Y ya damos un salto y pasamos a los
portales considerados como principales, por su mayor concurrencia de personas
que diariamente pasan por ellos. En la esquina de la Plaza y Cuchillería
existió una tienda de comestibles que fue del llamado "Tío Chaval", al
que según cuentan, unos "maletas" como los que ahora buscan
oportunidades taurinas, que eran cortos de talla, subidos uno encima del otro,
sacando el último una baraja y de ella la carta con el siete, dijo: «El siete
quita la muestra» y se llevaron la hermosa bacalada que tenía colgada en la
puerta, cosa entonces corriente para anunciar que allí había un establecimiento
de comestibles. Come se ve no faltaba el buen humor ni los golpes de gracia por
aquellos años felices. En ese mismo local estuvo el primer establecimiento de
comestibles de don José Navarro Carrillo, allá por el año 12. Fue también
"Tercera", o sea venta de estos timbrados y tabacos, teniendo por
dependiente al popular Pío, que además tocaba el contrabajo o violón y al que
recordamos en los últimos tiempos del cine mudo, en el Teatro Cervantes de la
calle de Alarcos, cuando por dos perras gordas (20 céntimos) íbamos los
estudiantes del Instituto a "gallinero", como se llamaba popularmente
a la entrada general. Que también, creemos, que antes de la Tercera el Bar Relámpago,
de los hermanos Mur. Ya, más reciente, establecimiento de la familia Castro,
con diversidad de artículos de fotografía, pintura, papelería, etc. En la
actualidad es ocupado por el moderno establecimiento dedicado a Óptica Apolo.
Pasamos al número 29, donde estuvo
muchos años la carnicería de Santos Quintanilla y de su hermano Paco, bastantes
años asesor taurino de la plaza de toros de Ciudad Real. Santos Quintanilla,
hombre de gran envergadura y un vientre voluminoso, había sido protagonista de
no pocas anécdotas, que ahora no son del caso recoger. Pero si queremos señalar
que el caricaturista Domingo Pozo, en "El Pueblo Manchego", tuvo la
genial idea de presentar la caricatura de este carnicero en una línea vertical
y una curva que cortaba la primera; fácilmente se echaba de ver que era la gran
barriga asomando a la puerta del establecimiento. En este mismo local estuvo
algunos años un salón de limpiabotas de Ramón Broceño, gran aficionado taurino
y mejor persona. Después se instaló allí "Radioga", establecimiento
dedicado a radio y televisión, máquinas fotográficas, etc.
Seguía a continuación un pequeño
comercio de juguetería, en el número 30, con muchos artículos -el slogan era de
"Todo a 65'= a precios realmente económicos, pasando luego a ser "El
Bazarico", que más tarde se trasladó a la calle General Aguilera. Existió
allí también, creemos recordar que simultáneamente, pues el local tenía
amplitud para dos negocios, tabique por medio, una "industria" muy
solicitada: la de la Práxedes la conejera, negocio de temporada, pues ya es
sabido que sólo podía exponer casi toda su mercancía en época en que estaba
levantada la veda. Práxedes colgaba las liebres, los conejos y las perdices en
la misma puerta, para llamar la atención de los compradores, y no falta quien
asegura que al igual que los proveedores de la Real Casa, ella proveía de
piezas a los cazadores que no habían sido muy afortunados durante la jornada, a
fin de no pasar por la vergüenza de presentarse en casa sin un conejo o una
perdiz en el morral. Un veterano aficionado a la caza, que también algún día
tuvo que volver "boto" o "pablo", que de las dos maneras se
conoce, nos ha referido que se comentó mucho que Práxedes vendió en una ocasión
una liebre con el pelo negro, ejemplar rarísimo, como saben los cazadores. En
esos mismos locales estuvieron un establecimiento del señor Cuesta y las
pescaderías de Fabriciano Gambí y de José Miñano, esta última muy bien montada,
y finalmente la Relojería Moderna, propiedad de don Angel Pérez Pineño, que aún
subsiste traspasada a un familiar, Ángel Pérez Díaz.
Inmediatamente seguía la tercera posada
de la Plaza, llamada de "La Fruta", quizá porque en ella se
descargaban grandes seras llenas de productos de temporada, llegados de otras
provincias y de pueblos como Malagón, excelentes frutas y otros artículos de
huerta. Después, la vieja posada se transformó en moderno edificio, ocupando
los bajos los Almacenes de tejidos "Domingo", propiedad de don
Domingo Martin, traspasados después a don Manuel Pérez Ortega, que falleció
hace unos años, y hoy es la Colchonería "La Única".
En los números 33 y 34, a partir de
1915, el segundo establecimiento de ultramarinos y coloniales -así se llamaban
entonces los de alimentación- propiedad de José Navarro, en el que figuraba
como encargado el popular Martin Soto. En la actualidad lo ocupa una moderna
joyería con el nombre de "Gesemar".
Una conocida pescadería ocupó desde casi
principio de siglo, los números 35 y 36 de la Plaza. Su propietario era Castillo,
conocido por "El Curilla", quien por la mañana tenía un amplio puesto
en el mercado de abastos ya desaparecido y por las tardes abría la tienda en
los portales. Excelente merluza, apetitosos salmonetes, sabrosas gambas y
langostinos, no tenían envidia la calidad de los pescados que allí se ofrecían
con los de los mejores establecimientos del ramo. Silverio Castillo, hijo y
sucesor, la mantuvo muchos años hasta que se trasladara al almacén de la calle
de Borja, cuando ésta se urbanizó, y hasta su fallecimiento. Posteriormente el
local estuvo destinado a la venta de helados y más tarde, construido nuevo
inmueble, lo ocupa la Corsetería Marto.
El número 37 estuvo dedicado desde el
siglo pasado a comestibles. Fue el año 1837 -según nos confirmara en su día don
Lorenzo Montero- cuando Nicolás Buiza se estableció en dicho local. Ponciano
Montero, un patriarca luego del comercio de finales de siglo, casó con la hija
de Buiza y amplió y mejoró el negocio, que siguiera luego su hijo antes citado.
Aún recordamos un gran molino de café, situado en uno de los laterales del
establecimiento, que fue destrozado cuando la "revolución" del
aceite, el año veinte. Posteriormente, en el año 1946, en noviembre, se
estableció con tejidos, don Fulgencio Sánchez de la Nieta, al que puso
acertadamente el nombre de "Almacenes Los Portales", pues por algo
están situados en el centro de los mismos, y que aún siguen dirigidos por su
hijo Antonio.
En el número 38 existió, también a
principios de 1900, al carnicería de Josico, apodado "El Tuerto" y
después la de Domingo Cantero, a quien se le conocía por "El
Pajarillo", cuya mujer, Victoriana, con su mandil blanco, tenía fama de
cortar los filetes como nadie. Cuando esa misma familia cesó en el negocio de
carnes, instalaron un bar muy popular, al que pusieron de nombre "Bar
Pajarillo", y que además tenía habitaciones para dormir. Luego fue
traspasado a "Roszuri", establecimiento de pastelería, que aún se
mantiene con el nombre de pastelería Cruz, hallándose en el principal la
Fotografía Morales, un veterano objetivo, que en los años treinta compartió con
nosotros las tareas de la Prensa, en el diario "El Pueblo Manchego".
Y llegamos al número 39, que para el que
escribe tiene no pocas razones sentimentales. En esta tienda -como por entonces
se llamaban- hubo desde principios de siglo comestibles, bajo la razón social
de Gumersindo López, uno de los tres o cuatro "grandes" del citado
ramo por aquellas fechas, se sucedió su sobrino Manuel López Escribano, que
murió muy joven, no obstante lo cual logró un nombre comercial muy estimable.
En el verano, no faltaba la habitual tertulia de amigos en la acera, hasta la
hora del cierre, que se hacía muy tarde, en espera, sin duda, de los clientes
rezagados. Cuando Manuel López, gravemente enfermo, hubo de traspasar el
establecimiento el año 1920, lo hizo a otro comerciante de Fernáncaballero,
Dulce Ramírez, que tampoco fue muy eterno desgraciadamente. Y así se sucedieron
hasta llegar a Julio Niño.
En los números 40 y 41, el primer
negocio que recordamos fue la Ferretería "La Uña", propiedad de José
Bermejo, al que sucedió su hijo Luis, y al que los aficionados taurinos de
cierta edad recordarán, por haber sido el apoderador del novillero Agustín Díaz
"Michelín", cuando este se iniciaba en los ruedos, enseñándonos a
cantar el pasodoble del torero. El establecimiento de ferretería estaba muy
surtido y era costumbre poner en la puerta, junto a otros artículos del ramo,
una torre de cubos de chapa, pues por aquel entonces no se había inventado el
plástico. Posteriormente, en el año 36, en abril o mayo, fue traspasado el
local, instalándose el "bar Maripaz", moderno y con mucha calidad en
bebidas, al que siguió el Bar Esteban, nombre de un veterano camarero del
antiguo Bar León, como había ocurrido con Trino, que lo hizo en la calle Carlos
Vázquez. En la actualidad ocupa el local "Helados Morán", que en el
invierno alterna con juguetería. Consignemos que la antigua ferretería llegó
casi a ser centenaria.
Otro establecimiento muy antiguo es el
que existe en el número 42. Fue el año 1859 cuando se instaló en dicho local
Antonio del Mazo, llegado de provincia castellana vieja, con salchichería, carnicería
y jamones de excelente calidad, sobran de pronto fama las salchichas de Mazo.
La razón social no ha cambiado, si bien se fueron sucediendo distintos
familiares al frente del negocio. La mayoría de los dependientes provenían
también del pueblo originario del fundador de la casa.
Actualmente en el 43 se halla un
establecimiento de Cafés '" Barrenengoa, propiedad de don Alfredo Pérez
Serrano, que mantiene el buen nombre de casa tan antigua y la calidad superior
de sus productos. Este local, desde muy antiguo, estuvo dedicado a despacho de
turrones y mazapanes de Vicente Planelles, que echaba el ancla en Ciudad Real,
procedentes de su Levante natal, allá para los Santos terminaba bien pasados
los Reyes, aunque años más tarde ya se estableciera aquí, definitivamente con
heladería. Nos han informado que el Planelles citado venía desde niño a Ciudad
Real, acompañando a su padre, también dedicado al negocio de turrones.
El 44 fue ocupado por Santiago García
como carnicero, que se había independizado del antes citado Antonio del Mazo,
al que sucedió luego Ventura el pescadero, que en alguna ocasión fue empresario
taurino, y desde el año 33 por la cervecería Julio, que despachaba la caña de
dorada y fresca cerveza de barril a 25 céntimos y a 30 con un sabroso
aperitivo. Claro que por aquellos tiempos un barril de acreditada marca valía
doce duros. Le sucedió un familiar, que puso el Bar Ferroni y posteriormente el
bar "El Nido". En la actualidad, el local está ocupado por Florería
"Santa Elena".
En el número 45, entrada particular al
domicilio del señor Bermejo, estuvo bastantes años una representación
cinematográfica y alquiler de películas a nombre de Tomás Martínez. En este
portal tuvo muchos años un puesto con alguna caja de pescaos, castañas y
patatas asada, los Montoro, más conocidos por "La Perico".
Donde ahora se halla la expendería de
tabaco conocida como "La Tercera", también administración de lotería,
hubo un bazar llamado del "Real y medio", en el que también se
vendían juguetes de calidad. El primero que instaló allí la venta de tabaco fue
Marti Martínez, al que sucedió por los años treinta Manuel Espadas Bermúdez,
trágicamente desaparecido, en unión de sus dos hijos, en el año 36. El estanco
lo regentó muchos años Luis Salinas, que también se ocupaba de la venta de
lotería y en la actualidad así sigue con otro propietario.
En el portal que sigue, donde ahora se
halla una armería, estuvo muchos años el popular Toribio Jiménez, que se
preciaba tener la mejor fruta de Ciudad Real y por ello había de ser la más
cara. En el invierno no faltaba el puesto de castañas asadas. En el mismo
portal trabajaba muy bien el esparto Josico "El espartero". Luego
estuvo una tapicería.
En el 48 y 49 recordamos la churrería de
Carmelillo, la lechería de Mac Kinley y después la frutería de Peña, que se
mantiene actualmente. Y en el otro hueco, el bazarico de Antonio, la carnicería
de los hermanos Rincón, conocidos por "Matacabras", y la taberna de
José Guerrero "El Válvula", que tenía en un testero su verso y todo:
"Vive Dios que es grandeza, a peseta la botella de cerveza". Después
de la frutería de Modesta y en la actualidad la pescadería de Justino.
Y ya ponemos fin a esta larga relación
del comercio de la Plaza con el número 50, donde ahora se hall el "Bar
Quijote", que ha pertenecido, por traspaso, a varios industriales del
ramo. Fue comercio de la llamadas "Viudas", donde se despachaban
múltiples artículos, pero con la especialidad del queso manchego en aceite. Por
cierto que queremos recordad que en la puerta tenían un campanilla, a modo de
tarjeta de visita, que anunciaba la presencia de un cliente. Las sucedió Manuel
Novés, que fue alcalde de Ciudad Real, con la misma modalidad de negocio. El
inmueble era propiedad de Encarnación Sánchez, en él tuvieron varias
actividades, entre ellas el llamado "cuarto de corredores".
Cecilio
López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio.
Ciudad Real 1986
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