Así
era el camarín de la Virgen del Prado hasta el año 1936, año que fue profanado
y destruido
Estudio
Histórico-artístico
Siguiendo a los profesores Sainz Magaña
y Herrera Maldonado (19) a finales del
siglo XVII y principios de la siguiente centuria, los templos realizados en
épocas anteriores se ven obligados a romper y modificar sus presbiterios para
construir camarines, como lugares de especial veneración hacia las sagradas
imágenes. Dentro de esta línea podemos citar algunos ejemplos como los
existentes en la iglesia parroquial de Santa Maria (Alcázar de San Juan),
Santuario de Nuestra Señora de la Virtudes (Santa Cruz de Mudela), Santuario de
Nuestra Señora de Peñarroya (Argamasilla de Alba), Santuario de Nuestra Señora
de las Nieves (Bolaños de Calatrava).
Es necesario tener también presente que
en estos momentos se están realizando obras arquitectónicas y escultóricas de
gran envergadura en esta ciudad: así el capitán Andrés Lozano financia el
convento de los Mercedarios; Antonio Galiana el de las Carmelitas Descalzas o
Juan de Villaseca la obra del magnífico retablo del altar de la Catedral de
Ciudad real.
Podemos considerar la construcción de
este retablo como un primer paso que nos conduce a la posterior realización del
conjunto formado por la escalera y camarín de Nuestra Señora del Prado. Sabemos
que fue encargado por el ciudadrealeño Juan de Villaseca, secretario del virrey
de México para honra de su patrona. Tenemos noticia del comienzo y finalización
de la obra, el cuatro de enero de 1612 y el mes de julio de 1616
respectivamente. Entre las condiciones que mencionan el acceso al nicho donde
se encontraba la venerada imagen observamos la siguiente (20):
“Yten
que detrás del retablo, dende la capilla que a de quedar debaxo de la mesa del
altar y gradas, a de subir una escalera de yeso hasta la caxa de Nuestra Señora
del Prado para poder subir a vestirla y de mudarla. Y la dicha caxa a de tener
puertas que se puedan abrir por detrás y el trono en que estuviere la imagen a
de poder dar vuelta en redondo, como torno, para que se pueda vestir sin entrar
en la caxa”
Así
quedo el camarín de la Virgen en 1940 tras su reconstrucción
Esta es la primera referencia alusiva a
una estructura asociada al culto de la imagen, “una escalera de yeso”. La talla de la imagen de la patrona fue
modificada a principios del siglo XVI con el fin de convertir una escultura
sedente en otra vestidera según los gustos imperantes de la época. Por lo tanto
la hornacina del nuevo retablo donde residía, debía tener algún acceso para
poder ataviarla mejor. Esta entrada es a la que se refiere el citado fragmento
de las condiciones de la obra.
No poseemos mas referencias documentales
del conjunto que nos ocupa hasta la década de 1640. Pertenecen al ámbito
eclesiástico, concretamente al carmelita descalzo fray Diego de Jesús María (21), prior de los conventos de Guadalajara
y Ciudad Real a mediados de siglo. A este religioso le fue encomendada la labor
de recoger los textos del archivo parroquial de Santa María del Prado con el
fin de evitar su pérdida, entre los que se encontraban unos manuscritos
elaborados por el licenciado don Juan de Mendoza y Porras, quien a su vez
recibió el encargo años atrás de recopilar la historia de la aparición de la
Virgen y la creación de la nueva iglesia. La recopilación de datos fue
realizada en las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo XVII, aunque
la licencia para imprimirlos no se concedió hasta el 4 de febrero de 1643.
Siete años más tarde, en 1650, se publicó la edición que ha llegado hasta
nuestros días. En ella nos relata:
“(…) En
la mitad del, eminente al Sagrario esta la Imagen sacratíssima, en un trono de
plata con rico Camarín a las espaldas, ventana rasgada, reja i vidrieras a
fuera, que con la luz del Sol que le entra i oro que el se tiene, esclarece
toda la Iglesia (…)”
Así
es actualmente el camarín tras ser enriquecido con mármoles en el pontificado
de D. Juan Hervás
En la época de la construcción del
retablo no se menciona para nada el camarín, sólo una escalera por la que se
accedía a la hornacina. Posteriormente, en 1643 ya existía “un rico camarín”. Sabemos que en la
década de 1630 se realizaron importantes obras de mejora en la parroquia como
la construcción de la nueva sacristía o el refuerzo de los estribos de la
fachada del sol (22). Por lo tanto
pensamos que la construcción del primitivo camarín mencionado por el religioso
carmelita se debió realizar entre los años 1620 y 1640. Esta cámara, como
demostramos a continuación no es la que conocemos en la actualidad.
La construcción de la escalera y camarín
que hoy contemplamos está íntimamente unida a la figura de Felipe Muñiz
Salcedo, personaje que ha pasado prácticamente desapercibido a lo largo de la
historia hasta el presente estudio. Vecino de Ciudad Real, contador de los
Reales Servicios de Millones de Ciudad Real y su Tesorería desde el año 1684 (23) hasta su fallecimiento el 3 de octubre
de 1712 (24), profesó una
gran devoción por la imagen de Nuestra Señora del Prado. Junto a su esposa
Quiteria Vair, ingresó en la Cofradía de los Esclavos de la Madre de Dios del
Prado de Ciudad Real en el mes de febrero del año de 1690 (25). Buena prueba de esta veneración es el
comienzo de su testamento (26) fechado en 28 de
septiembre de 1712, en el que leemos lo siguiente:
“(…) Confiesa
la Santa Madre Iglesia Católica rromana, en cuya fe y crehenzia he vivido y
protesto vivir y morir eligiendo por mi abogada e intercesora a la serenísima
Reyna de los Angeles, María Madre de Dios y Señora Nuestra para que interceda
ante su santísimo hijo y perdone mis pecados (…)”
A
lo largo de los siglos el camarín fue objeto de donaciones de devotos. En
concreto la actual lámpara de cristal fue un regalo de la familia de Enrique Frías
Piqueras del año 1957
Este testamento supone para nosotros una
inestimable fuente de noticias a la hora de clarificar los datos erróneos que
hasta el momento se han venido transmitiendo acerca de este personaje y su
cronología, reafirmando lo que últimamente venía sugiriéndose en los estudios
más recientes: debemos retrasar la construcción de la escalera y camarín de la
Virgen un siglo, pasando de los primeros años del siglo XVII a sus
postrimerías: los primeros años del siglo siguiente.
La primera noticia documentada que
tenemos sobre la construcción de la escalera está contenida en el libro de la
cofradía de la Virgen del Prado (27), donde se nos
narra uno de los milagros que se produjo por intercesión de la patrona de
Ciudad Real. El comienzo del milagro dice así:
“En
5 de julio de 1698 años trujo a el cementerio desta Yglesia la primera galerada
de piedra para acer la escalera del Camarín de Nuestra Señora (…)”
Por esta noticia de carácter devocional
sabemos que la fecha de inicio de construcción de la escalera se aproximaría a
la última década del Seiscientos.
Desgraciadamente existe una gran laguna
documental entre el año 1698, fecha de la primera galerada de piedra y el 28 de
septiembre de 1712, fecha del testamento de Felipe en el que se nos narra
textualmente (28):
“Yten
declaro que por quanto mi principal devoción y anelo a ssido siempre el fenezer
la obra del sacro camarín de Nuestra Señora del Prado que tengo comenzada
(…)”
Actualmente
en las paredes del camarín podemos ver diferentes pinturas de la Virgen de
varios siglos, y las letras apostólicas de la Coronación Canoníca de la imagen
y de la declaración del templo como basílica, ambas de 1967
Por lo tanto sabemos que la obra se
estaba prolongando en el tiempo, pero no tenemos constancia escrita de su
desarrollo. Revisando los protocolos notariales de los últimos años del siglo
XVII y primera década del siguiente nada hemos localizado sobre la obra que nos
ocupa (29). Consultados
los libros de fábrica de la parroquia tampoco hemos encontrado ningún dato más
en torno a la ejecución de estas obras. Sin embargo sabemos que Felipe Muñiz al
morir fundó un Vínculo perpetuo (30) para que se
dijeran misas en el camarín todos los viernes del año, dejando muy claro que el
dinero que reservaba para el citado vínculo no podía mezclarse con los bienes
de la fábrica; debía ser un dinero destinado exclusivamente a tal efecto y se
tendría que administrar separadamente de los bienes de la Iglesia de Santa
María del Prado. Esta es la razón por la que pensamos que en los libros de
fábrica no hay ninguna noticia al respecto. Estos datos debieron recogerse en
libros destinados a ello pertenecientes a los herederos del Contador, cuyo
paradero desconocemos en la actualidad.
El proceso de construcción de la
escalera y camarín puede seguirse con todo detalle a partir de la muerte de
Contador, gracias a la ejecución de algunas de las disposiciones testamentarias
llevadas a cabo por su mujer Quiteria Vair, verdadera artífice de los deseos de
su esposo, sin cuya labor no hubiere podido terminarse la mencionada obra.
El cinco de marzo de 1713 se contrata la
obra de la escalera y camarín de la Virgen del Prado (31). Previamente Francisco Pantaleón de
Ribas, maestro de cantería, oriundo de la villa de San Pantaleón de Aras, firmó
un poder notarial (32) en el que
encargaba al también maestro mayor de obras Juan de Villanueva Castillo,
natural de la villa de Ajo que se hiciera cargo de todas las obras iniciadas
por ambos en la ciudad ante la imposibilidad de atenderlas él personalmente por
estar ocupado en otras muchas. Una vez otorgado el mencionado poder se
iniciaron los trámites para contratarla. Como principales maestros ejecutores
figuran en este documento el mencionad Juan de Villanueva y Sebastián de Paz,
maestro de obras, vecino de Ciudad Real. Como sus fiadores encontramos a Martín
Picazo y a Juan de Paz.
Puerta
de entrada a la sacristía del camarín
En este documento se enumeran
pormenorizadamente las condiciones generales con las que debía efectuarse la
obra: materiales, medidas, bóvedas, escalones, baldosas, techos, exteriores,
pagos, tiempo de ejecución, etc. e incluso hace referencias al estilo o al tipo
de iluminación que debería conseguirse para que todo el conjunto quedara con el
decoro debido. Respecto a la obra que nos ocupa merecen destacarse los
siguientes detalles:
“y
es condizion que la yesería de dicho camarín será una media naranja fajeada
doble, con su floron, la armadura de la cornisa del anillo será una cornisa
dórica, se hechara su banquillo con un alquitrabe, rresalteando dicho
alquitabre conforme viene lo fajeado; la cornisa que viene a nivel para elijir
las formas de la media naranja será de buena labor; en las quatro pechinas se
dejaran quatro obalos guarnecidos de talla, y en dicho obalos se pondrán quatro
pinturas a la elección del Señor de la obra y a su costa”
“Con
condición que en dicho camarin se a de hazer un altar con su peana y grada, y a
de ser de jazpe, y todo lo demás del
camarín; y a la entrada de dicho camarin
se a de hazer un arco de ocho pies de ancho y en el ante camarin a donde haze
mesa se hechara un suelo de cuadrado de quartones a quanta uno de otro de
bovedillas”
El
artesonado de la sacristía proviene del desaparecido Monasterio de las Madres
Dominicas de la calle Altagracia
La cúpula a la que aluden las
condiciones es la que conocemos en la actualidad. Debemos destacar que la
ejecución de cualquier contrato no siempre llegaba a cumplirse en su totalidad
ya que podían surgir modificaciones a lo largo del tiempo que durara la obra.
Este es el caso de la cúpula del camarín. Actualmente en las pechinas no hay
pinturas como afirma el contrato sino unas bellas tallas de los cuatro
evangelistas.
Este documento se complementa con otro
fechado el 16 de junio de 1715 (33), en el que
volvemos a encontrar al maestro Sebastián de Paz, en este caso acompañado de
Juan Paz, su hermano y también maestro, firmando un contrato con Juan de Nates
San Román, maestro de cantería, vecino de la ciudad de Toledo, según el cual
este último debía labrar la piedra de mármol jaspe, procedente de la villa de
urda, necesaria para terminar los escalones, mesas y tarimas de la escalera y
camarín del Prado. El material debía estar entregado en el plazo de un año.
A partir de esta fecha vuelven a
escasear las noticias sobre el proceso de construcción, motivadas por el mal
estado de conservación de los protocolos notariales que constituyen la fuente
principal para este estudio. Suponemos que todo el proceso pudo alargarse unos
años más, quedando abierta la posibilidad de que se introdujeran algunas
variaciones en el proyecto original, circunstancia habitual en todos los
procesos arquitectónicos, de estas épocas, motivadas por el paso de los años,
la lentitud de los pagos por parte de los administradores de las disposiciones,
así como de la natural alternancia de maestros en los trabajos, dada su
frecuente movilidad geográfica.
Vista
de la sacristía
El camarín permanecería sin variaciones
importantes desde aproximadamente el segundo tercio del siglo XVIII hasta las
primeras décadas del siglo XX, momento en el que tendrían lugar las importantes
reformas de la parroquia para convertirse en sede prioral y más tarde, ya en el
siglo XX, en Basílica. Sabemos que en el Cabildo celebrado el 19 de mayo de
1910 (34) se aprueba un informe alusivo a
las cuentas y la fábrica del camarín. En este sentido citaremos las
intervenciones realizadas por el taller de los García Coronado (abuelo y padre
del maestro Joaquín García Donaire) entre los años 1910 y 1940, según
documentos (35) e inscripciones
encontradas durante la actual restauración. En 1918, el maestro Ángel Andrade,
supervisó las obras del camarín realizadas por el escultor Argüello, cuyo mayor
exponente es la reforma de la ventana inmediata al camarín (36). Durante la época del obispo Hervás se
acometieron diversas obras de embellecimiento, que afectaron el enriquecimiento
de sus paramentos, aplicando mármoles de distintos colores.
Pilar
Molina Chamizo, Doctora en Historia del Arte, y Juan Crespo Cárdenas,
Licenciado en Historia del Arte. Revista “Veracruz”, Puertollano 2011, páginas
53-61.
Por
la sacristía se accede al trono de la
Virgen
(19) HERRERA
MALDONADO, E. y SAINZ MAGAÑA, E., en Ciudad Real y su provincia, Vol. 3,
Gerver, Sevilla, 1997, pp. 251.
(20) Archivo
Parroquial Santa María del Prado (APSMP), leg. 534, fol. 12v.
(21) DE JESÚS MARÍA,
fr. D., Historia de la imagen de Nuestra Señora del Prado de Ciudad Real, Ed.:
Facsímil, Caja de ahorros de Cuenca y Ciudad Real, Ciudad Real, 1985 (original
1650), fol. 113v.
(22) Archivo
Histórico Provincial de Ciudad Real (AHPCR), Protocolo 64 bis. Escribano Juan
Arias Ortega, fol. 57r-58v.
(23) AHPCR,
Protocolo 230. Escribano Pedro Fernández Moreno, fol. 214r-214v.
(24) APSMP
depositado en el Archivo Diocesano de Ciudad Real, Libro de defunciones nº 8,
Parroquia de Santa María del Prado, fol. 86v.
(25) APSMP, leg.
546, Libro de la Cofradía de los Esclavos de la Madre de Dios, fol. 43r.
(26) AHPCR,
Protocolo 230. Escribano Pedro Fernández Moreno, fol. 156r-169r.
(27) APSMP, leg. 546,
Libro de la Cofradía de los Esclavos de la Madre de Dios, fol. 47v.
(28) AHPCR,
Protocolo 230. Escribano Pedro Fernández Moreno, fol. 164r.
(29) Muchos de los
protocolos de este periodo conservados en el Archivo Histórico Provincial de
Ciudad Real no pueden consultarse dado su delicado estado de conservación.
(30) AHPCR,
Protocolo 230. Escribano Pedro Fernández Moreno, fol. 168r.
(31) AHPCR,
Protocolo 230. Escribano Pedro Fernández Moreno, fol. 29r-35v.
(32) AHPCR,
Protocolo 230. Escribano Pedro Fernández Moreno, fol. 27r.
(33) AHPCR,
Protocolo 248. Escribano Antonio Peñuelas, fol. 60r-61v.
(34) Archivo
Catedral de Ciudad Real (ACCR) depositado en ADCR, Libro 5º de Cabildos, años
1904-1911, fol. 347r.
(35) ACCR depositado
en ADCR, Carpetas de justificantes, sin catalogar, 20 de junio de 1910.
(36) LOPEZ SALAZAR,
C., Andrade, BAM, Toledo, 1989.
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