La
Plaza mayor tras la reforma de 1988. Fotografía del archivo del centro de
Estudios de Castilla- La Mancha https://www.flickr.com/photos/ceclm/
El
arquitecto Diego Peris, autor del primer proyecto de peatonalización de la
Plaza Mayor, analiza en este artículo el camino que ha seguido la obra hasta su
final y las diferencias existentes con aquel proyecto inicial. Para Peris, el
proyecto realizado no es el proyectado, salvo en su concepción básica del espacio
central, lo que, en su opinión, le ha hecho perder su coherencia interna y no
responderá a los planteamientos que lo sustentaban. Por otro lado, Diego Peris
manifiesta que todavía es posible la instalación de arbolado y que la obra
sigue abierta al “uso” y la crítica que revise sus defectos posibles.
El ejercicio de la arquitectura no es un
mero divertimento del diseño por el diseño, o al menos no debería serlo.
La arquitectura como proceso de creación
obedece a un modo de raciocinio, a una concepción de la realidad que define
previamente el objetivo a conseguir y lo proyecta para convertirlo en un hecho
concreto.
Como ejercicio mental, obedece ya a una
lógica, a una forma de pensar que establece el hilo conductor del proyecto
resultante. Cuando ese argumento básico subyacente en el proyecto se destruye,
el proyecto pierde su coherencia, su racionalidad y en muchos casos su valor.
Y en el caso de la arquitectura esa
lógica, a diferencia de otras artes, no sólo está presente en su concepción,
sino en su relación funcional y en su modo de ejecución.
La arquitectura no se acaba en su
concepto, ni en su plasmación proyectual, sino que se realiza en su
materialización concreta, en su ejecución y en su función. La racionalidad del
proyecto se exige en su modo de construcción, de traducirse en hecho físico y
en su modo de funcionar.
Hecha esta a modo de introducción,
analizaría los conceptos subyacentes en un proyecto como el de la
peatonalización de la Plaza Mayor de Ciudad Real. La realización de un proyecto
como este, supone la definición de unos conceptos básicos generales en la mente
del proyectista que podría resumirse en los siguientes aspectos:
1.
LA PLAZA COMO ESPACIO PÚBLICO DE PARTICIPACIÓN
La posibilidad de recuperar un espacio
como la Plaza Mayor constituye una oportunidad única. Un espacio como la Plaza
Mayor de Ciudad Real ha estado condicionado en su uso por la presencia del
tráfico que anulaba su utilización real dejando un islote de difícil acceso en
su centro que a lo largo de los años y a pesar de los cambios formales ha
demostrado que no ha sido asumido por el uso de la comunidad.
Con ocasión de la construcción del
aparcamiento subterráneo se plantea la decisión de peatonalizar el conjunto
propiciando así su recuperación, recuperación que obedece a dos criterios
básicos:
-La posibilidad de establecer una red
peatonal que conecte las calles Postas, Cruz, Carlos Vázquez y General Aguilera
estableciendo una amplia zona de carácter exclusivamente peatonal.
Ello con los problemas de tráfico que
pueda generar, supone un logro muy importante y creemos que demostrará su
eficacia para la vida de la ciudad.
-Y por otra parte la posibilidad de
recuperar un espacio representativo y simbólico centro de actividades públicas,
de participación y de actividad social.
El concepto básico de lugar
representativo, público, capaz de acoger actividades cívicas en toda su
dimensión aconseja realizar una plaza “dura” entendiendo por tal aquella en la
que los elementos que aparecen no perturban las posibles actividades a celebrar
allí, ni siquiera la visión global de la misma.
La posibilidad de suprimir el viario y
concebir el espacio-pavimento como una unidad concede una valoración
dimensional distinta a la que teníamos anteriormente. Y por ello el proyecto
surge como una unidad total que resuelve el solado como un continuo que se
introduce en los soportales llegando hasta el límite de lo construido. Sólo una
ligera diferencia pretendía asegurar las posibilidades de actuaciones más
frecuentes en los soportales (conexiones a la red de agua y alcantarillado) y
por ello en el proyecto se proponía un pavimento pétreo en color verde oscuro
que mantenía una cierta continuidad cromática con el granito central.
El esquema central del solado asume la
irregularidad de la plaza, los dos lados mayores no son paralelos, y produce un
encuentro irregular entre las dos direcciones. El ritmo de los cuadros marca
una media al conjunto y rompe la monotonía dentro de lo uniforme y de la
sobriedad del contraste.
Sólo un elemento decididamente irregular
rompe el esquema geométrico del conjunto. La fuente situada al fondo con forma
irregular y rota, en un material distinto (mármol blanco) sirve de frente a la
plaza, oculta la rampa de entrada e introduce el agua como elemento importante
en el conjunto del proyecto.
2.
ARQUITECTUTA PARA LA COMUNIDAD
La arquitectura y de modo especial la
“obra pública” tiene un carácter de servicio y utilidad para la comunidad.
Probablemente la plaza como elemento
representativo está hoy todavía cargada de ciertas reminiscencias demasiado
próximas. Y por ello será necesario explicar y llenar de contenido un espacio
público: espacio de participación social y política que sirva de acogida a los
actos y manifestaciones de todo signo. Espacio de carácter festivo y participativo
que debe servir para las celebraciones populares más diversas. Espacio de
carácter cultural que podrá ser el foro de celebraciones varias: feria del
libro, conciertos, teatro de calle… Espacio comercial que revitalizará con su
nueva configuración la del propio ámbito y la de las zonas próximas. Y espacio
lúdico que puede y debe ser con la presencia de los establecimientos próximos
un lugar más de disfrute para todos.
Probablemente en este espacio, estamos
acostumbrados a un uso muy restringido en su contenido y en sus momentos. La
forma, probablemente, se ha adelantado a la función, pero el uso es posible y
necesario para nuestra ciudad y por ello creemos que es buena su realización.
3.
ARQUITECTURA DE LA AUSTERIDAD
La arquitectura pública es arquitectura
“austera” en su significación y en su presencia. La ostentación solo hace
referencia a personalismos y a una forma del poder público poco acorde con una
estructura democrática.
La obra pública tiene ese carácter de
austeridad que confiere la utilización de los medios públicos al servicio de la
comunidad.
Y al emplear el término de austeridad
queremos decir presencia sobria, sin intentos de manifestar el poder económico,
pero presencia digna y con un nivel de calidad que como ciudadanos nos merecemos.
Queremos decir arquitectura más próxima
a lo racional que a lo “folklórico”, sin renunciar a los lenguajes actuales y
por supuesto con la máxima calidad de diseño arquitectónico.
Hablamos de austeridad de la
significación y austeridad del lenguaje.
Los materiales nobles, de calidad no deben manifestar su coste como si de venta
del poder se tratase y el lenguaje racional debe asumir que se habla en nombre
y para toda la comunidad.
4. LA OBRA REALIZADA
La obra realizada, sin embargo, no es la
proyectada. El pavimento de los soportales, y la parte posterior del
Ayuntamiento se ha resuelto con una baldosa bicolor en damero con una franja de
mármol negro que la separa del espacio central.
La fuente, forma irregular y rota en su
concepción, se ha rematado con una gruesa moldura curva que hace difícil la
irregularidad y altera totalmente su significado. Esa sobriedad se rompe de
nuevo allí bruscamente con remates de mármol negro en el soporte de colocación
de la figura de Alfonso X, mientras que los tubos de acero inoxidable se
sustituyen inexplicablemente por conductos galvanizados.
La parte portero modifica su trazado
creando espacios que definen relaciones complicadas y difíciles de entender..
Los remates de las rampas, especialmente
la posterior, remiten a lenguajes nada acordes con el proyecto y con
referencias a expresiones conocidas en otros medios. Igual ocurre en el
interior de la rampa de entrada, mientras que en el remate de la escalera
parece recuperarse una corrección de diseño diferente de las anteriores.
El proyecto realizado no es
evidentemente el proyectado (para lo cual el director de obra es totalmente
libre). Pero cuando menos, es necesario dejar constancia de que salvo en su
concepción básica del espacio central el proyecto es distinto radicalmente del
original. Y cuando menos, sin entrar por ahora en valoraciones críticas (a las
que deberíamos acostumbrarnos por otra parte) ha perdido totalmente su
coherencia y no responde de ninguna manera a los planteamientos iniciales que
lo sustentaban. Y ello se refleja negativamente en el resultado final de obra.
5.
ARQUITECTURA PARA UN FUTURO
La “obra pública” abre siempre nuevos
caminos en el desarrollo de la ciudad. Y esto, en el caso de la pavimentación
de la Plaza Mayor es evidente. La obra de pavimentación hace aún más palpable
que ante la necesidad de actuar sobre los edificios y fachadas que conforman
esta plaza.
La gestión pública puede y debe aunar
los intereses diversos que allí se presentan en incentivar la necesaria
renovación.
La obra realizada está pidiendo una
actuación rápida y enérgica en este aspecto. Ahora más que nunca es necesaria
la renovación del elemento que conforma el espacio global de la plaza.
Lo cierto es que hemos avanzado
positivamente en la renovación de nuestra ciudad. Y ello con la aportación de
todos. Aquellas reflexiones de Brecht ante la historia siguen siendo verdad: la
ciudad la construimos entre todos con nuestra aportación económica, nuestra crítica,
nuestro apoyo y nuestras demandas.
Y en este sentido bueno sería
reflexionar sobre algunas demandas puntuales. El espacio total no se perdería
con la presencia de bandas de arbolado en los dos laterales y frente del
ayuntamiento. Existe una zona sin sótano debajo que lo permite y no sólo no se anularía
el espacio libre necesario, sino que se acotaría en su encuentro con el espacio
lateral de circulación.
La obra completada, sigue “abierta” al
uso y a la crítica que revise sus defectos posibles. En cualquier caso hay un
espacio en la ciudad que hemos ganado entre todos. Algunos preferirán seguir
viendo todo como negativo y a otros les parecerá todo perfecto.
Siguen siendo “malos tiempos para la
lírica” en esta civilización de “chicos pálidos para la máquina”.
Pero sigue cantando Leonard Cohen “incluso
sí a los ángeles proclamándolo en las alturas. No hay cura para el amor”.
Diego
Peris Sánchez. Diario “Lanza”, 20 de julio de 1988, página 5
Lorenzo
Selas Céspedes fue el Alcalde que realizó las obras de reforma de la Plaza
Mayor. Fotografía del archivo del centro de Estudios de Castilla- La Mancha https://www.flickr.com/photos/ceclm/
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