Restos
de la desaparecida muralla de Ciudad Real a principios del siglo XX. La fotografía
de Julián Alonso está tomada de la muralla contigua a la Puerta de Toledo
Junto a la desaparecida muralla de
Ciudad Real y más concretamente junto a la Puerta de Granada, se levantó la
ermita del Santo Cristo del muro, cuyos restos pervivieron a lo largo de los
siglos hasta que fueron demolidos en la segunda década del siglo XX.
Según nos dice D. Julián Alonso
Rodríguez, el que fuera Cronista de Ciudad Real, en un artículo publicado en el
diario “Lanza” el 20 de marzo de 1951. “En
los lejanos tiempos –que la tradición remonta al año 70 de la fundación de
Villa Real- “el general Albarrana” defendía
las murallas. En la parte más recia de ellas; frente al vecino y hostil, campo
calatravo; en la torre cercana al portillo de Ciruela, tenia Albarrana, su
mansión y estancia. Mandó traer a la reciente Villa del Rey – y bien custodiado
por cierto- lo que en la iglesia de la arruinada Alarcos quedara. La Virgen
quedose allá, pero, entre lo que trajeron, vino una imagen de Cristo en la
Cruz. Para Él, hizo Albarrana, una capilla en la muralla.
La
injuria de los siglos arruinaban las murallas, abandonadas ya, sin misión
defensiva, y “en ese caso un Párroco celoso, de San Pedro teniendo presente la
tradición antiquísima del Santísimo Cristo mandó llevarle y colocarle en la
Iglesia Parroquial y, para memoria, dejaron en la ermitica pequeña del muro,
pintada en la tapia, la imagen S. S. Cristo que hoy” –primer tercio del siglo
XIX – “le llaman el Santo Cristo del Muro”.
Sobre la imagen del Cristo del Muro no
hay muchos datos históricos, solo he encontrado alguna referencia. Sabemos que
cerca de esta ermita se ajusticiaba a los condenados a partir de 1835. Así nos
informa D. José Jimeno Coronado, en un trabajo publicado en el cuaderno número
38 del Instituto de Estudios manchegos, que lleva como título “Dos Hermandades
de signo contrario. Ejecuciones Capitales en Ciudad Real”, cuando dice: “La justicia ordinaria ejecutaba a los
condenados, en casos que creemos más sonados, en la plaza pública por garrote o
ahorcamiento; en los demás, por disparo
de arcabuz o fusil, extramuros, en el
Pozo de las Nieves junto a la Puerta de Santa María, y después de 1835 a la salida de la Puerta de Granada, en
la Corredera junto al camino de Miguelturra, en
el Santo Cristo del Muro”.
La
destruida imagen gótica del Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas que recibía
culto en la Parroquia de San Pedro
También Francisco Pérez Fernández,
“Antón de Villarreal”, en su efeméride manchega publicada en el diario “Lanza”
el 27 de diciembre de 1975, en la cual habla sobre “Sucesos y Sucesos en el
siglo XIX” en Ciudad Real, nos dice que: “ 1852-
El 29 de julio al anochecer se encontraron un segador muerto en la capilla que
fue del Cristo del Muro a la izquierda de la Puerta de Granada”.
En el año 1913 aun se conservaban restos
de esta pequeña ermita de la muralla, porque el periódico “El Pueblo Manchego”
en su número 618 del 28 de enero de 1913, en la sección “DE LA VIDA LOCAL”,
publica lo siguiente: “IMPRESIONES
RÁPIDAS.- Junto a la puerta de Granada, junto a la murallas derruidas,
evocadoras, heroicas que son un trozo de
nuestra historia, de nuestras luchas, de nuestra raza, hay un muro que se
mantiene firme. En ese muro que tiene un hueco, hoy vacío, había la imagen
legendaria de un Santísimo Cristo, llamado el Cristo del Muro.
En
una noche lóbrega, oscura, inquietante, una luz mortecina de un farol
ennegrecido, vigilaría la imagen venerada. La ciudad tranquila dormiría en
silencio; las puertas estarían cerradas y un alazán montado por algún espía de
los infieles quedaría inmóvil ante el poder de aquel Santo que guarda la
ciudad.
Todo
esto evoca, el lugar de la muralla derruida que ocupó el Cristo del Muro”. Años después
este lienzo de muralla seria derruido y con el desapareció otro lugar histórico
de nuestra ciudad.
Restos
de muralla en 1917. La fotografía esta publicada en la revista “Vida Manchega”
y lleva el siguiente pie de foto: “FORTINES DERRUIDOS-LADO CALVARIO”
Junto a esta ermita se desarrollo la
siguiente leyenda medieval, que nos cuenta D. Julián Alonso Rodríguez, en el
artículo publicado en el diario “Lanza” que hice alusión al principio:
“David
regreso a Ciudad Real de su largo viaje, de lapidario mercader por tierras de
Flandes, y había muerto Sara, la hermana bella y querida; de piel de alabastro;
de ojos profundos, de azabache; de pelo de endrina; de alegría de salud.
David
pensó enloquecer.
La
“alcagüeta” mentirosa vieja, barbuda y mellada, de la calle de la Culebra,
triplicó sus tercerías contándole amoríos de Sara y del apuesto don Martín, el
rico; hechizos del cristiano, junto a la ermita de la muralla, y no sé que de
bebedizos.
David,
lo creyó. Pero el Cristo de la ermita sabía que los hechizos eran la Cruz, y
los amoríos fueron amores y los bebedizos un frío, grande, que se metió en los
huesos de Sara y la consumió.
Una
noche, la llama de la lamparilla del Cristo, saco destellos, de acero, a un
puñal. El guardián del Convento de San Francisco, que por allá pasaba, oyó un:
“¡Cristo, perdónanos!”, y vio un cuerpo
desplomarse, y una sombra perderse, a la carrera, en la encrucijada de
las calles lejanas.
Don
Martin, había muerto. En adelante, al Cristo de aquella ermita le llamaron del
Perdón.
No
se volvió a saber de David.
Muchos
años después, un mendigo vino a la ciudad; se cobijaba por las noches en las
ruinas de la casa de David; comía la sopa del Convento franciscano; rezaba de
rodillas y lloraba, todos los días, a la hora incierta del anochecer, ante el
Santo Cristo del Perdón. Una vieja contaba: Tenía, el mendigo puntiaguda la
barba blanca, como era la endina de David y como él, larga y afilada la nariz;
sus ojos, mortecinos eran negros, profundos, misteriosos como los de Sara, la
judía bella muerta de un frio, grande, que se metió en sus huesos y consumió su
carne”.
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