El escenario, al igual que la fiesta, ha
sufrido una evolución con el paso del tiempo. La importancia que tiene está en
que es una de las “partes” que forman el “todo”. A través de los distintos escenarios
en los que se llevaban a cabo la Pandorga se puede ver cómo se preparaba y la
participación tanto del público como de los “actores” de la misma.
Por las referencias de historiadores y
de gentes del pueblo, no es difícil intuir que originariamente se llevó a cabo en
un escenario no muy organizado, ya que sería el que brindase la naturaleza, para
después el hombre intervenir de acuerdo con los tiempos en que vive.
Parece ser que en los tiempos pasados, el
lugar escogido para celebrar la Pandorga fue debajo del Camarín. Aquí, unas
veces no habría más escenario que el propio de todas las noches, sin ninguna
intrusión de elementos nuevos:
“Esa
noche, la Señora abría la ventana de su camarín, para ver bailar a las mozas
batiendo castañuelas, repicoteando seguidillas y fandanguillos manchegos...”
Pero el hombre queriendo agradar cada
vez más fue introduciendo piezas nuevas dentro de este entorno. Todo esto se
puede ver en las crónicas, como la de don Joaquín Gómez. “...La noche del 31 de julio iban en carro
cubierto de tapices a cantar a la Patrona...” No solamente se aporta un
escenario artificial, sino que además se adorna y engalana.
El tiempo pasa, el público aumenta y ese
escenario primero se convierte en un “tenderete” o “quiosco de la música” que
era el nombre como se conocía. Estaba situado en un lugar muy próximo al que
ocupa actualmente la Cruz de los Caídos, pero dejando libre toda la rotonda central,
que era donde se situaba el público, ocupando los bancos los más madrugadores y
permaneciendo el resto en pie.
Sobre el escenario hay siempre unos
personajes. Han pasado por estos muchos músicos-cantores, bailadores, pero los
personajes en los que nos detendremos con un poco más detalle por su importancia
en la fiesta son: por un lado, un músico del pueblo, durante toda su vida, alma
viva de la fiesta, es Mazantini; por otro, un personaje unido a ella como la
uña a la carne, el Pandorgo.
Mazantini era un hombre sencillo, netamente
del pueblo, tenía una fibra popular que era la suya propia.
Un día, allá por los años 20 de 1900, se
le podía ver un 31 de julio en el templete metálico del Prado.
Los primeros en llegar ocupan los bancos;
los demás, de pie o en sillas propias. Después del rezo obligado de la salve a
la Virgen del Prado, hacia las once de la noche, suenan los aires manchegos desde
el templete del Prado.
La voz de Mazantini era un rezo hecho canto,
al principio. Luego, las letras varían, y la noche se hace seguidillas manchegas,
fandangos, torrás o meloneras. El grupo de bailadores y bailadoras se mueve,
con su gracia y garbo, y majestad habituales, y la rondalla no pierde compás.
Es natural pensar que por aquellos
tiempos Mazantini era el número base para el cante, con aquella voz un tanto chillona,
pero muy entonada, para expresar las letras de las manchegas, en las que no
faltaba al final o al principio la alusión a la Virgen del Prado.
Este hombre, que vivía por la antigua calle
del Caballo, era el director del grupo y con él se ponía de acuerdo el concejal
o teniente alcalde que presidía la Comisión de festejos para que no faltasen con
su actuación en la fiesta de la Pandorga.
Este hombre estaba acompañado, según
testimonios, por Paco Argumosa, que tocaba la bandurria principal, así como
Pepe el “gordo”.
Todos actuaban aquella noche, pero el
alma del grupo era Mazantini.
Otro personaje singular, más que necesario,
típico y folklórico, es el Pandorgo.
El origen de este personaje está ligado a
la Pandorga. Sería en un primer momento el que tendría la Pandorga, o sea, el
que se hacía cargo de la fiesta. Este significado es el que tiene en la actualidad.
LA
MÚSICA:
Uno de los elementos imprescindibles de
esta fiesta es la música, pero no una cualquiera. Nos referimos a la manifestación
de la música popular.
Desde tiempo inmemorial, junto a las
manifestaciones sabias y eruditas, se ha desarrollado un tipo de expresión
cultural ingenua, espontánea, directa y vivaz, nacida generalmente en los
estamentos inferiores de la sociedad o en medios rurales. Esto es el arte
popular, que, en la variedad musical, ofrece un sinfín de problemas en lo que
atañe a su origen y estimación.
En la actualidad, la música popular, al
igual que la artesanía, está en trance de perecer, aunque quede guardada para
evitar su completo olvido en disco o cinta que es el medio más moderno de que
disponemos para tal fin.
En las manifestaciones populares
tenemos, en primer lugar, un cometido utilitario de sus productos; y, en
segundo lugar, su adscripción a unas formas inmutables que se repiten a través
de las generaciones.
Otro de los escollos que encontramos en
el estudio de la música popular, es el de la determinación de su valor y el de
señalar su alcance y objetivos. A esto hay que decir que los estudios musicales
acotados al universo folklórico no constituyen modernamente una sección de la
musicología y que los especialistas en la materia designada con el nombre de “
etnomusicología” , lo que hasta hace unos lustros era considerado como una materia
propia de la investigación musical.
Respecto a la cuestión relativa a la forma
de originarse, hay que ver, en primer lugar, las afirmaciones de los
románticos, para poder contrastarlas con las actitudes de los investigadores modernos.
Dice Jacobo Grimm: “Como cualquier cosa buena de la naturaleza, las canciones populares
emanan silenciosamente de la pacífica fuerza del todo”, lo cual es
corroborado por Canteloube al afirmar que “el
pueblo crea sus cantos”. Por su parte, Cecil Shaup considera que la canción
popular nace del subconsciente colectivo”.
Frente a este idealismo ilusionado y
vago, las escuelas modernas aceptan de antemano la dificultad de aprehender el
sujeto activo de la relación, el pueblo. ¿Qué pueblo? Más que valorizar
estéticamente la creación popular a lo que tienden modernamente es a fijar los
rasgos que esencialmente delimitan su manifestación. En este aspecto, Davenson dice
que “lo que cuenta, no es lo que ha
originado la canción popular, sino lo que ha sido de ella”, actitud compartida
por Bel Bartók piensa que ante la transmisión oral de las melodías y, por tanto,
falta de fijación escrita lleva necesariamente implícita la variación, lo que
no significa evolución, sino simplemente cambio dentro de sus elementales estructuras.
En definitiva, el estudio de la música popular
es empleado como instrumento de conocimiento sociológico con el cual desentrañar
formas de vida, costumbres, tradiciones y creencias que constituyen vivencias
peculiares de los pueblos.
Otra cuestión importante es la
concerniente a la determinación de su autor. Hoy se acepta que no se trata de
creaciones anónimas, sino literalmente de ausencia de autor. Si se piensa en la
palabra de B. Bartók, concluiremos que la creación musical popular tiene un
carácter colectivo, con lo cual se trata de una creación en cuya manufactura
intervienen múltiples generaciones, lo que determina que su producto esté en
perfecta elaboración.
Esbozadas las precedentes cuestiones,
llega el momento de ver las manifestaciones específicas que se dan en esta
fiesta: las seguidillas, la jota manchega y el fandango.
El baile, las coplas y los instrumentos con
los que se interpretan son las tres notas principales de la Pandorga.
De todo esto se deduce que el Pandorgo es
toda una autoridad en la fiesta; es el elemento representativo masculino de la
Pandorga.
Este personaje no ha seguido una línea
de continuidad a lo largo de la Historia de la Fiesta. No se sabe bien por qué
causas, pero desapareció volviéndose a instituir en 1980. Su misión como ya dejaban
ver los antes dichos cronistas municipales, es la de un mayordomo que preside
la fiesta junto a las autoridades municipales, también invita a la gente a “limoná”,
dando a la fiesta un aire alegre y bullicioso.
La forma de elección se hace de la siguiente
manera: A partir del año 1984, las Peñas proponían al Ayuntamiento distintas
personas, La Comisión de Festejos hace una terna, y se entrega. A los Pandorgos
anteriores y estos son los que eligen.
Pandorgos a partir de 1980 fueron:
1.º D. Tomás Valle
2.º D. Pablo Romero
3.° D. Justo Serrano
4.° D. Antonio Cárdenas
5.° D. Benjamín Gómez-Serrano
6.° D. Emilio Arjona
Pandorgo hace una ofrenda leída a la
Patrona, cada uno lo hace de forma diferente, es el protagonista de la Fiesta en
toda la expresión de la palabra.
Despertar.
Semanario de Castilla-La Mancha Nº 10 Julio-Agosto 1986
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