Con fecha de 24 de noviembre de 2013, el
papa Francisco publicó la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría
del evangelio), un texto considerado como la guía de su pontificado. Esta
exhortación apostólica está dirigida a los Obispos, Presbíteros, Diáconos,
Personas Consagradas y a los Fieles Laicos sobre el anuncio del evangelio en el
mundo actual.
Parece ser que en la toma de posesión
del actual Presidente de la Asociación de Cofradías, el pasado 2 de diciembre,
el Consiliario de la Asociación de Cofradías, Miguel Esparza Fernández, en su
homilía se centró en las palabras del Santo Padre en la Evangelii Gaudium sobre "No a la
guerra entre nosotros", recogidas en el capitulo segundo de la carta.
Esperemos que el Consiliario de la
Asociación de Cofradías también tenga en cuenta las palabras del Santo Padre,
recogidas en el capítulo III sobre la religiosidad Popular y las tenga
presentes en su forma de actuar y hablar sobre ella, al igual que tiene
presente otras palabras recogidas en la exhortación apostólica.
Las palabras de Santo Padre dicen lo
siguiente:
“La
fuerza evangelizadora de la piedad popular
122.
Del mismo modo, podemos pensar que los distintos pueblos en los que ha sido
inculturado el Evangelio son sujetos colectivos activos, agentes de la
evangelización. Esto es así porque cada pueblo es el creador de su cultura y el
protagonista de su historia. La cultura es algo dinámico, que un pueblo recrea
permanentemente, y cada generación le transmite a la siguiente un sistema de
actitudes ante las distintas situaciones existenciales, que ésta debe
reformular frente a sus propios desafíos. El ser humano «es al mismo tiempo
hijo y padre de la cultura a la que pertenece»[97]. Cuando en un pueblo se ha
inculturado el Evangelio, en su proceso de transmisión cultural también
transmite la fe de maneras siempre nuevas; de aquí la importancia de la evangelización
entendida como inculturación. Cada porción del Pueblo de Dios, al traducir en
su vida el don de Dios según su genio propio, da testimonio de la fe recibida y
la enriquece con nuevas expresiones que son elocuentes. Puede decirse que «el
pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo»[98]. Aquí toma importancia la
piedad popular, verdadera expresión de la acción misionera espontánea del
Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en permanente desarrollo, donde el
Espíritu Santo es el agente principal[99].
123.
En la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó
en una cultura y se sigue transmitiendo. En algún tiempo mirada con
desconfianza, ha sido objeto de revalorización en las décadas posteriores al
Concilio. Fue Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi quien
dio un impulso decisivo en ese sentido. Allí explica que la piedad popular
«refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden
conocer»[100] y que «hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo,
cuando se trata de manifestar la fe»[101]. Más cerca de nuestros días,
Benedicto XVI, en América Latina, señaló que se trata de un «precioso tesoro de
la Iglesia católica» y que en ella «aparece el alma de los pueblos latinoamericanos»[102].
124.
En el Documento de Aparecida se describen las riquezas que el Espíritu Santo
despliega en la piedad popular con su iniciativa gratuita. En ese amado
continente, donde gran cantidad de cristianos expresan su fe a través de la
piedad popular, los Obispos la llaman también «espiritualidad popular» o
«mística popular»[103]. Se trata de una verdadera «espiritualidad encarnada en
la cultura de los sencillos»[104]. No está vacía de contenidos, sino que los
descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón
instrumental, y en el acto de fe se acentúa más el credere in Deum que el
credere Deum[105]. Es «una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse
parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros»[106]; conlleva la gracia de
la misionariedad, del salir de sí y del peregrinar: «El caminar juntos hacia
los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular,
también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto
evangelizador»[107]. ¡No coartemos ni pretendamos controlar esa fuerza
misionera!
125.
Para entender esta realidad hace falta acercarse a ella con la mirada del Buen
Pastor, que no busca juzgar sino amar. Sólo desde la connaturalidad afectiva
que da el amor podemos apreciar la vida teologal presente en la piedad de los
pueblos cristianos, especialmente en sus pobres. Pienso en la fe firme de esas
madres al pie del lecho del hijo enfermo que se aferran a un rosario aunque no
sepan hilvanar las proposiciones del Credo, o en tanta carga de esperanza
derramada en una vela que se enciende en un humilde hogar para pedir ayuda a
María, o en esas miradas de amor entrañable al Cristo crucificado. Quien ama al
santo Pueblo fiel de Dios no puede ver estas acciones sólo como una búsqueda natural
de la divinidad. Son la manifestación de una vida teologal animada por la
acción del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones (cf. Rm
5,5).
126.
En la piedad popular, por ser fruto del Evangelio inculturado, subyace una
fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar: sería desconocer
la obra del Espíritu Santo. Más bien estamos llamados a alentarla y
fortalecerla para profundizar el proceso de inculturación que es una realidad
nunca acabada. Las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos
y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar
atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización.
[97] Juan Pablo II, Carta enc. Fides et
ratio (14 septiembre 1998), 71: AAS 91 (1999), 60.
[98] III Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Puebla (23 marzo 1979),
450; cf. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe,
Documento de Aparecida (29 junio 2007), 264.
[99] Cf. Juan Pablo II, Exhort. ap.
postsinodal Ecclesia in Asia (6 noviembre 1999), 21: AAS 92 (2000), 482-484.
[100] N. 48: AAS 68 (1976), 38.
[101] Ibíd.
[102] Discurso en la Sesión inaugural de
la V Conferencia general del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (13 mayo
2007), 1: AAS 99 (2007), 446-447.
[103] V Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio
2007), 262.
[104] Ibíd., 263.
[105] Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa
Theologiae II-II, q. 2, art. 2.
[106] V Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio
2007), 264.
[107] Ibíd.
[108] Cf. Co”
Quien quiera leer toda la exhortación
apostólica, lo puede hacer pinchando el siguiente enlace: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium_sp.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario