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lunes, 22 de junio de 2015

EL REAL ALCÁZAR DE CIUDAD REAL (I)



Han sido muchos ciudadrealeños los que me han pedido parecer respecto a los recientes hallazgos arqueológicos encontrados en los terrenos donde estuvo ubicado en su día el Alcázar Real de Ciudad Real. Ante esta continua petición de opinión he creído necesario elaborar un artículo referente a la historia de nuestro Alcázar Real, desde su origen hasta su total casi desaparición de la escena patrimonial-histórica de Ciudad Real.

La aparición de estos restos arqueológicos en la zona de nuestro Alcázar Real no es nueva, incluso en el año 1991 se encontraron unos pasillos cruzados entre sí, con dirección Alcázar Real-Convento de Franciscanos, donde hoy se encuentra la Residencia Universitaria Santo Tomás de Villanueva.

Respecto a estos túneles ya dio varios toques de atención –como siempre- a las autoridades ciudadrealeñas, nuestro firme defensor de Ciudad Real, Manuel López Camarena. El primer director del diario La Tribuna, pugnó por la conservación total de las galerías descubiertas. En este caso y circunstancia solo se logró conseguir salvar un corto tramo del túnel, pues al parecer fue sacrificado en gran parte el mismo, al cimentarse el edificio de Urbazo.

Pero lo cierto y verdad, que con este nuevo descubrimiento; tanto del muro, cuevas y pasillos, bajo la desaparecida edificación de nuestro Alcázar Real, nos demuestra una vez más, que la historia nos alcanza. Lo mismo que en Granada o en Valencia, se antepone el Patrimonio y la Historia, a los negocios inmobiliarios y a los vaivenes políticos. Los políticos antepondrán -como siempre lo hicieron en esta capital-, los negocios privados inmobiliarios, y los caprichos de partido, a la cultura, el saber, la ciencia el patrimonio y a la propia historia. Historia no solo de los ciudadrealeños, sino también de todos los españoles.

Por lo tanto, es mi firme propósito con estas líneas reivindicar la total conservación de estos restos, cueste lo que cueste, y sacrificándose todo interés particular colocándose muy por encima siempre el interés general de todos los ciudadrealeños.

El Alcázar Real era un edificio con un origen altomedieval fuertemente vinculado a la presencia islámica en la Península. Es por ello que se hace necesaria una breve introducción encaminada a exponer las características de estas construcciones que, con el paso del tiempo, se destinarán a albergar a la Monarquía Hispánica, institución que no dudará en adaptarlas a sus muy diferentes necesidades residenciales y representativas.

En todos los casos, como he dicho, el origen se remontaría a los años de dominación islámica, sin olvidar que en gran parte de los Alcázares Reales se han documentado vestigios arqueológicos relativos a la huella romana anterior.


 Pero será por tanto la cultura islámica la que conforme en su mayor parte los perfiles de estos edificios. En la mayoría de los casos como es el Alcázar Real de Ciudad Real, la arquitectura desplegada tendrá como primera visión la defensiva, finalidad que implicaría la elección de enclaves elevados –patente en Segovia, Madrid, Toledo y Ciudad Real- . Será este carácter nítidamente militar el que dé sentido en un principio a estas fábricas. Posteriormente, qué duda cabe que gracias a los cada vez más prolongados periodos de relajación del conflicto entre árabes y cristianos, el matiz militar daría paso a una progresiva incorporación de elementos civiles, lo que se hace evidente de manera especial en los Alcázares de Sevilla.

Pero los tumultuosos años bajomedievales, plagados de conflictos entre la nobleza y la corona, obligarán al mantenimiento de una estructura defensiva sólida. Serán estas construcciones de líneas claramente castrenses, con sus potentes y gruesos muros fortalecidos con compactos torreones cada cierto trecho, las que serán ocupadas por la nueva casa reinante de los Trastámara.

No obstante, será durante el gobierno de dicha dinastía a lo largo del belicoso siglo XV cuando se den nuevos pasos hacia una tímida reintroducción de elementos civiles en estos viejos caserones. Es ahora cuando se realizan obras de alhajamiento de los espacios internos de las viejas fortalezas, teniendo especial importancia las llevadas a cabo en los Alcázares de Madrid y Segovia. En ambos casos, siempre manteniendo su carácter general de castillo, se introducirán cambios de importancia con la creación de amplios salones representativos decorados con mayor lujo, cuya influencia en las arquitecturas desarrolladas por los reyes de la dinastía de los Austrias será fundamental. De este modo, será a lo largo de esta centuria cuando se completen las planimerías de los edificios y se avance especialmente en la reforma de los interiores, generalizándose las decoraciones murales con zócalos de azulejería junto a ricas y elaboradas yeserías, cerrándose las salas más importantes o las cajas de las escaleras principales con artesonados y alfarjes de tradición mudéjar.

Sin embargo el reinado de los Reyes Católicos no será sino una continuación de esta política edilicia, ahora compatible con una acentuación del interés por las residencias reales unidas a complejos monásticos y, en lo estilístico, con una vacilante introducción de los motivos ornamentales del nuevo repertorio renacentista.

El Alcázar Real de Ciudad Real, lo manda edificar el Rey Alfonso X. Las obras de construcción se prolongaron durante muchos años; pero aun así -según historiadores-, estaba ya habilitado como residencia regia, en el reinado del Rey Sabio.


Historiadores de prestigio como Ramírez de Arellano nos dice; “es el mal llamado torre ó torreón del alcázar”, aportando los siguientes datos importantes; “según Hervás, que en 1455 dio Enrique IV en dote á su mujer, Dª. Juana de Portugal, la villa de Villa Real; dejando a esta señora como recuerdo de su señorío la torre del alcázar, que mandó edificar en el sitio que ocupaban unas casas que había junto á él... y que compró para esto en 1473; y suponemos que el Sr. Hervás al hablar así, no se refiere al resto de construcción en que nos ocupamos, sino á una torre que habrá desaparecido como el edificio entero á que se agregaba en la indicada fecha. Muévenos á esto en primer lugar el conocimiento que tenemos de las dotes de ilustración del Sr. Hervás, al que por el simple examen de lo que queda no se le pudo ocultar que el llamado torreón, ni lo es, ni lo ha sido nunca, ni es otra cosa que un trozo de muralla en donde hay una puerta que ni aún puede decirse que fuera la principal del palacio. Además de esto, si D.ª Juana de Portugal la hubiese construido, hubiera puesto en ella sus armas y no las de castilla y León que aún puede descubrir cualquier persona que las busque minuciosa y detenidamente. Desechando esta idea por completo, es por lo que hemos dicho que la portada y no torre del alcázar, es lo más antiguo que en Ciudad Real ha quedado....De aquella primitiva construcción procede el arco, construido por canteros moriscos y que no tiene artísticamente nada de notable... El trozo es lo siguiente: en un lienzo de la antigua muralla del alcázar que en época muy reciente ha sido cortado por uno y otro lado y reparado con sillaretes de piedra caliza para que su destrucción primera no llegara á acabamiento y ruina, se abre una puerta de arco apuntado con un ancho dobelaje de sillares colocados de plano, y este dovelaje por su parte exterior , presenta una media caña de sencillísima ornamentación. En este bocel, á una altura como de medio metro de sus arranques, se ven unos deteriorados salientes, y á distancia igual de la clave, hay otros salientes, ya convertidos en informe masa por la acción de los tiempos, pero no tan deteriorados que no se vea claramente dibujado en uno de los interiores, al lado derecho del espectador, una castilla, y se venga en conocimiento de que la otra debía estar del otro lado y dos cabezas de leones junto a la clave, signos heráldicos de los blasones de D. Alonso el sabio.... Con esto terminaríamos el estudio de la portada si no tuviéramos que decir que la construcción está hecha por moros mudéjares, los cuales para que no quedara duda, dejaron sus marcas en la construcción, señalando los sillares con triángulos y letras, y muchos de ellos con el signo cabalístico de los mahometanos ó sean los dos triángulos entrelazados en forma de estrella de seis puntas, en los cuales no falta más que el nombre de Allah para ser iguales á los que se observan en infinitas construcciones muslímicas y hasta en los ochavos morunos con que los marroquíes pagaron á España gran parte de la indemnización de guerra por nuestra gloriosa campaña de África de 1859”. Hasta aquí la visión histórico artística del eminente historiador Rafael Ramírez de Arellano.

El sabio y elocuente Cronista Oficial de Ciudad Real profesor Emilio Bernabeu, en un artículo publicado en los años treinta en el diario ciudadrealeño Vida Manchega, nos da un testimonio importantísimo; “De gran extensión y perfectamente fortificada, como la hemos conocido aún no hace muchos años, la mansión real era un verdadero castillo señorial, con sus fuertes murallas, torres de trecho para defenderlas de los ataques enemigos, debiendo en su tiempo haber estado todos los regios aposentos soberbiamente decorados por aquellos alarifes mudéjares que tan preciados monumentos hicieron”


Respecto a los hechos históricos que sucedieron en el Real Alcázar de Ciudad Real, sobresale la muerte del Infante de la Cerda, acaecida en el año de 1275. Dicen los historiadores que al darse cuenta de su inminente muerte, llamó a D. Juan Núñez, y le rogó mucho que trabajara, para que al morir Alfonso X se declarara Rey de Castilla, a su hijo, el Infante don Alonso de la Cerda. Según las Partidas, tenía derecho y debía ser así.

El Infante D. Sancho, más tarde Sancho IV, segundogénito del Rey Alfonso X, al tener noticias de la enfermedad de su hermano, vino a Villa Real, y en el Alcázar, con el apoyo del poderoso Señor de Vizcaya D. Lope Díaz de Haro, se presentó y proclamó como heredero de la Corona de Castilla. Y aquí comenzó la rebelión del Infante D. Sancho contra su egregio padre el Rey Alfonso.

Años después el Rey Alfonso XI concedió varias Cédulas relacionadas con el Alcázar Real. En 1344 Alfonso XI recibe en el Alcázar a los embajadores que el Rey de Marruecos le envió en reconocimiento por haberle devuelto a las dos hijas que había cogido en la batalla de Tarifa. También este monarca en su segundo año de reinado, concertó en el regio edificio las opiniones de los procuradores y del Arzobispo de Sevilla y del obispo de Córdoba para designar tutor del rey, pues no llegaba a los tres años de edad al infante don Pedro. Ciertamente pocos saben que el Rey Alfonso XI hizo en el Alcázar Real de Villa Real, el importantísimo documento legislativo y jurídico titulado como “ El ordenamiento de Villa Real de 1346”, fecha en la que reunió Cortes en el Alcázar Real”.

Menéndez Pidal da como dato importante de nuestro Alcázar Real en Villa Real, lo siguiente; “..en el año de 1405 finó en el Alcázar de Villa Real, la exiliada Reina de Portugal doña Leonor de Telles y Meneses, asistida por su hija la Reina de Castilla doña Beatriz de Portugal. La difunta Reina fue trasladada con honores de reina a su última morada desde el Alcázar hasta el Real Convento de Nuestra Señora de la Merced, junto al nicho de su hijo el malogrado Infante de Portugal. La Reina Beatriz vivió ya viuda en este Alcázar, hasta que falleció en él. Era esta Reina castellana Señora de Villarreal, por decisión de su esposo Juan I de Castilla.


José Liberto López de la Franca (Diario “El Día de Ciudad Real, domingo 5 de marzo de 2006, páginas 14 y 15  


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