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martes, 28 de marzo de 2017

“400 AÑOS DE HISTORIA DE LA COFRADIA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA PIEDAD”



El pasado sábado día 25, el Museo Municipal López Villaseñor, acogió la conferencia que pronuncie sobre los cuatrocientos años de historia de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Piedad. Fui presentado por el Hermano Mayor, Pascual Sánchez Calero, y en ella hice un repaso a los cuatro siglos de historia de una de las cofradías más antiguas de nuestra Semana Santa. Hoy traigo al blog una parte de la misma, su fundación y lo que sabemos de la primitiva imagen destruida en 1616.


….Al estudiar cualquier Cofradía antigua de nuestra Semana Santa e intentar reconstruir su historia, topamos con un gran problema, la falta de documentación por dos motivos, uno por la desaparición de los archivos de las Cofradías con motivo de la Guerra Civil Española entre 1936-1939, y el otro el poco cuidado de los dirigentes de las diferentes cofradías en conservar su pasado, que al cesar  estos en sus cargos al frente de las mismas, no han entregado la integridad de la documentación que custodiaban, y en algunos casos ninguna, privando así a las generaciones futuras conocer el pasado de nuestras cofradías y hermandades.

Gracias al archivo del Arzobispado de Toledo, lugar de donde dependía Ciudad Real hasta que se creó el Obispado de las Ordenes Militares en 1875, hemos podido recuperar el origen de muchas de nuestras cofradías, y saber cómo que se crearon otras y desaparecieron algunas a lo largo de los años.

 
Documento conservado en el archivo del Arzobispado de Toledo de la fundación de la Cofradía de 1616

En este archivo se guarda lo que podíamos llamar la partida de bautismo de la actual Hermandad del Cristo de la Piedad, es decir la fecha de fundación  que nos sitúa en la segunda década del siglo XVII y más concretamente el 5 de marzo de 1616, cuando ante el escribano de nuestra ciudad, Fernando Rodríguez del Burgo, comparecen el Prioste de la hermandad, Juan de Cedillo, el Mayordomo Alonso López y los cofrades Sebastián Gómez, Cristóbal de Navas, Diego Muñoz y Francisco Pérez, con el fin de redactar unas ordenanzas para el gobierno de la Cofradía, que fueran presentadas y aprobadas en el Arzobispado de Toledo, como así fue por el Arzobispo Bernardo de Sandoval y Rojas.

Estas primeras ordenanzas nos informan de cómo sería la vida de la Cofradía a partir de aquel momento, y las obligaciones de los que la formaban. Lo primero que choca es el número limitado de hermanos que establecía, tan solo veintisiete podían formar parte de la misma, veinticuatro para alumbrar con hachas, más un prioste y dos mayordomos. Al ingreso en la Cofradía de cualquier hermano, este debería pagar dos reales y un hacha de cera de seis libras, siendo el encargado de custodiarla el prioste y de que se renovaran para las distintas fiestas que celebraba al año la cofradía. En las procesiones los hermanos se colocaban  por antigüedad en el cortejo procesional, y es también curioso que en estas primeras ordenanzas se establecía que para que no existiera debates entre los hermanos y diferencias entre ellos, no debía admitirse a hidalgos ni a personas privilegiadas y si se hacía debían de pagar doce reales y el hacha de seis libras.

 
Firma del autor de la primera imagen del Crucificado, Giraldo de Merlo

La fiesta principal de la cofradía se celebraba el día de San Mateo, estando obligado asistir todos los hermanos con sus hachas de cera encendidas el día de la víspera durante el canto del magníficat, y el día de San Mateo durante la celebración de la  Santa Misa desde que se proclamaba el evangelio y hasta que se consumía la Sangre y Cuerpo de Cristo. También los hermanos debían acompañar a la imagen del Santísimo Cristo de la Piedad con sus hachas encendidas, en la procesión que se hacía con la imagen en este día, por el interior de la iglesia.

El Prioste tenía el deber de convidar al cura y beneficiados de la Parroquia de Santa María del Prado, para que estos le acompañaran desde su casa a la parroquia con el resto de los hermanos, y una vez allí realizar con toda solemnidad la Santa Misa. A su término el prioste tenía que pagarles diez reales y a los sacristanes dos, que eran los encargados de adornar y conservar el altar del crucificado. El día de San Mateo después de la Santa Misa se debía elegir el Prioste para el año siguiente.

 
Imagen del Crucificado de Giraldo de Merlo de 1616, en su retablo construido en 1656. Este retablo se ubicaba junto a la puerta de la actual capilla penitencial y la antigua puerta de la sacristía vieja. En este retablo permaneció desde 1656 hasta 1936 que fue destruido por republicanos de izquierdas

El Prioste podía pedir limosna a los vecinos de Ciudad Real, en las vísperas y fiesta de San Mateo, con el fin de conseguir fondos para reponer la cera gastada y pagar el aceite de la lámpara que lucía permanentemente junto al crucificado. Esta limosna tenía que depositarse en un arca con dos llaves, una la tenía el Prioste y la otra el Mayordomo más antiguo, siendo utilizados estos fondos cuando fuera necesario.

Al fallecimiento de cualquier hermano o su mujer, la cofradía se obligaba a acompañarlo en su entierro con 16 hermanos con hachas encendidas, si el fallecido era un hijo de hermano solo debían acompañarlo en el entierro ocho hermanos con hachas de cera y si el fallecido era un criado del hermano solo cuatro hermanos con hachas; teniendo la obligación la cofradía de celebrar la Santa Misa por el eterno descanso de cualquier hermano fallecido.

 
La actual imagen de Castillo Lastrucci, tal y como recibió culto entre 1950 y 1972 en su antigua capilla, que se encontraba en el acceso al Camarín de la Virgen del Prado, junto al Altar Mayor

Cuando fallecía un hermano, el hijo varón mayor podía ingresar en la cofradía y ocupar el puesto de su padre, pagando la mitad de la entrada que pago el padre, es decir un real y un hacha de cera de tres libras.

Los hermanos tenían la obligación de asistir al cabildo que celebraba la cofradía, ocho días antes de la festividad de San Mateo, y a los actos de la misma festividad. Solo se podía faltar si había algún impedimento justificable, sino era así, debían pagar como multa media libra de cera. Si el hermano no pagaba o no cumplía con su obligación, el Prioste lo podía comunicar al Cabildo de hermanos, y estos acordar la baja del mismo.

Los viernes de Cuaresma por la tarde, el clero de la parroquia cantaba un miserere delante de la imagen del Cristo, estando los hermanos obligados a asistir con doce hachas de cera encendida. Por último la Cofradía se obligaba a participar en la procesión que se celebraba el Viernes Santo por la tarde con el nombre de Jesucristo, con el paso del crucificado, el cual deberían acompañarlo ocho hermanos con hachas encendidas….

 
Actual Capilla Penitencial, lugar donde recibe culto la imagen desde el Domingo de Resurrección 2 de abril de 1972

Giraldo de Merlo fue un escultor de origen flamenco, nacido en 1574 y afincado en Toledo desde 1602. En el año 1609 era ya escultor de buena fama, y en 1612 de reconocido mérito. Murió en 1622; de modo que toda su labor artística la desarrolla en veintidós años. Obras suyas hay en Ávila, Guadalupe, Sigüenza, Toledo, Titulcia en Madrid y Castellar de Santiago en nuestra provincia, donde tallaría la imagen de su patrón, el Santísimo Cristo de la Misericordia en 1619.

Hay una tradición oral y escrita, que no está documentada, que dice que Giraldo de Merlo realizó un Crucificado más pequeño de lo que debiera, para coronar el retablo mayor de nuestra Catedral, que dejo a custodia del templo parroquial, y al verlo un grupo de fieles se juntaron para rendirle culto y crear vuestra cofradía. Aunque esta tradición oral y escrita no está documentada, puede tener algo de verdad, ya que la imagen no tenía esculpida la espalda y la parte posterior de los brazos, lo que da de pensar que no fue realizada para procesionar y si para coronar el retablo, por lo que no hacía falta que estuviera terminada por su parte posterior.


Lo que si tenemos documentado es que la imagen estuvo durante siglos sobre una cruz plana, que fue cambiada a principios del siglo XX, por una que talló el artista ciudadrealeño Joaquín García Coronado. Ocupando el cargo de Hermano Mayor el pintor Ángel Andrade Blázquez en el año 1919, se realizaron los trabajos consistentes en ponerle espalda a la imagen y en terminar los brazos, así como la policromía de estas anatomizaciones, por el Director de la Escuela de Artes y Oficios de nuestra capital, el escultor Tomás Argüello y el mismo Hermano Mayor que cobraron sólo los materiales empleados. Tomás Argüello es también el autor de la decoración de la ventana del camarín de la Virgen del Prado, un año antes en 1918 bajo diseño también de Ángel Andrade.

El catálogo Monumental Artístico-Histórico de España de la provincia de Ciudad Real, realizado por Bernardo Portuondo y Loret de Mora entre 1913 y 1917, nos dice de la imagen, antes que se le realizaran los trabajos consistentes en ponerle espalda y en terminar los brazos, que era una imagen de bien entendida expresión ascética, con anatomía y maceración debidas sin violentas exageraciones y bien estudiado el cuerpo bellamente trazado en sus líneas y actitud, con la cabeza inclinada. Se decía que era de piedra y era portado en su salida del Viernes Santo en unas andas a un hombro por fuera talladas por Joaquín García Coronado….


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