Ayer el Papa Francisco manifestó refiriéndose a la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, durante un
encuentro con los miembros de la asociación “Corallo”, que reúne a las emisoras
locales de radio y televisión italianas, de la tentación del clericalismo:
“Es uno de los males, es uno de los males de la Iglesia. Pero
es un mal cómplice, ¿eh?, porque a los
curas les gusta la tentación de clericalizar a los laicos. Pero muchos
laicos, de rodillas, piden ser clericalizados, porque es más cómodo, ¿eh? Y
este es un pecado a dos manos, ¿eh? Y debemos vencer esta tentación. El laico
debe ser laico, bautizado; tiene la fuerza que viene de su bautismo”.
“Servidor”, por tanto, “pero con su vocación
laical” y esta “no se negocia” porque implica identidad. “Muchas veces–
prosiguió el Papa – he oído decir en mi tierra a sacerdotes que querían “hacer
diáconos” a los laicos. “Es la propuesta
del cura, en seguida: clericalizar”.
“Este laico, hagámoslo… ¿Y por qué? ¿Por
qué es más importante el diacono, el cura, que el laico? ¡No! ¡Este es el
error! Ah, ¿es un buen laico? Que siga así y que crezca así. Porque ahí va la
identidad de la pertenencia cristiana, ahí. Para mí, el clericalismo impide el crecimiento del laico. Pero
tened presente lo que he dicho, ¿eh? Es una tentación cómplice entre los dos,
¿eh? Porque no habría clericalismo si no hubiera laicos que quisieran ser
clericalizados.
En
la Iglesia, añadió, “no hay ni grande ni pequeño: cada uno tiene su función”. “Nadie debe
sentirse pequeño, demasiado pequeño respecto a otro demasiado grande. Todos pequeños ante Dios, en la humildad
cristiana, pero todos tenemos una función. ¡Todos, todo! Como en la
Iglesia… Yo haría esta pregunta: “¿Quién es más importante en la Iglesia? ¿El
Papa o esa viejecita que todos los días reza el rosario por la Iglesia?” Que lo
diga Dios: yo no puedo decirlo. La importancia de cada uno en esta armonía,
porque la Iglesia es la armonía de la diversidad”.
Gran Papa!
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