Fue un 27 de julio de 1990 cuando los
hermanos Ramón y Ángel Chico comenzaron una aventura hostelera que ha
convertido a la terraza -según ellos- en la más longeva de la capital.
Un cuarto de siglo después de que se
decidieran a abrir la terraza Jaleo los dos hermanos se mantienen con la misma
ilusión que cuando tenían 30 y 24 años.
Eran jóvenes, les gustaba alternar por
los bares de Ciudad Real y entendieron que esa experiencia como clientes les
podría ayudar a regentar su propio negocio. “Nos dijimos: quizá ha llegado la
hora de que montemos nuestro propio garito de copas…” recuerdan sin poder
ocultar una sonrisa.
Los comienzos nunca son fáciles y en
este caso lo fue menos todavía. Y es que las cosas se torcieron nada más
empezar: después de adquirir el terreno y empezar con las obras para
acondicionar la terraza de verano, el tercero de los socios, un amigo de
Alcolea con experiencia como camarero, abandonó el proyecto viendo que el
presupuesto superaba la inversión que podía afrontar. “Es lo que pasa en casi
todas las obras, que al final se acaba pagando más de lo que se piensa”. Eso
asustó a su amigo, lo que obligó a los dos hermanos a quedarse como únicos
socios. Por entonces, resultaba imposible presagiar el éxito que empezarían a
cosechar poco después.
En estos primeros años en los que el
negoció echó a andar “al bar venía gente joven con ganas de pasárselo bien”.
“Los clientes acudían a relajarse y a tomarse una copita”. Algunos, para
mitigar las calurosas noches veraniegas de Ciudad Real, “se pegaban un baño” en
aquella maravillosa piscina que ninguna otra terraza de la capital tenía. La
piscina servía de gran elemento diferenciador con respecto a los bares de la
competencia y todos los que trabajaban en el Bar Jaleo pensaban que era la gran
artífice de la buena acogida que estaba teniendo el local entre los
ciudadrealeños.
Pero cuando más asentado estaba el
negocio, y más seguro parecía el triunfo hostelero, el destino les tenía
preparado un nuevo revés: tenían que ceder los terrenos en los que estaba
ubicada la piscina para que el Ayuntamiento construyera una calle. ¡Adiós a la
gallina de los huevos de oro! Un enorme contratiempo, similar a cuando su socio
de Alcolea abandonó el proyecto justo antes de empezar.
Estos infortunios podrían haber supuesto
el fin empresarial para cualquiera, pero no lo iba a ser para los hermanos
Chico que, por segunda vez en cinco años, tuvieron que luchar contra la
adversidad.
Por sorprendente que parezca, y en
contra cualquier pronóstico, la terraza Jaleo no sólo se mantuvo en pie… poco a
poco fueron llegando nuevos clientes y “el negocio empezó a ser realmente
rentable”. Una vez más en la historia de los Chico volvió a cumplirse el dicho
de que lo que no te mata, te hace más fuerte. “De repente los matrimonios empezaron
a venir acompañados por sus hijos pequeños”, explica Ramón a la vez que
recuerda que eso nunca ocurrió cuando la terraza contaba con una piscina.
“Quizá por temor a que los niños se cayeran al agua”, razona tratando de buscar
una explicación lógica a algo que quizá no la tenga.
Sea como fuere, eso provocó que tuvieran
que ajustar la oferta a la nueva demanda. “Se mezclaron los clientes de antes
con los nuevos”, matiza. Es decir, además de sus famosos combinados que seguían
haciendo las delicias de ese público adolescente, tuvieron que elaborar una
carta de comidas más completa para las cenas.
“Logramos que el bar tuviera un ambiente
totalmente heterogéneo -explica Ramón mientras Ángel se ausenta momentáneamente
para atender a uno de sus proveedores-. En una mesa podías ver a un grupo de
heavys tomándose unas jarras, al lado a un matrimonio cenando con sus hijos y
en la siguiente mesa a cuatro señores mayores tomándose un café, por poner un
ejemplo”. Algo que, confiesa, “todavía sigue ocurriendo”.
Desde entonces no ha vuelto a haber
ningún sobresalto. Ni siquiera las
noches en las que Ramón se ha animado a subirse al escenario para hacer sus
pinitos como intérprete de rock and roll. Por cierto, lo de la música amenizando
las veladas es algo que prácticamente se ha dejado de hacer para no perturbar
el descanso de los vecinos.
Cuando se le pregunta cuál es la clave
de ese éxito coinciden en señalar que son varios los motivos que han permitido
que Jaleo lleve 25 años al pie del cañón. Uno de ellos es que suelen reinvertir
siempre en el negocio.
Tanto Ángel como Ramón o cualquiera de
los trabajadores que están, y han estado, en plantilla siempre se han mostrado
como grandes profesionales, atendiendo a los clientes con la mejor de sus
sonrisas.
Ilusionante
futuro
Lógicamente son muchos los empleados que
han pasado durante estos 25 años por la terraza Jaleo. “Piensa que hasta ahora
nosotros sólo abríamos en verano, con lo que los camareros y cocineros en
septiembre tenían que buscar otro local en el que trabajar”, matiza.
La idea es que ésta sea la última
temporada en la que Jaleo sólo abra sus puertasJaleo 2 una estación al año y
que a partir de este otoño el local permanezca abierto los 365 días. De hecho,
ya están terminadas las reformas que han dotado al recinto de un asador que
hará las delicias de los paladares más exquisitos.
“Nos vamos a especializar en todo tipo
de carnes a la brasa. Nuestro proveedor es el mejor de Ciudad Real y dentro del
género que vende nosotros nos hacemos con la mejores piezas”, aclara.
La buena acogida que ha tenido siempre
este bar entre los ciudadrealeños invita a pensar que la apuesta será otro
éxito empresarial de los hermanos Chico.
Revista
Ayer&hoy, Número 14, julio de 2015: http://ayeryhoyrevista.com/jaleo-bodas-de-plata-de-la-mitica-terraza-de-la-noche-ciudarrealena/
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