Doña María de las Mercedes, madre del rey
Juan Carlos, asistió en la catedral basílica catedral de ciudad real el 19 de
julio de 1993, al solemne funeral convocado por el Real Consejo de las Órdenes
Militares de España, por el alma de su esposo, el conde de Barcelona. S. A. R.
don Juan de Borbón, fallecido el pasado mes de abril.
El AVE trajo a doña María de las
Mercedes a Ciudad Real. La madre del rey don Juan Carlos llegó a la estación ciudadrealeña
a las 17,45 horas, bajo un tórrido sol manchego. Quince personas formaban su
séquito; en el mismo se encontraba el gerente del AVE en Ciudad Real, escolástico
González. La egregia dama fue recibida por representantes de las órdenes militares,
que la cumplimentaron, así como por el jefe de protocolo del Ayuntamiento
capitalino, Jesús Salcedo. En el vestíbulo de la estación, una guapísima niña
le ofreció un ramo de flores en nombre de la ciudad. La condesa de Barcelona
departió con gran sencillez con la pequeña, que contesto a sus preguntas
visiblemente turbada pero feliz.
La comitiva se dirigió al hotel Santa
Cecilia, donde desde horas antes le
aguardaban los caballeros de las órdenes, cuyo Real Consejo, presidido, por
expreso deseo del rey don Juan Carlos, por S. A. R. don Carlos de Borbón Dos
Sicilias, duque de Calabria, había convocado el funeral por el alma del conde
de Barcelona, S. A.R. don Juan de Borbón, que había presidido dicho Real
Consejo hasta su muerte, acaecida el pasado mes de abril.
Tras cumplimentar a doña María de las
Mercedes, los caballeros de las órdenes se dirigieron a la casa natal de Hernán
Pérez del Pulgar, donde procedieron a investirse con los ropajes
representativos de las Órdenes de Calatrava, Santiago, Montesa y Alcántara, trasladándose
después en procesión a la cercana catedral basílica prioral, donde aguardaron
la llegada de la condesa de Barcelona, viuda de S.A.R. don Juan de Borbón, que
fue recibida en la puerta del templo catedralicio por el obispo de Ciudad Real
y prior de las Ordenes Militares, don Rafael Torija de la Fuente, que la
acompaño a un lugar de honor instalado junto al Evangelio, acompañándola en el
mismo don Carlos de Borbón Dos Sicilias. Los caballeros ocuparon el coro, tras
el altar mayor, y el pasillo central del templo, mientras que en los primeros
bancos ocupaban lugar las autoridades de Ciudad Real: alcalde y portavoces de
los grupos municipales, presidente de la Diputación, gobernador civil, coronel
gobernador militar, fiscal jefe de la Audiencia, rector de la Universidad de
Castilla-La Mancha, presidente de la Cámara de Comercio, presidente de la
Audiencia, así como representantes de las Reales Maestranzas de Sevilla y
Granada. Otros bancos estaban ocupados por familiares e invitados de los
caballeros. Las damas, al igual que doña María de las Mercedes, se encontraban
tocadas con mantilla española y los caballeros vestían traje oscuro. Los bancos
finales fueron ocupados por numerosas personas que asistieron devotamente al
oficio religioso.
El solemne funeral fue brillantísimo,
con momentos realmente emocionantes, tales como cuando los caballeros dieron
con sus cuerpos en tierra, cuando la condesa de Barcelona recibió la comunión
del obispo prior o en los momentos en que el Coro Alfonso X el Sabio de Madrid
interpretó algunos temas gregorianos o la Salve, en honor a la Virgen del
Prado, que fue entonada por todos los asistentes. Todo brillante y perfecto.
Cuando concluyó el oficio religioso, la
condesa de Barcelona fue despedida por el obispo prior, el duque de Calabria y
los caballeros, acompañándola hasta el vehículo que la trasladó al hotel, donde
descansó brevemente antes de dirigirse nuevamente a la estación de Renfe, para
en otro AVE convencional retornar a Madrid.
Fue breve la estancia de doña María de
las Mercedes en Ciudad Real, pero eso no impidió que el pueblo le mostrará su
cariño a través de los aplausos que le dedicaron cuando abandonaba la catedral basílica
prioral o en el recorrido por las calles
ciudadrealeñas, tanto a su llegada como a su marcha. Por otra parte, fue bueno
comprobar que aunque de tarde en tarde, más de lo que sería menester, los
caballeros de las Ordenes Militares de España visitan Ciudad Real, algo que tendría
que ser hecho más frecuente, habida cuenta de que es precisamente Ciudad Real
la cabeza y sede religiosa de las mismas por decisión papal y ciudad visitada
en varias ocasiones por el padre del Rey, por cuya alma se celebró el solemne
funeral, que fue gran maestre de las mismas.
Revista
Bisagra. Ciudad Real 25 de julio de 1993
El
video es del archivo personal de Liberto López de la Franca
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