Raquel
Racionero junto a la Virgen de la Angustias recién restaurada en la exposición
de arte religioso del pasado mes de marzo.
Hay muchas maneras de
gestionar una imagen o un conjunto de bienes y no tantas que estén tan
acertadas, como aquellas que parten de la ilusión, la dedicación y el cuidado.
Una gestión acorde a
las necesidades, de calidad, nunca es fruto de un accidente, sino del resultado
de un esfuerzo de la inteligencia. La materia que conforma el significado de
muestras imágenes, que recogen las características plásticas, que nos hacen
reconocer y recogernos ante la contemplación, no dejan de ser mero cuerpo, mera
forma, pero que sin el que no podríamos llegar al verdadero significado de lo
representado.
Cesar Brandi, pionero y
padre de parte de las teorías sobre la restauración en el siglo XX, decía que:
“Tan solo se puede restaurar la materia” y que cierto es. Estas imágenes,
matericas y portadoras de belleza, dolor, sentimientos, quedarían relegadas al
olvido sino existiera alguien que las diera sentido con su fervor y con su
mirar. Es necesario un receptor del mensaje, que sepa aportar sentido al rito y
a las piezas que lo conforman, que disfrute de la experiencia estética, y que
dote con su espiritualidad de sentido al porque de las imágenes.
Desde
el pasado mes de Enero y hasta el mes de marzo se llevo a cabo la restauración
de la imagen de la Virgen de las Angustias.
Muchos centros
religiosos y almacenes donde los pasos esperan poder volver a cobrar vida año
tras año, pueden terminar siendo cementerios de efigies y estatuas calladas,
roídas y perdidas. Cabe esperar que teniendo todo esto, el proceso del disfrute
estético, puede llevarse a cabo. Pero eso sería cierto si encontráramos siempre
a esa materia como debiera estar, es decir, que no mostrara envejecimiento,
deterioro y en definitiva que mostrará cualidades que la puedan acercar a los
cánones de belleza.
En muchos casos aunamos
esfuerzos para que nosotros, como propietarios de estos bienes, se muestren con
las más ricas telas y textiles, que los pasos sean los mejor ornamentados,
acompañar a nuestras piezas con nuestras mejores galas dentro de nuestra Semana
Santa, olvidándonos del trabajo constante, del mantenimiento global de nuestras
piezas, del entorno, se su visionado detenido tras el cambio de estación, o de
una limpieza y acondicionamiento rutinario.
La
restauración de la Virgen se llevo a cabo en las dependencias del Obispado.
Esto no es más que
sentido común, y sin que sea necesario un apego exagerado o enfermizo, a la
materialidad de nuestras imágenes, con unas medidas de conservación razonables
y sencillas se podría poner en práctica la conservación preventiva, evitándose
restauraciones irreversibles y muy intervencionistas y a la larga disgustos
innecesarios. Para ello existen herramientas a disposición del público, como
pueden ser los portales específicos y los foros que nos aportan las nuevas
tecnologías, como por ejemplo la web denominada contemplart.es, o el
asesoramiento directo con profesionales con formación específica del campo de
la conservación y restauración de bienes culturales.
El tiempo a su paso plantea
pérdidas de material único e irrepetible, y ante él debemos tratar las obras
con propuestas basadas en planes de actuación organizados, gestionados y
asesorados. Las obras envejecen tras el tiempo perdiendo resistencia sus
materiales, por alteraciones intrínsecas, es decir que le son propias al
material y a las que se une las extrínsecas cuya fuente de origen en su mayoría
viene dado por el hombre.
El
trabajo de Raquel Racionero está avalado por un sin fin de obras restauradas
tanto públicas como privadas. Fue la encargada de restaurar el Camarín de la
Virgen del Prado.
Dentro de estas
alteraciones encontramos desde manipulaciones y movimientos innecesarios dentro
de la ubicación de las piezas, intervenciones con una finalidad de arreglo
realizadas por personal no cualificado y con materiales no compatibles, entre
otros.
Las piezas requieren
una forma de hacer constante, y al igual que los conservadores y los
restauradores deben pasar por las piezas sin que se note su rastro, así debería
ser por parte de todos los responsables que velan y guardan estos tesoros
artísticos de gran valor, dentro de la Semana Santa.
RAQUEL
RACIONERO NÚÑEZ
Técnico
en Conservación y Restauración de Bienes Culturales
La
restauración de la imagen fue uno de los estrenos que no pudimos disfrutar el
pasado Viernes Santo.
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