Imagen
del Beato Fernando Ayala de San José que se encuentra en la sacristía de la S.
I. P. B. Catedral de Ciudad Real
Hoy 1 de junio, es la festividad de San
Fernando Ayala de San José, un beato de la provincia de Ciudad Real, poco
conocido. Nació nuestro Beato en Ballesteros (Ciudad Real); sus padres Hernando
de Ayala y María Fernández eran de sangre noble. Él, sintiéndose llamado a la
vida religiosa, ingresó en el convento agustiniano de Montilla (Córdoba) el 18
de mayo de 1593, profesando el 19 de mayo del año siguiente. Cursó la carrera
eclesiástica en Alcalá de Henares, dando prueba de una gran capacidad
intelectual, por lo que fue invitado a explicar allí un curso de Artes. Sin
embargo, sus inquietudes apostólicas le llevaron a alistarse en una de las
misiones enviadas con destino a las Islas Filipinas, embarcándose en 1603.
En su breve estancia en México, en donde
se retomaban fuerzas para reemprender la travesía del Pacífico, llamó la
atención, desde el primer momento, por sus enfervorizados sermones. Llegó a
Manila en 1604, donde permaneció poco más de un año, pues en 1605 pasó al
Imperio del Sol Naciente, empleando unos meses en aprender la lengua. Pasó
después a trabajar en la ciudad de Bungo y lugares aledaños, donde había
numerosos catecúmenos y cristianos que pedían, aquéllos el bautismo y todos
instrucción. Dice un cronista que en los dos años siguientes bautizó a unos
tres mil, entre adultos y niños. En 1607 regresó a Filipinas a solicitar el envío
de más religiosos. Y con ellos, estaba de vuelta poco después, como
Vicario-Provincial de los Religiosos Agustinos.
En 1612 fundó un pequeño convento en la
ciudad de Nagasaki, del que fue nombrado Prior en la Congregación Intermedia de
la Provincia. Hasta esa fecha pudo trabajar con relativa libertad; fue a partir
de entonces cuando comenzaron las dificultades y persecuciones, no sólo contra
los religiosos sino también contra todos los cristianos. Nuestro fray Fernando
pudo esconderse y, junto con algunos religiosos dominicos, continuar con su
actividad apostólica, decidido a arrostrar los peligros que le amenazaban. Al
saber que en el reino de Omura los cristianos reclamaban la presencia de algún
sacerdote, allá se dirigió en 1617. Tanto él como el dominico fray Alonso
Navarrete pudieron ejercer el apostolado durante algún tiempo, hasta que se
hizo pública su presencia. El reyezuelo de Amura mandó prenderlos. Y el simple
hecho de ser sacerdotes de la Iglesia Católica fue causa suficiente para
condenarlos a muerte. La sentencia fue ejecutada en la isla de Tacaxima, siendo
decapitados a machetazos el 1 de julio del mismo año.
El P. T. de Herrera en su Alfabeto
recoge esta noticia: su cuerpo y el del franciscano fray Pedro de la Ascensión,
martirizado también, fueron depositados en una caja, a la que ataron una gran
piedra y arrojaron al mar. Años más tarde, acaso al pudrirse las cuerdas, salió
a flote la caja con los cuerpos. Descubierta por los cristianos, aunque
exponiéndose gravemente a ser denunciados, recogieron los venerables restos.
Ponderan los cronistas que en muy poco
tiempo fray Fernando había conseguido dominar la lengua japonesa, en la cual
«salió muy experto», tanto que fue capaz de traducir a ella varios libros
devotos, como el Sumario de las Indulgencias de la Santa Correa y una Vida de
san Agustín. A este propósito, escribe el P. J. Sicardo: «para fomento de la
cristiandad de Nagasaki compuso algunos libros devotos y elegantes en lengua
nipona con que aprovecharon mucho los cristianos». También se conservan varias
cartas suyas, algunas de las cuales fueron escritas desde la prisión. Fray Fernando Ayala de San José fue beatificado por el Papa Pío IX el 7 de julio de
1867.
Martirio
del Beato Fernando Ayala de San José en Japón
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