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lunes, 24 de octubre de 2016

LA DESAPARECIDA CORONA IMPERIAL DE ORO DE LA VIRGEN DEL PRADO


 
Desaparecida corona imperial de la Virgen del Prado del siglo XVII obra de los plateros toledanos Alonso García y Juan de San Martín

A lo largo de los siglos, la imagen de la Virgen del Prado fue objeto de innumerables regalos de los hijos de Ciudad Real, muchos de ellos proveniente de los que habían hecho fortuna en América. Uno de esos regalos fue la corona imperial que fue robada en 1936 y regalada en el siglo XVII por Juan de Villaseca, el mismo donante del retablo mayor catedralicio.

La primera noticia que de ello encontramos fue una cláusula del testamento del licenciado Alonso Rojas de León,  realizado el 7 de noviembre de 1617 (protocolo de Juan Arias Ortega) que dice así:

Iten declaro que Juan de Villaseca que esté en el cielo, invió mil ducados para hacer una corona de oro para la imagen de nuestra Señora Santa María del Prado de esta ciudad de los cuales me está hecho cargo en la fianza que tengo dada de la administración de la hacienda del dicho Juan de Villaseca… y el alcance que en ella hube lo tengo cobrado poco mas o menos por tanto mando que de mis bienes se haga la dicha corona de valor de dichos mil ducados”. (1)

Juan Crespo, en su obra “Plata y Plateros. Ciudad Real, 1500-1625” publicada en el año 2006 por la Biblioteca de Autores Manchegos, nos relata de la página 135 a la 138, como se labró la corona. Dice asi:

Posteriormente, el 27 de abril de 1618, el cardenal arzobispo de Toledo, envió una provisión a los plateros toledanos Alonso García y Juan de San Martín, ordenándoles que realizaran una corona de oro para la imagen de Nuestra Señora del Prado de Ciudad Real, por mandato testamentario de Juan de Villaseca, residente en Indias, y por valor de 1.000 ducados. Las condiciones fueron las siguientes: que realizaran contrato y condiciones con el visitador Juan Barrantes de Aguilera; si excediera del precio de 1.000 ducados no se les pagaría lo que excediera; la tasación de la obra sólo se realizaría ante la persona que nombrara el Consejo. En la misma carta se ordenaba a quien tuviera en su poder los 1.000 ducados que valía la obra que se los entregue a los mencionados plateros, so pena de excomunión (2). Esta anotación no sabemos bien a qué puede deberse.

Pasados unos meses, el 18 de junio, el arzobispo de Toledo informó al mayordomo de la iglesia parroquial de Santa María del Prado sobre el encargo que había hecho. En esta carta ya no dice corona de oro, sino “Chorona de oro y plata”. Además de pedir que se proceda al contrato también nos informa que el mayordomo tenía concertada la obra con Francisco de Avilés. Este dato nos resulta algo extraño pues no hemos localizado ninguna documentación que asociara a Avilés con todo este asunto, solamente que actuó como testigo en el contrato de la corona y en alguna carta de pago que la viuda de Rojas concedió a los plateros. De ese mismo modo, le pedía que le diera todas las facilidades a los plateros toledanos para que ejecutaran la obra, dando poder al abad Contreras, vicario de la ciudad, para que procediera a excomunión mayor, en caso de no cumplirlo (3).

 
Vista lateral de la desaparecida corona imperial de la Virgen del Prado, obra de arte robada en 1936

El 27 de junio de 1618 el arzobispo otorgó poder al vicario de Ciudad Real para que se encargara de realizar el contrato de la obra con los plateros de Toledo, pues el que lo tenía encomendado, el visitador Juan Barrantes de Aguilera, se encontraba ausente. También ordenaba que, en caso de no realizar la orden dada, se procediera a excomunión (4).

Durante estos meses de junio y julio tuvieron lugar una serie de diligencias, entre las que hay que destacar una carta del notario Fernando de Ureña, notificando al regidor de la ciudad y mayordomo de Santa María del Prado la realización de la corona. En ella se especificaba: “ha de ser de oro toda y no de plata” (5).

El 11 de agosto los plateros Alonso García y Juan de San Martín presentaron petición de fianzas al alcalde ordinario Francisco Cangado, mostrando por fiadores a Hipólito Gómez y Andrés de Salinas, plateros, vecinos de Toledo, que fueron abonados en cantidad de más de 4.000 ducados, para que los primeros realizaran una “corona de oro”. Ese mismo día Alonso García, platero de oro, y Juan de San Martín, platero de plata, se comprometieron, junto con sus fiadores Hipólito Gómez, platero de oro y Andrés de Salinas, platero de plata, a realizar “una corona de oro y plata o de oro sólo” para la Virgen del Prado. Posteriormente se tomó declaración a los testigos. El primero que compareció fue el platero de oro, Cristóbal Navarro, declarando que era conocedor del encargo de una corona “de plata y oro o oro sólo”, que se había realizado a los plateros antes mencionados, y que estos eran personas de muy grueso caudal. El siguiente platero que compareció en calidad de testigo fue Melchor de los Reyes, quien declaró que conocía a los que se les había realizado el encargo de hacer una corona “que dicen es de plata y oro”. El último platero en testificar fue Benito Sánchez, afirmando que conocía a los abonados y declarando que eran gente rica (6).

Por fin, el 18 de agosto de 1618 se produjo el contrato de la corona (7). Por una parte, se encontraba el cura de la iglesia de Santa maría del Prado, López de las Higueras; el regidor perpetuo de la ciudad y el mayordomo de Santa María del Prado, Cristóbal Álvarez de las Higueras; y de la otra parte, Alonso García, platero de oro, en presencia del vicario y visitador general de esta ciudad y campo de Calatrava, el licenciado abad de Contreras; y Fernando Treviño de Loaysa, regidor y vecino de Ciudad Real. Ambos acordaron que Alonso García y Juan de San Martín realizaran una corona de oro para la Virgen del Prado de Ciudad Real, según disposiciones testamentarias de Juan de Villaseca, secretario del virrey del Perú, por valor de 1.000 ducados. La ora la debía pagar la viuda del albacea de Villaseca, Francisca Romero, como tutora y curadora de sus hijos.

Las condiciones del contrato fueron las que a continuación enumeramos.

Primeramente se acordó que el dibujo que Alonso García tenía hecho para la traza era muy bueno. Pero que si se realizara la corona toda de oro, la obra excedería de 4.000 ducados y no lo podría pagar la iglesia, por lo tanto se concertó lo siguiente:

 
Otra vista de la corona imperial de la Virgen del Prado

“(…) de plata sobredorada por de dentro y por de fuera sobrepuesta de piedras de oro esmaltado de todos los colores, de piezas de reliebe en las partes nezesaras yco las formas de piezas y piedras y perlas que el dicho dibujo señala que las pieras an de ser amatiscas blancas y de color, y de perlas finas (…)”.

La obra se había de conformar con el dibujo que tenía en su poder Alonso García, estando entregada para el 15 de agosto de 1619. Su valor había de ser de 1.100 ducados y, si al realizar la tasación su valor fuera inferior a los 1.100 ducados, se había de bajar su precio de 1.000 ducados, pero si excediera de 1.100 ducados, su precio sería de 1.000 ducados porque así lo ordenó Juan de Villaseca. Del mismo modo, que lo que excediera de los mencionados 1.100 ducados lo había de donar a la imagen Alonso García, sin que pudiera hacer en ningún momento acusación de ello.

En tercer lugar establecieron que, si los plateros no entregaban la corona el día previsto, se rebajarían del valor de la obra 200 ducados.

Los pagos se habían de llevar a cabo por Francisca Romero y herederos de Rojas de León, en tres pagas iguales, siendo la primera para finales de enero del siguiente año; la siguiente, a últimos de abril, y la tercera, para el 15 de agosto.

Si Alonso García no cumpliera las condiciones, el mayordomo de la iglesia podría cobrar lo que habían recibido por la ejecución de la obra hasta el momento, y tendrían que pagar 400 reales de salario por día a la persona que se ocupara de ir a la ejecución y cobranza. Además, el mayordomo podría concertar la obra con otro maestro pagando Alonso García, Juan de San Martín y sus fiadores lo que excediera del valor de este concierto.

Finaliza el contrato con las formulas acostumbradas y pidiendo que el señor arzobispo y su consejo hiciera aprobación de este concierto para mejorar la perpetuidad de la obra.

Actuaron como testigos el notario público, Martín de Rada, y el platero avecindado de Ciudad Real, Francisco de Avilés.

Tenemos constancia de que la corona ya estaba terminada el 16 de agosto de 1620. Los pagos de la obra no se realizaron conforme a los plazos previstos en el contrato, pues en la mencionada fecha Francisca Romero, viuda de Rojas de León, otorgó carta de pago (8) a Alonso García y Juan de San Martín por valor de 5.200 reales,  declarando que junto con otros 5.800 reales, que ya había realizado en distintas partidas, quedaba pagada la totalidad de la ejecución de la corona. La viuda del albacea no debía pasar por buenos momentos económicos, pues para terminar de realizar este último pago otorgó el mismo día que efectuó el pago carta de censo a favor de Andrés Lozano para que le concediera 113.924 maravedís sobre un juro impuesto sobre las rentas y bienes del partido de Calatrava (9).

 
La destruida imagen de la Virgen del Virgen del Prado por republicanos de izquierdas, con su corona imperial robada también republicanos de izquierdas 

Juan Crespo, en su obra ya citada “Plata y Plateros. Ciudad Real, 1500-1625”, en sus páginas 268-269, describe así la corona desaparecida:

Corona imperial compuesta por aro circular, bordeado en su zona superior por cadena de aljófares; ornamentándose el friso central con elementos sobrepuestos, alternando puntas de diamante flanqueadas por espejos verticales, y piedras engastadas. La crestería se compone de jarrones de azucenas entre tornapuntas de ese quebrada, rematándose por figuras de ángeles que hacen ademán de sostener las diademas que ascienden por detrás de ellos.

Respecto a las bandas que forman las diademas, llevan en los bordes un carril por donde iría algún tipo de piedra engastada. Puede que sean ocho bandas que conformarían cuatro diademas. Por lo que se puede apreciar en la fotografía, van adornadas con piedras engastadas alternando con esmaltes rectangulares y ovalados.

Parece que las bandas llevan intercaladas una cartela calada, en total cuatro, a media altura, compuestas por tornapuntas, cartones vegetalizados y unas figurillas masculinas.

La parte superior se remata por dos figuras sedentes flaqueando una pieza prismática sobre la que se asienta esfera partida por banda en dos, y dando paso a cruz latina en brazos romboidales, terminados en bola.

Como dato curioso decir que la corona imperial de la Virgen del Prado, sirvió como modelo para realizar la corona de la Virgen del Rosario de Ajofín, labrada también Alonso García en 1635 y que aún se conserva, no como la ciudadrealeña de la Virgen del Prado que fue robada por republicanos de izquierdas en agosto de 1936, no pudiendo ser recuperada al término de la Guerra Civil Española.


(1) Rafael Ramírez de Arellano, “Al derredor de la Virgen del Prado”, Ciudad Real, imprenta del Hospicio Provincial 1914, páginas 126-127.
(2) Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real (AHPCR), Protocolo 62 bis. Escribano Juan Arias Ortega, fol. 158r.
(3) AHPCR, Protocolo 62 bis. Escribano Juan Arias Ortega, fol. 159r.
(4) AHPCR, Protocolo 62 bis. Escribano Juan Arias Ortega, fol. 160r.
(5) AHPCR, Protocolo 62 bis. Escribano Juan Arias Ortega, fol. 159v, 160v.
(6) AHPCR, Protocolo 62 bis. Escribano Juan Arias Ortega, fol. 161r-164r.
(7) AHPCR, Protocolo 62 bis. Escribano Juan Arias Ortega, fol. 165r-168v.
(8) AHPCR, Protocolo 62 bis. Escribano Juan Arias Ortega, fol. 398r-398v.
(9) AHPCR, Protocolo 62 bis. Escribano Juan Arias Ortega, fol. 328r-331v.

 
Corona imperial de la Virgen del Rosario de Ajofrín realizada por Alonso García en 1635. Para su realización sirvió de modelo la desaparecida de la Virgen del Prado ciudadrealeña

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