Revista
“El Museo Universal”, Año VI, Nº 26,
Madrid 29 de junio de 1862, página 205
El impulso que de algunos años a esta
parte reciben las obras públicas, es notabilísimo, y no solo en la corte sino
en las capitales de provincia, y aun en los pueblos de corto vecindario, porque
el deseo de introducir mejoras y comodidades en la población en que se vive, se
ha hecho general, sobre todo después que los ferrocarriles llevan de uno a otro
lado la emulación del ornato público. De este movimiento ha dado buen ejemplo,
entre otras capitales de provincia, Ciudad-Real, emprendiendo y llevando a cabo
con asombrosa rapidez diversas obras de policía y ornato, merced a la
iniciativa y fomento que reciben de su ayuntamiento, que comprendiendo perfectamente
el espíritu de la época, remueve cuantos obstáculos se presentan para colocar
la población al nivel de las más adelantadas.
Mencionaremos hoy, por ejemplo,
aplaudiendo como se merece semejante mejora, el acertado pensamiento y
realización de las obras de la nueva puerta de Ciruela, con las que se ha
logrado combinar la economía, el buen busto, la comodidad del vecindario y el
ornato público.
Al laso Sur de la capital de la Mancha,
y en el sitio que ocupa la actual puerta de aquel nombre, existía desde antiguo
(como ingerido en la muralla y en el extremo de la calle que lleva igual denominación)
un arco de medio punto de pobre aspecto y mezquinas proporciones, que casi ya derruido
y mutilado por los años, debió de ser en otros tiempos una de las puertas
primitivas de la ciudad antigua. Sin uso desde tiempo casi inmemorial y
tapiado, ni el municipio ni la hacienda pensaban en su reparación.
Pero llega el momento en que la ardiente
locomotora se acerca a la ciudad, pasando cerca, si podemos decirlo así, de la
olvidada puerta, y como si el símbolo de la actividad de nuestro siglo llamase
al dormido genio de la edad media, ofrécese el antiguo arco de medio punto como
útil y directa entrada a los viajeros que se dirijan a la capital de la provincia.
Su antigüedad podría satisfacer al que anhelara evocar recuerdos de otras
épocas; pero su estado no era en cambio el que requería el embellecimiento de
Ciudad Real, y así es que después de mejorarse la calle Ciruela con nuevo
empedrado y colocación de aceras, debía tocar el turno a la puerta de que se
trata, iniciando el alcalde corregidor el proyecto de construir una nueva.
Efectivamente, sin dejar casi mediar
tiempo entre el pensamiento y la ejecución, se pasó en 13 de febrero de 1861
comunicación al arquitecto de la provincia para que con la apetecible brevedad
hiciese el plano y formase el presupuesto del coste para la nueva obra, como se
verificó inmediatamente, en términos que en 1º de marzo siguiente se remitían despachados
para su aprobación al ilustre ayuntamiento.
Celebrada subasta, en que no se
presentaron postores, se dio principio a las obras por la administración local
bajo la dirección y plano del mismo año. Pero no solo se llevó a efecto la obra
con rapidez, sino con notable acierto. Si alguna cosa notable observamos en
esta puerta, es la sencillez y severidad de su carácter, pues construida para
una ciudad murada, más bien debiera parecer un baluarte para la defensa que
para adorno, debiendo ser así, porque á haberse empleado otro género más
risueño, además de ser un anacronismo, hubiera sido notable impropiedad. Sencilla
es por cierto su combinación, pues solamente se compone de dos torreones
separados entre sí por una cortina o muro, el cual, terminado por ménsulas y
almenas sostenidas por arquitos de medio punto, abre el ancho y único arco
gótico de bizantinas reminiscencias, que constituye la puerta flanqueada por
los dos macizos y elevados torreones coronados también en sus cuatro frentes de
ménsulas y almenas. Cada uno de estos dos torreones, tiene practicadas en sus
dos caras principales y a diferente altura dos angostas ventanas como para dar
luz a lo interior: entre las ménsulas y debajo de cada una de las almenas,
tiene simulado otro orden de pequeñas troneras como si pretendiese aumentar los
medios de defensa. Arranca el arco sobre impostas entalladas de rudo follaje y
en sus enjutas dos medallones por ambos haces con un león y un castillo en el
centro. La fábrica es de mampostería desconcertada con aristones de sillarejos
de mayor y menor. El ancho total de la puerta, incluso los torreones, es de
diez metros por once de altura contados hasta las cúspides de las pirámides en
que terminan las almenas: el ancho es de 4 metros 20 centímetros y su alto hasta
el vértice de 60. Los torreones son de base cuadrada.
Después de construida la puerta, como
complemento de la misma, se reconstruyó uno de los antiguos muros laterales y
se coronó de almenas en una longitud de 16 metros, operación que se verificó en
el otro lado para que hiciese completo juego, presentando hoy todo este
conjunto muy agradable aspecto.
Tal es la nueva puerta de Ciudad-Real,
cuyo grabado adjunto, demuestra mejor que las anteriores líneas su elegancia y
solidez, debiendo merecer sinceras felicitaciones, no solo la población que así
ve paulatinamente hermosearse su recinto, sino también el arquitecto que con
tanta prontitud como acierto ha adornado y utilizado el trecho que mediaba
entre las puertas de Alarcos y la de Granada, en dicha capital, y muy
especialmente el alcalde corregidor don Enrique de Cisneros, promovedor de
estas y otras obras que dejaran duradera memoria de su celo, actividad e
ilustración.
Revista
“El Museo Universal”, Año VI, Nº 26,
Madrid 29 de junio de 1862, página 207
Único
documento gráfico que se conserva de la desaparecida Puerta de Ciruela
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