Se han celebrado un año más en la
Parroquia de Santo Tomás de Villanueva, los cultos anuales en honor a María
Santísima del Consuelo, titular de la
Cofradía de la Flagelación. Sin duda uno de los cultos mejor preparados y más
participativos de los celebrados por cofradías en nuestra ciudad.
El Triduo comenzó el pasado jueves, sorprendiendo
a todos las personas que pasaron durante estos días por el templo parroquial, por
el magnífico altar de cultos montado por la cofradía y el exquisito gusto a la
hora de vestir la imagen de María Santísima del Consuelo.
La Cofradía de la Flagelación siempre
prepara con mimo todo lo relacionado con los cultos de sus Titulares, y los
altares que se diseñan y realizan, aunque efímeros, son sin duda los mejores de
Ciudad Real. Todo se cuida durante la celebración de estos cultos, los altares,
la decoración floral y la celebración eucarística, sin duda un ejemplo de
hermandad.
Si hubiera que calificar estos cultos la
nota seria de diez, diez al grupo de camarería por saber vestir también a la
señora, diez a D. Antonio por la predicación en estos cultos, diez a todos
aquellos que nos han sorprendido con el altar de cultos del Triduo, y el de la Función, y diez a todos los
hermanos que ayer asistieron al templo parroquial llenándolo.
Gracias a todos por haberme dejado besar
un año más a la representación de la más bella imagen de la Madre de Dios en la
tierra, María Santísima del Consuelo, que encierra en su rostro, cinco lagrimas de dolor que a mí tanto me
reconfortan y me dan fuerza para seguir en este valle de lagrimas.
Cinco
lagrimitas tienes
en
tus mejillas morenas,
cinco
perlas relucientes,
cinco
risas, cinco penas,
cinco
rosas que florecen
sobre
tu cara trigueña.
Cinco
misterios de gozo
de
una vida placentera,
cinco,
también, de dolor
que
a tu pecho lo atraviesan.
Cinco
lágrimas palpables,
muestra
de tu pena inmensa,
hacen
surcos en tu cara
donde
se siembra la pena.
Cinco
surcos, que en tu cara,
dejan
la angustiosa huella,
de
una cascada de llanto,
que
brota amarga y muy lenta.
Tus
cinco lágrimas, Madre,
cinco
rosas, cinco perlas,
cinco
plácemes de redención
que
a los humanos nos prestas,
son
como cinco caminos
que
hacia tu Hijo nos llevan.
¡Ay
que cinco resplandores
de
tu carita morena,
yo
quisiera que surcaran
a
mi noche sin estrellas,
e
iluminarme el paso
de
tu redentora senda!
Las
cinco llagas de tu Hijo
en
tu cara se hacen perlas,
que
ruedan por tus mejillas,
pero
que al cielo se elevan,
¡Cinco
lagrimillas blancas
en
tu cara, Consuelo reina!
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