EL VIAJE DEL REY EN CIUDAD REAL. LA LLEGADA. EN LA
IGLESIA DE LAS ÓRDENES MILITARES. LA RECEPCIÓN. LA DESPEDIDA
A la hora anunciada ha llegado a esta
capital Su Majestad el Rey, siendo recibido en la estación por una numerosa
concurrencia, que aclamó al Monarca frenéticamente.
Se dispararon cohetes y los vivas no
cesaron un momento, hasta que se organizó la brillante comitiva.
En toda la carrera que había de recorrer
el Monarca, se colocaron vistosas y amplias tribunas y muchos arcos, algunos de
muy buen gusto, sobresaliendo uno que representa a unas niñas haciendo encaje,
otro costeado por los mineros y otro por los demócratas.
Desde la estación se dirigió el Monarca
a la iglesia prioral de las Órdenes Militares, entre las aclamaciones de la
muchedumbre, y en el trayecto, saludo y vitoreó a D. Alfonso una Comisión
obrera que llevaba un gran cartel en el que se leía: “Saludo a D. Alfonso XII”.
En la iglesia prioral el Rey fue
recibido por los caballeros de las Órdenes militares con sus respectivos
estandartes.
El Cabildo aguardo al Rey en la puerta
baja, y con él, bajo palio, entró S.M. en el templo.
Al entrar el Rey fue vitoreado por los
caballeros de las Órdenes militares.
Levaron las varas del palio los
marqueses de Laurecín y Casa-Pizarro, el duque de Béjar y D. Alfonso Sanchiz;
el pendón fue conducido por el conde de Almenas y las borlas del pendón por los
marqueses de Santillana y Salas.
El Capítulo lo formaron los siguientes
caballeros:
De la Orden de Santiago: duques de
Sotomayor, Béjar y Tamames; marqués de Santillana; condes da las Almenas y
Cerrajería, y señores Trillo Figueroa, Becerro Armesto, Ciudad Aurioles,
Ferraiges Barnuevo; el deán, señor Magdalena,
y el chantre, Sr. Serrabona.
De la Orden de Calatrava se encuentran
los señores marqués de Ayerbe, Hermida, Jaraba, Barnuevo (L.), Barreda, marqués
de Velilla, duques de San Fernando y Aliaga, marqués de Laurencia, Gordón,
Morales do Septién, Montenegro, Portillo, Udaeta, marqués do Pico de Velasco y
conde de Torrejón.
De la da Alcántara, los Sres. Fernández
Blanco, Salamanca (Francisco), Cabanyes y marqués de Casa-Pizarro.
Y de la de Montosa, el marqués do la
Romana, conde de Aguilar de Inestrillas y Sanchiz (A. y J.).
El Rey, al entrar en el atrio, se puso
el manto de las Ordenes militaros y pasó al templo, ocupando el sillón que,
bajo un dosel rojo, había sido puesto á la izquierda del altar mayor.
Cantóse el Te Deum, y después el Rey, con
los caballeros, visitaron el camarín de la Virgen del Prado, patrona de Ciudad
Real, admirando D. Alfonso las reliquias que allí se exponen á la veneración pública y muchas y muy valiosas
alhajas.
El obispo de la diócesis, Sr. Gandasegui,
hizo entrega á S. M. de un Mensaje.
Desde la iglesia se dirigió D. Alfonso
con la comitiva al palacio de la Diputación, donde tuvo lugar la recepción
oficial, á la que asistieron las autoridades civiles, eclesiásticas y militares.
Después de la recepción se dirigió S. M.
á la estación, siendo despedido por un inmenso gentío que aclamó nuevamente al
Monarca.
Diario
“El Globo”, edición de la mañana. Viernes 28 de abril de 1905
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