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martes, 2 de enero de 2018

LA REINA ISABEL II, LA MISA DEL MAZAPÁN Y LOS DULCES PARA LOS AGENTES MUNICIPALES



Las navidades de los inicios del siglo XIX en Ciudad Real. En las recordadas y nostálgicas fechas navideñas, de nuestra capital, unas de signo positivo y otras no tanto, el Excmo. Ayuntamiento ciudarrealeño, acordaba la celebración de la mayoría de edad de la reina Isabel II, eligiendo para ello el día 31 de diciembre de 1843, prolongando los festejos hasta el 1º de enero de 1844.

En el año 1866, Ciudad Real se disponía a recibir clamorosamente a Isabel II, poco antes de Navidad con motivo de su viaje a Portugal, pero con previsión de detenerse en nuestra capital. La Estación de ff. cc. de la Puerta de Ciruela fue engalanada y remozada. Sin embargo, la locomotora exploradora que despejaba el paso del tren real, causó una tragedia en Daimiel: fueron arrolladas numerosas personas a causa de la espesa niebla de aquel día. El resultado fue de cinco muertos (otras fuentes señalan siete) y veinte heridos. La reina y el resto de la familia real marcharon a la iglesia de Santa María del Prado –que aún no había sido designada Catedral- donde le fue entregado el título de Hermana Mayor de la cofradía de la Santísima Virgen del Prado. Isabel II y séquito fueron alojados en el ex convento mercedario de la calle de Caballeros, más tarde instituto de Segunda Enseñanza, el primero inaugurado en la capital, tras las conversaciones entre el gobierno del Regente manchego general Espartero y el Ayuntamiento de Ciudad Real, para instalar un instituto, que comenzaron el año de 1841. Un arbitrio de dos reales impuesto a cada casa de los pueblos de la provincia, cuatro reales a los establecimientos comerciales, sería la contribución para su mantenimiento.

Proclama del entonces Gobernador Civil de Ciudad Real, D. Agustín Salido, llamando a los habitantes de Ciudad Real a participar en la visita de Isabel II y publicada en el Parte Oficial del Boletín Oficial de la Provincia el martes 11 de diciembre de 1866

También un 28 de diciembre de 1878, llegaba a Ciudad Real –una capital notablemente atrasada- la noticia del comienzo de la construcción de la Estación de Madrid-Delicias, exclusivamente levantada para la nueva línea férrea “directa” de Madrid-Ciudad Real. La capital manchega dispondría así de dos líneas de ferrocarril de diferente trazado y compañía, dando a conocer la prensa de Madrid los primeros detalles. La estación de Ciudad Real se empezaría en los terrenos aledaños a la Avda. de Alarcos (futuro Parque de Gasset).

El periódico local “Don Quijote de la Mancha”, decía en su número de Nochebuena de 1902, “…y los indigentes, contados por centenares en Ciudad Real, adivinaban tristes los manjares propios de las navidades, resignados con la injusticia de no participar con ellos sus dones…” En el periódico aparecía también, en primera página, un minúsculo suelto alusivo a esta festividad religiosa y popular. No había más referencias a la Navidad en la prensa local.


En aquellos tiempos, nuestra capital de tercera categoría, condición que Ciudad Real alcanzaba junto con unos pocos miles de habitantes. La publicidad de productos y lo comercial, era prácticamente nula. Doloroso era ver algunos jóvenes y niños, que, debido a la extrema pobreza de numerosas familias, pisaban las calles ciudarrealeñas con sus pies desnudos. También recogía el mismo periódico “…la enorme delincuencia y los numerosos atracos, verdadera lacra en la ciudad, que sufrían los vecinos al caer la noche”.

Uno de los belenes montados en Ciudad Real en el año 1914 y publicado en la revista “Vida Manchega” el 8 de enero del referido año

Sacerdote

El P. Javier Mª de Castro desarrollará años más tarde, una misión transcendental. En 1950 va a desplegar las iniciativas que le reportaran la simpatía y reconocimiento popular, especialmente en su querido barrio del Perchel. Efectivamente, en la navidades ciudarrealeñas, las célebres “cenas de Nochebuena”, auspiciadas por el P. Javier se concibieron en Ciudad Real. En la misma plaza frente a su parroquia, se cocinaba y distribuía una abundante cena entre sus necesitados, acompañadas de las “famosas misas del mazapán” que permitía a los críos desheredados de Ciudad Real ver saciados con productos propios de estas fechas. Este menudo sacerdote, reconstruyó también gran parte de la fábrica de su templo parroquial, incluido su torre, muy deteriorada por el paso del tiempo, logrando que la asistencia de fieles a su parroquia se incrementase notablemente.

Luego viajará a Siracusa (Italia) para desde allí “importar” la devoción a la Virgen de las Lágrimas y erigirle un altar en la recoleta plaza del mismo nombre, junto a la casa parroquial de la calle de Calatrava. Su afán por atender a las personas más necesitadas le llevó a fundar una guardería infantil, que levantó en la parroquia de Santiago, también crea la “Ciudad de Matrimonios Ancianos”, extra radio entre las Puertas de Calatrava y de Toledo, sobre unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento capitalino. Pero le llegaba la jubilación en 1964, al frente de su querida parroquia de Santiago. Y así un 10 de febrero de 1970 nos dejaba para siempre el P. Castro, el cura más entregado en hacer el bien.

No obstante, tras la Guerra Civil, y bajo la atenta vigilancia de la Policía Municipal, grupos de jóvenes celebraban la Nochebuena cantando y danzando por las calles. Y para evitar altercados, se publicaba un bando el mismo día 24 de diciembre en el diario LANZA desde su aparición en 1943. Por entonces los ciudarrealeños crearon el bonito gesto implantado por Navidad de los años cincuenta, de ofrecer a los agentes municipales –que dirigían el escaso tráfico rodado de la ciudad- productos típicos de esas fechas, en el sitio de las “cuatro esquinas”, es decir, en el cruce Calatrava-Feria con Toledo-María Cristina, donde los agentes terminaban rodeados de licores, turrones y mazapanes.

El P. Javier Mª de Castro celebrando la Santa Misa Siracusa (Italia) ante el altar de la Virgen de las Lágrimas

En la Nochebuena del año 1924, triste y desapacible en nuestra ciudad, de calles poco urbanizadas, el Gobierno Civil repartió raciones en especie a cien pobres ciudarrealeños, costeadas por el Excmo. Marqués de Villaterra, que había tenido la iniciativa de conmemorar la fiesta cristiana de la Nochebuena con esta iniciativa.

Al llegar la Navidad en Ciudad Real, como siempre, se obsequiaba con un aguinaldo a los niños que lo solicitaban de casa en casa, especialmente acompañado con los cánticos de villancicos, con mayor o menor acierto, pero con una gran voluntad, práctica que estuvo en pleno apogeo en los finales del siglo XIX, continuando en el XX.

Cuando estalla la Guerra Civil los cerca de 26.500 habitantes que tenía en 1935 Ciudad Real, en diciembre de 1937 alcanzaba la alarmante cifra de 75.000 personas, incrementada por los refugiados. En cualquier caso, la convivencia ciudadana se hizo sentir intensamente difícil. La vida ciudadana en nuestra capital, pese a la calma casi olvidada de una provincia sin frentes, a veces saltaba alarmada por el aviso de un posible bombardeo de la aviación. El bautismo del primer bombardeo, tuvo lugar en la mañana del día 14 de diciembre de 1936, sin que las bombas arrojadas causaran víctimas ni grandes daños materiales. Unos días más tarde, el 19 del mismo mes, hubo otra incursión de un avión que lanzó media docena de bombas,  sin víctimas personales. Pero un nuevo ataque en la mañana del día 21, causó ya algunos heridos. De nuevo el 8 de enero se produjo otro bombardeo. El objetivo favorito, parece que señalaba la Estación del ferrocarril. Estos bombardeos llevaron a estudiar un plan de refugiados, que, por cierto, nunca se llevaron a cabo. No obstante, al cesar los bombardeos, numerosos vecinos habilitaron los sótanos y cuevas de las viviendas, muy abundantes en Ciudad Real.

El Obispo Don Emeterio Echeverría Barrena poniendo la primera piedra del actual Seminario Diocesano

Duelo el 23 de diciembre

Nuevamente, en diciembre de 1954, un impacto va a sacudir Ciudad Real: el obispo-prior de las Órdenes Militares Don Emeterio Echeverría Barrena, había perecido a consecuencia de una operación quirúrgica. Persona cordial, franco y de talante paternal, condiciones personales que le fueron rodeando de un sincero afecto por parte de todos los sectores de la sociedad, como evidenció el espontáneo duelo popular que provocó su muerte el 23 de diciembre de 1954. Su mayor empeño residió en dotar a la diócesis de una gran seminario que relevase al viejo edificio de la calle Alarcos y tuviese capacidad para la demanda y formación de futuros sacerdotes que, en aquellos años, se ofrecía especialmente numerosa.

Un gran impacto y temor causó en todos los ciudarrealeños, el día 23 al 24 de diciembre de 1947. Un pavoroso incendio en el antiguo edificio de la Academia General de Enseñanza de la calle del Prado, con vuelta a Caballeros, donde también tenía su sede el Gobierno Civil. El enorme edificio estaba constituido por tres amplias plantas, de las cuales quedaron destruidas las dos últimas. El incendio necesito de la colaboración de los parques de bomberos de Daimiel, de Empetrol de Puertollano, de Madrid, y algunos más y del nuestro, con su antigua cisterna, y la colaboración del Regimiento de Artillería, Guardia Civil, y Policía Armada. Llegó a tal estado el incendio, que la última planta ardía completa en sus centenares de metros cuadrados. Ante el temor de la destrucción completa de la manzana, el comercio de los bajos del edificio, los enseres del comercio del Sr. Arche, fueron depositados amontonados a la intemperie de la calle Feria. Aquella Navidad estuvo marcada por el pavoroso incendio, y ante el temor de que fuese una gran tragedia para Ciudad Real.

José Golderos Vicario. Lanza, Semanario de la Mancha, Viernes, 22 de diciembre de 2017.

Portada del diario “Lanza” del miércoles 24 de diciembre de 1947, donde aparece el incendio del antiguo Gobierno Civil

1 comentario:

  1. Mi recuerdo del padre Castro, no coincide con el tamaño del sacerdote de la imagen Celebrando.
    Ese señor era de altura menos que mediana, no muy grueso.Se movia en su Renault 4/4.

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