La calle Ciruela nada tiene que ver, urbanísticamente
hablando, de cómo la conocieron nuestros padres y abuelos. La calle ha pasado
en los últimos años, de estar poblada de casas de dos alturas, a llenarse de
edificios de ladrillo y hormigón de hasta cinco alturas.
Testigo mudo de esta transformación, es
la casa rotulada con el número 26 de la calle Ciruela, una casa de dos plantas,
que no tiene nada de particular, al no ser por su decoración floral en balcones
y ventanas, y por la cual consiguió un tercer premio de balcones, en los años ochenta del siglo pasado.
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