El
Obispo-Prior, D. Antonio Algora Hernando, el pasado día 10 en Alcázar de San
Juan
El día
13 de octubre 2013 quedará inscrito en la historia de la iglesia en
España como histórico y memorable, con la beatificación en Tarragona de 522
siervos de Dios, originarios de diversas diócesis y congregaciones religiosas
de España, víctimas de la persecución religiosa del siglo XX. Desde ahora sus
nombres estarán inscritos en el Martirologio de la Iglesia y serán objeto de
veneración y de culto. De los nuevos mártires, 22 son o están relacionados con nuestra diócesis: 6 Trinitarios de Alcázar de
San Juan, 15 Religiosos del Corazón de María (Claretianos), asesinados en Fernán Caballero y una religiosa natural de
Granátula de Calatrava. Con estos 522 nuevos mártires, el total de mártires del
siglo XX en España beatificados será de 1.523. De ellos , 11 han sido ya
canonizados.
En todas las iglesias de la diócesis el
día seis de noviembre se celebró la fiesta de todos los mártires. En la
Catedral se celebraron tres Misas por esta intención con cierta solemnidad y
predicación: a las 9 de la mañana el Delegado de la Causa de los Santos, D.
Francisco del Campo Real; a las 10.30,
el M.I.S. D. Jesús Abad Ramos y a las 8 de la tarde el M.I.S. D. Miguel Esparza,
Vicario General de la diócesis y Presidente del Cabildo Catedral.
El pasado domingo, día 10 el Sr. Obispo
de la diócesis Excmo. y Rvmo. Sr. D.
Antonio Algora Hernando se desplazó al Convento de los P. Trinitario de Alcázar
de San Juan para celebrar la Eucaristía de Acción de gracias a las 8 de la
tarde con los religiosos trinitarios de la localidad y un numeroso grupo desplazados de toda la geografía Española,
así como la asistencias de los sacerdotes de la localidad, Religiosos
Franciscanos, Religiosas de la Santísima Trinidad y Sagrada Familia. El Templo
de los P. Trinitarios se encontraba abarrotado por vecinos de
dicha localidad. Finalizada la Eucaristía se procedió a la veneraron de
las reliquias en la capilla dedicada a
los mártires Trinitarios.
En Alcázar de San Juan se inauguró en el Convento
de los Trinitarios la capilla dedicada a los mártires
El Sr. Obispo, profundamente emocionado
destacó como la Iglesia sólo desea
exponer a la luz, ante todo, el testimonio de hombres y mujeres que murieron
por causa de Cristo. Es decir, que si no hubieran sido de Cristo o no hubieran
tenido fe, no los habrían matado violentamente. Y no les admira como héroes,
sino como testigos de la fe. No es la muerte violenta lo que hace que uno sea
mártir, sino la causa de esta muerte. Los mártires morían por Jesucristo, y
tenían la certeza de que el destino de Cristo en la gloria era su propio
destino. Jesucristo es la causa y el fundamento de todo martirio.
La glorificación de estos mártires es,
en definitiva, una proclamación de paz y de reconciliación. Su martirio es una
lección ante la historia y un ejemplo a seguir por los cristianos. Al fin y al
cabo, la valentía de los mártires ante la muerte violenta no fue mérito suyo,
sino una gracia de Cristo. La Iglesia, cuando beatifica a estos siervos de
Dios, no lo hace por venganza, ni siquiera para una reparación de la justicia
humana, sino para afirmar que el bien es siempre superior al mal.
Se puede resumir en una idea el ejemplo
de estos mártires (22 de Ciudad Real) y su respuesta ante la muerte.
De los seis mártires trinitarios
formaban la comunidad trinitaria de Alcázar de San Juan, donde vivían
entregados al ministerio sacerdotal en la iglesia conventual de la Santísima
Trinidad, y a la enseñanza, en el Colegio que tenía ( y tiene) su sede en el
convento. Lo que más llama la atención, en estos mártires, es que al menos tres
de ellos tuvieron la oportunidad de haber escapado de la muerte, por diversos
ofrecimientos; sin embargo, todos respondieron por igual: «Lo que sea de mis
hermanos, que sea también de mí». Son mártires de la fraternidad reunida en
torno al Señor Jesús que no quisieron renunciar. También es admirable la
serenidad ante el martirio, el espíritu de fe con que vivieron sus últimos
días, su prisión y martirio.
La
nueva Beata Hija de la Caridad Dolores Ursula Caro Martín nacida en Granátula
de Calatrava
De los 16 mártires Claretianos, 14 eran
seminaristas a punto de ser ordenados sacerdotes; la muerte les sorprendió con
las ilusiones evangelizadoras apenas estrenadas. Su grito ante la muerte, ¡Viva
Cristo Rey! ¡Viva el Corazón de María!, había pasado por el filtro del
“Via-Crucis” que duró varios días. Gritaban aquello por lo que habían vivido y
por lo que consideraban que valía la pena incluso morir. Abrazados a la cruz de
Cristo, llenos de confianza, se entregaron en las manos del Padre, que los llamó,
y de la Madre que siempre los acompañó.
La Hija de la Caridad Dolores Ursula Caro
Martín nacida en Granátula de Calatrava (Ciudada Real) y asesinada en Vallecas,
el tres de septiembre de 1936, había consagrado su vida en servicio de los
pobres y enfermos por amor a Cristo. Sor Dolores, sor Andrea Calle y sor
Concepción Pérez Giral expulsadas de la Casa de Misericordia de Albacete por
las autoridades y amenazadas de muerte, se refugiaron en Madrid, en la casa de
un pariente de sor Dolores. Una de ellas buscaba ayuda en casa de otro familiar
en Vallecas. Las otras dos le acompañaron. No fueron recibidas y si
denunciadas, apresadas y martirizadas
¿Qué supone, para los cristianos de hoy la beatificación de unos cristianos tan
cercanos en el tiempo? Como ha escrito el Vicario General de la Orden
Trinitaria, P. Pedro Aliaga, en la introducción a la biografía de estos
mártires trinitarios: «Estoy convencido de que no sabemos valorar, como se
debe, el rol que nuestros mártires han tenido en nuestra vocación, cristiana y
trinitaria. Si Tertuliano podía decir… que la sangre de los mártires es semilla
de cristianos, la Iglesia española de hoy es hija deudora de gratitud hacia las
memorias de sus mártires, y los trinitarios de hoy somos fruto, misterioso y
real, de la fidelidad heroica de aquellos frailes que dieron su vida por
Cristo. Ojalá la futura beatificación, como las demás que estamos viviendo a lo
largo de estos años, nos inciten a conocer y a adquirir una auténtica y
encendida devoción hacia nuestros mártires. Ojalá su glorificación en la tierra
continúe provocando frutos de vida en la Iglesia, en la Orden y en la Familia
Trinitaria».
Se beatifica un modo de ser fieles a la
fe en Cristo. Aquellos jóvenes claretianos del seminario de Ciudad Real y
asesinados en Fernán Caballero aceptaron la muerte violenta desde la confianza
en Dios y desde el perdón a quienes les quitaban la vida. Su gesto martirial es
un poderoso anuncio de la esperanza en aquel “cielo nuevo y la nueva tierra en
que habitará la justicia” (2 Pe 3.13) y del camino que conduce hacia
ellos. Los cristianos de hoy en
día tienen en estos mártires un ejemplo de que la fe en Dios es capaz de dar sentido a la vida y de llenar el
corazón de esperanza frente a las mayores dificultades.
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