranquilidad pública, y ofendiese la magestad de las leyes.

Espíritu público, espíritu público, autoridades activas y entusiastas, sacerdotes de probidad y luces, he aquí lo que necesita Ciudad Real!

Escrito este artículo hemos sabido que el gobierno ha destinado a Ciudad Real 150 caballos del regimiento de Alcántara, que van decididos a no permitir que a su presencia se insulte impunemente el sagrado código de nuestros derechos.”    


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