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lunes, 22 de julio de 2019

COMERCIOS Y TIENDAS DE CIUDAD REAL EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX: AVENIDA DEL REY SANTO (I)



La pomposamente llamada Avenida del Rey Santo es la última calle que se abriera en Ciudad Real antes de iniciarse la gran mejora urbana del Torreón del Alcázar, gestionada por sucesivas Corporaciones Municipales hasta conseguir que el Ministerio de la Vivienda atendiera las peticiones formuladas desde Ciudad Real, defendidas por ilustres manchegos, de ver hecho realidad este polígono urbano de ensanche, pero dentro del recinto de la ronda de circunvalación de la capital. No hemos olvidado un viaje corporativo a Madrid, en los años 60, cuando se venía defendiendo la urgencia de esta moderna realización que nos pondría a nivel de otras ciudades españolas.

Lástima que en el mismo centro de Ciudad Real no se aprovechase debidamente la posibilidad de crear una avenida, que permitiera las dos circulaciones e incluso un pequeño seto entre ellas como en otras poblaciones españolas, máxime cuando se disponía de suficiente espacio para ello.


Nulo prácticamente era el interés comercial de la hoy nueva avenida en su antigua configuración. Quienes remonten la cincuentena recordarán como se hallaban distribuidas las construcciones y solares de esta zona. En su primera parte de siempre fue conocido comúnmente como callejón del Gas, por haber estado ahí instalada una fábrica de dicho combustible desde 1886, por feliz iniciativa de un hombre de empresa: don Dámaso Barrenengoa, que aunque vasco de nacimiento vivió en Ciudad Real desde que contaba 30 años y aquí murió, reposando sus restos en nuestro cementerio. La fábrica del gas fue dirigida buen número de años por el señor Hernández y posteriormente por don Marcial Sánchez de Molina y Portocarrero, que también tenía en el mismo local un almacén de carbones, su despacho de corredor de Comercio y la vivienda familiar.

En una puerta anterior, casi a continuación de la casa del médico Messia de la Cerca, donde después se construyó el edificio del Instituto Nacional de Previsión, estuvo una taberna llamada de Camacho, por ser este el apellido de su propietario, y seguidamente se hallaba un establecimiento de alquiler de bicicletas del que eran propietarios Paz Medina y Feliciano Rodríguez. Después estuvo la fábrica de gaseosas de Jesús Sánchez, muy conocido por "Pataleche" y en este mismo local pero bastante posterior, se hallaba la tabernabar de "El tío Pepe" muy concurrida por jóvenes y mayores, por estar acreditada en excelentes aperitivos. Esta taberna subsistió hasta la demolición del inmueble donde se hallaba instalada, para procederse a la apertura de la actual avenida del Rey Santo. Lo anteriormente reseñado se refiere al lateral derecho de la calle y al ángulo que formaban las dos fincas que hemos citado.


En el verdadero centro del callejón del Gas se hallaba un gran huerto-solar llamado de Arévalo, donde existía un almacén de abonos, creemos recordar que de la Sociedad Peñarroya; unos graneros, cuyos locales cambiaban de fisonomía y utilización durante los carnavales, celebrándose en ellos animados bailes, con un nombre muy característico y que, como puede suponerse, diferían bastante de las actuales salas de fiestas y clubs de juventud. Más reciente, los almacenes de don Andrés Caballo Calderón, dedicados a vinos y licores, posteriormente trasladados a la calle de Carlos Vázquez.

Por último, recordar como en aquel amplio huerto-solar estuvo algunos años el "Ideal Cinema", un local de verano que fundó don Ángel Piqueras Abad, Angelito Piqueras para sus amigos, en la que se pudo ver la primera película del por entonces incipiente cine sonoro que se proyectó en Ciudad Real. El solar era propiedad de doña Florisa Salto, dama muy conocida y estimada en la capital. Angelito Piqueras, atrevido aprendiz por entonces de empresario cinematográfico, fue como decimos el primero que introdujo el sistema sonoro, ante la lógica expectación de los ciudarrealeños y aún de pueblos próximos, pues el acontecimiento lo merecía. En aquellos años existían dos locales dedicados a cine en la capital, el Teatro Cervantes y el Salón Olimpia, ambos ya desaparecidos, pero en ellos se proyectaban solamente películas "mudas", cuya exhibición se ambientaba con sendas orquestas. El "Ideal Cinema" se inauguró en el verano de 1932, con un aparato de disco, con la película "Bajo los techos de París", con una música pegadiza, que fue luego cantada mucho tiempo por jóvenes, sobre todo el vals que dió nombre al film, que dirigido por René Clair, tuvo un éxito extraordinario en Madrid y provincias. La misma noche de la inauguración surgió un inconveniente, cuando el público llenaba por completo las butacas y la general, uno de los altavoces de la pantalla no funcionaba bien, lo que honradamente obligaba a la empresa a suspender la esperada sesión y devolver el importe de las localidades, como así se hallaba dispuesta a hacerlo, en vista de que no se lograba reparar la avería. Pero era tal el interés y el deseo del público de presenciar el espectáculo, del que se había hecho mucha propaganda, que la proyección se inició con el asentimiento general, se perdonaron los fallos y al final salió bastante satisfecho. Ese mismo verano se proyectaron en el "Ideal Cinema" películas de verdadero éxito por aquellas fechas, tales como "El desfile del amor", de Maurice Chevalier y Jeannette Mc Donald, "Drácula", "El rey vagabundo", con Emil Jannigs, "Mamá" de Catalina Bárcena, "Cheri Bibi", con el veterano Ernesto Vilches, maestro de la caracterización, y una de Imperio Argentina, cuyo título era "Su noche de bodas". Otro verano -1934- la empresa trajo a una magnífica compañía de zarzuela coincidiendo con la feria de agosto, al frente de la cual estaban como figuras femeninas Felisa Herrero y Selica Pérez Carpio. Entonces no se utilizaban micrófonos en los escenarios ni altavoces en las salas, y sin embargo "Doña Francisquita", una de las obras representadas y que constituyó un exitazo, se podía escuchar en el Pilar en la función nocturna.

Cecilio López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio. Ciudad Real 1986


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