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viernes, 21 de octubre de 2016

BAÑOS DEL EMPERADOR O BAÑOS DE TRUJILLO



El volcanismo del Campo de Calatrava se caracteriza por la abundante presencia de gases, especialmente el CO2 que tiene un importante papel en los procesos eruptivos. La existencia de sistemas geotermales produce vapor y cuando intercepta acúiferos origina los llamados hervideros que son manantiales termales con cierta cantidad de gas. El burbujeo que se forma en la superficie de estas fuentes es lo que les da el nombre  de hervideros, por el que se les conoce popularmente.


Baños del Emperador

La información del Ministerio de Medioambiente y Agricultura dice: Los “Baños del Emperador” fueron originalmente construidos por los romanos como lugar donde se tomaban las aguas medicinales. Se trata de dos pequeñas piscinas de piedra, en las que sorprende el bullir de las aguas. Estas burbujas son el gas, que no siempre aparece en la superficie de los manantiales, ya que puede haber salidas difusas en el entorno, que en su conjunto fuerzan la acumulación de CO2 en las pequeñas hondonadas. La concentración puede ser lo suficientemente alta como para producir el sofoco y muerte de animales. La vegetación también se ve afectada por esta salida puntual y masiva de gases.


Se les conoce también como “los Baños o Hervideros de Trujillo”, que es el apellido de la familia que en la segunda década del siglo XX los adquirió en estado ruinoso para volver a ponerlos en explotación, junto con la adaptación de un viejo cortijo con habitaciones para hospedarse y consultas médicas para los baños.

Los baños del siglo XIX

Don Domingo Clemente, profesor de Escuela Normal e inspector de primera enseñanza escribía en su Guía de Ciudad Real publicada en 1869: “Baños. A una legua de la ciudad se encuentran los llamados Hervideros del Emperador, en la margen derecha del Guadiana. Sus aguas son minerales acidulo-carbónicas sin hierro, y su temperatura de unos 20º R”.


El nombre dado a los hervideros deriva del molino del Emperador, situado aguas abajo. En la zona, también son conocidos como Hervideros de Trujillo, por el apellido del empresario que lo puso en explotación a principios del siglo XIX. Sus aguas fueron declaradas de utilidad pública en marzo de 1883, siendo clasificadas como cloruradas sódicas, bicarbonatadas y acídulas ferruginosas (combinación de hierro, ácido carbónico y cal), siendo indicadas para el escrofulismo (manifestación de la tuberculosis), dolencias estomacales, obstrucciones tanto de hígado como de bazo, desarreglos menstruales, úlceras, neurosis, erupciones cutáneas, etc.

En 1882 se componía de dos casas y diez habitantes. Constaba de dos piscinas, una de llamada de las mujeres, y otra destinada a los hombres. En un anuncio del “Balneario Hervideros del Emperador” se ofrecían habitaciones con cuarto y alcoba al precio de 1 peseta 50 céntimos diarios, y otras, sin alcoba, a peseta. Advierten que no se permitirá bañarse juntas a personas de distinto sexo. Eran, sin duda, otros tiempos.


Los restos actuales

A mí, me descubría este espacio mi amigo Rafael Romero que me guiaba hacia la zona que hasta el momento desconocía. Las ruinas que hoy quedan están gran parte del año inundadas por las aguas del Vicario y son las de unas construcciones del siglo XIX. El negocio, tras el ingente esfuerzo de recuperar los antiguos baños y volverlos a poner en servicio, debió de irles mal a los Trujillo y todo se vino abajo.  Pero el conjunto conserva los valores y el interés histórico de una infraestructura que, basada en un recurso natural como la existencia de agua termal, llevó a la construcción de un conjunto de especial interés. En el momento actual (primera semana de octubre de 2016) los baños han quedado al descubierto y es posible acceder a ellos y documentar la realidad construida.


La casa de baños se ha convertido en un conjunto de edificaciones que mantienen en algunos casos el interés de una arquitectura tradicional con muros encalados, sus cubiertas de teja y sus huecos reducidos. El cartel, transformado, sigue diciendo Casa de Baños. Atravesando los juncos que se han formado en los bordes de la zona a la que llega el río en su máxima crecida se llega al camino que nos llevará hasta los baños. Un camino marcado por la acumulación de piedras volcánicas que definen un itinerario de unos tres metros de anchura que permitía andar sin  mojarse aunque el agua del río hubiese subido a ambos lados. Grandes bloques de piedra colocados a intervalos regulares permitían el paso del agua a uno y otro lado de este camino y consolidaban la estructura del mismo. En la actualidad, desde este camino hay excelentes vistas a derecha e izquierda del antiguo puente de hierro, el nuevo puente del AVE y las instalaciones de la depuradora de Ciudad Real.


El camino llega hasta la zona de los baños propiamente dichos que conforman una estructura especialmente interesante. Dos grandes recintos protegidos por un muro de piedra de un metro y medio, aproximadamente, de altura y cincuenta centímetros de espesor que delimitaba la zona y la protegía de las vistas exteriores. La zona mayor tiene 21x18 metros en su exterior y forma de L. Un perímetro exterior de 2,50 metros pavimentado con ladrillo aplantillado dejaba una zona de estancia alrededor de la zona de baño. El encuentro de esta zona con los grandes bloques de piedra que establecen los escalones de acceso al agua de baño se remataba con un sardinel de ladrillo. Este baño principal tiene remates curiosos en sus bordes con elementos que marcan las zonas de acceso con elementos troncocónicos, remates de piedra curvados en los encuentros y todo un conjunto de detalles constructivos de gran interés. Los grandes bloques de piedra volcánica marcan los escalones que descienden hasta el nivel del agua que varía según las épocas del año. El camino principal lleva de forma directa al acceso a esta zona y en un lateral a la segunda piscina.


La segunda zona de baño tiene una planta cuadrada de unos 10x10 metros en el muro de piedra perimetral, dejando en su interior un cuadrado de 5x5 metros que con bloques de piedra volcánica de gran tamaño (70x40x27) definían los escalones que descendían hasta el agua. Entre el muro exterior y la zona escalonada, un espacio perimetral solado con ladrillo plano de tejar. Los bloques de piedra volcánica con acabado ranurado en sus caras dan idea del sistema de la labra de las mismas. A esta zona se accede desde uno de sus extremos próximo al acceso principal de la zona de mayores dimensiones. Entre ambos espacios quedaba una zona protegida por muros, de planta rectangular, probablemente espacio para vestuario o algún uso similar.


Un conjunto que nos habla de prácticas sociales y de cuidado de la salud de otras épocas, que tiene sistemas constructivos de interés y que forma parte de nuestra historia. Ahora, rodeado por el río en su crecida del cauce como consecuencia del embalse del Vicario, queda como un resto aislado que a muchos les sugiere la posibilidad de mantenerlo en medio del agua del río, protegido por muros exteriores y con accesos por una pasarela elevada por encima del nivel del camino de piedras. Ideas atractivas y sugerentes aunque no sé si realizables. Al menos, lo importante es conocer su existencia, documentarlo adecuadamente y mantener su memoria y sus referencias como testimonio de la herencia de tiempos pasados.



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