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lunes, 29 de junio de 2015

LAS GALERÍAS DEL ALCÁZAR REAL SE COMUNICABAN CON EL MONASTERIO DE LOS FRANCISCANOS DE NUESTRA CIUDAD


Diario “Lanza”, 11 de mayo de 1994, página 10

Como hemos visto durante estos últimos días, las galerías que actualmente se encuentran detrás de la puerta del Torreón del Alcázar, y las que contiguas a estas fueron tapadas, se dirigían según los estudios arqueológicos hacia la Plaza de San Francisco, e incluso en la noticia que publicó lanza el 21 de junio de 1992, se dice textualmente: “El derrumbe en la zona obligó a los trabajadores a apuntalar algunas de las galerías ya que estas se introducen en el subsuelo de la calle Granada”.

Es decir que estas galerías se dirigían hacía el desaparecido Monasterio de los Franciscanos que fue uno de los primeros que se estableció en la entonces Villa Real. Este monasterio al parecer, fue fundado y dotado ya en 1263 por el propio monarca fundador  de Villa Real, Alfonso X el Sabio, en las proximidades del Alcázar, junto a la Puerta de Granada. Al poco tiempo se levantó la Iglesia del mismo, en la que, en 1275, se depositó el cuerpo del infante don Fernando de la Cerda antes de ser trasladado a las Huelgas de Burgos para su definitiva inhumación.

La orden debió influir sobre la sociedad de Ciudad Real y en su monasterio se celebraron desde su fundación las juntas de la Vieja y Santa Hermandad. La Inquisición lo utilizó como cárcel-residencia de clérigos sospechosos y “necesitados” de meditación.

Tuvo el convento una cofradía de caballeros hidalgos con el título de San Francisco, que se encontraba ya fundada en 1392, instituida mucho tiempo antes.

Suprimido el convento en virtud de la ley de desamortización de 25 de octubre de 1820, cuando se decretó la disolución de los monasterios y los conventos, incorporando sus bienes al Estado, pasaron los religiosos que lo habitaban al de Santa Cruz de Múdela, quedándose el Ayuntamiento la administración del edificio, el cual estableció un Hospital Civil. En 1850 se instaló en él la Escuela Normal de Maestros y Práctica de Niños y el 3 de octubre de 1859 fue aprobado convertirlo en Hospicio Provincial, siendo inaugurado el 1 de enero de 1860 bajo la advocación de San José. Un incendio destruyó gran parte de su techumbre, la que se renovó, elevando sus murallas y dando más ventilación a sus salas en 1890, levantándose una nueva fachada del edificio con una plaza en 1907.

Este convento, se encontraba ubicado en el solar que actualmente ocupan el Colegio Público y la Residencia Universitaria Santo Tomás de Villanueva, en la Plaza de San Francisco, nombre que recibe precisamente por haber estado en este lugar el mencionado monasterio franciscano.

Como dije al principio, las galerías se dirigían hacía el desaparecido monasterio por el hallazgo arqueológico que se descubrió en 1994 y que también fue tapado. Me refiero a la noticia publicada en el diario “Lanza” el 11 de mayo de 1994 que lleva por título: “Los túneles de ladrillos hallados son canales de saneamiento”. En esta noticia se dice que: “Los túneles de ladrillo abovedado hallados al excavar los terrenos adyacentes a la antigua Casa Cuna de la capital, donde se va construir un nuevo centro de Enseñanzas Medias, son sólo una canalización de saneamientos, posiblemente vinculada a lo que fuera un convento franciscano. Así lo dijo ayer a Lanza el arquitecto de las obras que acababan de iniciarse en los terrenos de la Diputación, José Rivero.

La zona donde fueron hallados estos túneles, además de restos de huesos humanos por los enterramientos de los religiosos, se ubica justo detrás del actual Centro de Exposiciones (CEX) en lo que fuera patio del hospicio.”

Un mes después el 24 de junio el mismo diario nos informaba del resultado del estudio efectuado por el arqueólogo José Luis Pérez de Ynestrosa, dependiente de la Delegación de Educación y Cultura de la Junta de Comunidades. En este informe se nos dice que los restos arqueológicos encontrados eran unos osarios y una cripta. En los osarios se encontraron restos de varios individuos con sus correspondientes mortajas, botones, fragmentos de cerámica vidriada  y una moneda de bronce muy deteriorada, correspondiendo estos enterramientos a finales del siglo XV. Los individuos enterrados en los osarios debían pertenecer a la misma familia, como indicaba la presencia de escudos nobiliarios en las lapidas que cubrían los restos.

En cuanto a las galerías se hacía constar que eran de ladrillos abovedados, es decir, iguales que las descubiertas en las inmediaciones al Alcázar Real, lo que es una muestra evidente que el Monasterio de los Franciscanos se comunicaba con el Real Alcázar. Los restos arqueológicos encontrados se taparon y nadie lucho por conservarlos o incluirlos en el instituto que se levantó sobre ellos.


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