Vista
de los jardines del Prado y la Catedral a principios del siglo XX
Bastantes siglos han pasado desde que,
según la tradición heredada de nuestros historiadores, en este lugar floreciese
aquél pequeño caserío llamado “Puebla de Pozuelo”. Desde entonces, esa misma
tradición, nos habla y da a conocer la existencia de un pequeño prado
(seguramente un encinar, puesto que estas tierras son de secano). De la forma
en que se hallaba en lo antiguo esta humilde alameda es imposible imaginarlo,
pero insiste la tradición que en este sitio tuvo lugar en el año 1088 la
aparición de la Virgen del Prado sobre uno de aquellos árboles.
Pasados los años, en el siglo XVIII, “era el Prado un lugar asqueroso, depósito de
inmundicias, indecoroso e impropio del soberbio templo que la piedad cristiana
había levantado a la Virgen María”. Este gran historiador, que fue, don
Inocente Hervás y Buendía, en su “Diccionario Histórico” nos habla larga y extensamente
del Prado: Un vecino de Ciudad Real, llamado Isidoro Madrid, decía al
ayuntamiento que desde el año 1778 venía realizando, por su cuenta y riesgo, la
limpieza y allanamiento del sitio del Prado para poder regarlo y convertirlo en
paseo. Para tal fin la ciudad le asignaba en 1792 la cantidad de 200 ducados
anuales, para que siguiera atendiendo la limpieza y conservación del mismo.
El
Prado en los años veinte
En el pasado siglo tuvo lugar un
incidente con las autoridades del Regimiento que guarnecía la ciudad. El
ayuntamiento dirigió el 25 de junio de 1821 a S.M. Fernando VII un documento,
dándole cuenta de un acontecimiento verdaderamente extraordinario que tuvo
lugar en el Prado, y que vino a perturbar la paz de esta ciudad: “se trataba por el ayuntamiento a fines del
mes próximo pasado de regar cierta alameda que hay en la inmediación de la
parroquia Santa María del Prado, como desde su aparición se venía ejecutando.
El agua se conducía de un pozo próximo a dicha alameda propio de unas memorias
de la Santa Imagen, y habiéndose conferido a censo cierto terreno de las mismas
memorias a don Fermín Diez, ex-corregidor de esta capital, se creyó,
equivocadamente, que había entrado en el contrato, no siendo así… y en ese
intermedio se rompe un antiguo conducto ciego desde antes de la guerra pasada,
que se dirige a dos fuentes o pitones que hay en medio de dicha alameda y paseo
público, brota el agua con abundancia a la superficie de la tierra en los
regueros de la cañería: se advierte por las gentes de ambos sexos y de todas
edades y corren precipitadamente al Prado, a ver y cerciorarse de aquella
novedad, que sin enterarse ni detenerse en averiguar su origen lo tuvieron por
milagro. El cura propio de la misma Parroquia les hace palpable con la mayor eficacia
y esfuerzo que el agua de aquellos depósitos procedía de la trasvenada de la
alberca inmediata, pero aún las gentes titubean. Hace llamar al alcalde de
primer voto para que le ayudara a convencerles y se logra a poco esfuerzo
separarlos de esta maniática creencia. Más suplican aquellas gentes que se
vuelva a la Virgen a su pozo y se riegue su arboleda, y así se verificó.
Reúnanse por la tarde del mismo día 2 varias mujeres, jóvenes y algunos
hombres, limpias las fustas y yerbas del Prado, traen caballerías a su costa y
principian a regar, pidiendo para ello el correspondiente permiso al gobierno.
Al anochecer del propio día y concluido el riego se pasan las mismas gentes a
casa del párroco: seis graneros provinciales le conducen en brazos a la del
Vicario Eclesiástico y le ruegan permita que la Virgen salga a otro día en
procesión alrededor de su Prado. El Vicario se lo concede, con tal de que el
Jefe Político lo consienta, con quien contaban también las gentes, y regresando
al párroco a su posada, tanto aquél, como por éste y los alcaldes se consiguió
el retiro a sus respectivas casas, sin que ocurriera la menor indisposición;
así lo demuestra el testimonio nº 1 que acompaña el expediente. El día 3… a
ruego de varias gentes salió la procesión a las seis de la tarde… en ella y su
tránsito no se notó otro desorden que el de tributar esforzadamente repetidos y
altos vivas a la Divina Imagen y a la religión, durando éstos hasta las diez de
la noche de su santo templo… se oyeron también en la Plaza y Paseo del Prado,
por espacio de ambos días únicamente… según el testimonio nº 2, quedando el
pueblo en la mayor tranquilidad y sosiego, en cuyo estado le encontró el
comandante de la Caballería del Regimiento de Alcántara, motivó esta
representación el recurso que a su vez hicieron a S.M. el coronel y oficialidad
del regimiento de Navarra, acantonado en esta ciudad hacía un año, acusando al
pueblo de actos de sedición, y al clero y autoridades, de promovedores de los
dichos actos, cuyas calumnias reprodujo en sus columnas “El Espectador”, periódico
de la corte. La corporación prueba, además de su inocencia, el recto proceder
de todas las autoridades y vecinos de la población, y que el oficio de falsos
denunciadores no era nuevo en aquel cuerpo, puesto que, por idéntico motivo se
le había trasladado de Badajoz y Toledo”.
Vista
del Prado con la Cruz de los Caídos en los años cuarenta del pasado siglo
Sigue diciendo Hervás y Buendía que, al
año siguiente (1822), el ayuntamiento compró las Casa de Cozar, así llamadas por
pertenecer a la vinculación de este nombre, destinadas para habitación del
campanero, frente a la Puerta del Sol de dicha iglesia, por lo que el Prado
adquirió una forma regular y dando el arzobispo de Toledo la piedra para
construir su gradería, quedó constituido en el más bello recreo de la
población.
El Prado, con una superficie de más de
7.000 metros cuadrados, fue dividido en cuatro jardines cruzados por hermosos
paseos. A todo su alrededor se instaló después una cerca de ladrillo, coronada
por una barandilla de hierro fundido, siendo sustituida en los años 1960-61 por
taludes sembrados de verde. Finalizando el pasado siglo y bastantes años más
del presente, se levantó un tablado de madera cerca de la fachada principal de
la Catedral, donde los jueves y los domingos la Banda Municipal daba conciertos
de música. Más tarde estos conciertos se daban arriba de un templete metálico
de hierro, que se construyó en el paseo central para dicho fin.
Ya entrado el siglo actual (nos dice González
Díaz) se puso una tubería desde un pozo que se encontraba en el solar de la hoy
“Casa de la Cultura” hasta el centro del Prado, donde había una especie de “repartidor”,
del que salían cuatro regueras, una para cada uno de los cuatro jardines. En
cada una de las esquinas de estos jardines existía una tinaja de medianas
proporciones, semienterradas, que iban llenando de agua para después de los
jardineros sacarla a cubos y repartirla por los paseos en las calurosas tardes
de verano.
Finalizando la década de los años
cuarenta, siendo alcalde don José Navas Aguirre, se levantó en el paseo central
del Prado la “Cruz de los Caídos”, monumento hecho en piedra de granito, que
consta de una cruz bastante alta y un altar, estando protegida por unas cadenas
enlazadas por unos pivotes, rodeando la escalinata de la base. En 1986 la “Cruz
de los Caídos” fue llevada a la entrada del Cementerio Municipal, donde fue
colocada en octubre del mismo año.
Otras reformas fueron realizadas en el
Prado en los últimos años: bancos de piedra, luces fluorescentes, mejora de
acceso, jardinería… culminando en el mes de febrero de 1984 con la colocación
de una nueva barandilla, la que sirve de respaldo a los asientos de piedra que
se ciñen por todo el alrededor del recinto.
En el año 1986, en el lugar dejado por
la “Cruz de los Caídos”, fue construido un templete para la música. Las obras,
que fueron adjudicadas a la empresa “Construcciones León Treviño”, supusieron
un importe de 5.200.000 ptas. El 6 de agosto fue inaugurado el citado templete
por el alcalde don Lorenzo Selas, al que acompañaban la mayoría de la
corporación municipal.
Cada 31 de julio el Prado se viste de
gala para recibir el homenaje de todos los ciudadrealeños, en honor a su
Patrona Ntra. Sra. del Prado.
Francisco
Pérez Limón. Diario Lanza, Extra Feria de Ciudad Real, agosto de 1993.
El
Prado en los años cincuenta del pasado siglo
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