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jueves, 16 de febrero de 2017

EL ÚLTIMO PLENO MUNICIPAL EN EL ANTIGUO AYUNTAMIENTO CIUDADREALEÑO SE CELEBRÓ EL LUNES 28 DE FEBRERO DE 1972



El pasado  lunes, 28 de febrero, se reunió el Ayuntamiento pleno en sesión extraordinaria y solemne, con motivo de la desaparición de la Casa Consistorial, que como ya hemos dicho, va ser sustituida por un nuevo palacio municipal.

Con este motivo, el Ilmo. Señor don Eloy Sancho García, alcalde de nuestra ciudad, pronunció, en dicho acto, las siguientes palabras:

Queridos compañeros de Corporación:

Se cumplen ahora ciento cuatro años de la vida de nuestra entrañable Casa Consistorial, puesto que su primera piedra fue colocada el día 23 de enero de 1868, conforme al proyecto realizado por el arquitecto don Cirilo Vara y Soria, y que fue levantado en los mismos terrenos que estuvo ubicado el pósito municipal, el cual a su vez gravitaba sobre unos arcos que dieron el primitivo nombre a la calle que hoy conocemos bajo la titularidad del General Aguilera.

Mucho antes, siglos atrás, el Ayuntamiento celebraba sus reuniones en un cobertizo existente en la fachada de San Pedro en que está enclavada la puerta del Perdón, después en el edificio, de propiedad judía por cierto, frente a este que ocupamos, esquina a la calle de María Cristina, y más tarde por amenazar ruina el antedicho local, se habilitaron las dependencias municipales, con carácter provisional, en un inmueble de la calle de la Mata, lugar ocupado después por la Audiencia Provincial y finalmente demolido y reemplazado por el grupo de viviendas para funcionarios municipales que todos conocemos.

Esta casa que ahora nos disponemos a abandonar, de presunto estilo neoclásico o grecorromano, según criterios, fue en un inicio y terminación más o menos contemporánea de un hecho importante de nuestra historia: la revolución en un mes de septiembre costó el trono a Isabel II tras la derrota de sus fuerzas en el puente de Alcolea.

Desde entonces acá se han reflejado en este unisecular y vetusto edificio, todos los acontecimientos nacionales y locales.

Y frente a su fachada se han agrupado nuestras gentes para manifestar o proclamar sus adhesiones y su fervor ante los hechos más positivos de la historia patria. Y dentro de sus muros se han ido sucediendo corporaciones siempre anhelosas de realizar con el mejor empeño, programaciones de mejoras y de elevación de nuestra ciudad a nivel del resto de sus hermanas españolas.


Resultaría prolijo hacer, aunque solo fuera un resumen de todas las cosas, de todos los trabajos, de todas las actividades y por qué no decirlo, de todas las vicisitudes que en esta casa se han vivido o se han llevado a cabo. Nos llevaría mucho tiempo, constituiría un exhaustivo trabajo de consulta de más de cien libros de actas y de infinidad de periódicos y otros documentos que nos harían caer en el riesgo de adentrarnos en la pesadez informativa o en lacrimosa nostalgia y no es ese nuestro propósito.

Sólo pretendemos con nuestras palabras dedicar un cariñoso recuerdo a esta noble casa como sencillo pero profundo homenaje ante su próxima desaparición para ser sustituida por otra construcción no menos noble, al estilo de hoy y con esperanza de futuro.

Podemos decir sin temor a equivocarnos que todos los problemas nacionales encontraron resonancia entre los muros de este edificio y aún en la plaza que hasta ahora ha presidido. En ella se han reunido o nos hemos reunido siempre para despedir a soldados hijos de Ciudad Real en nuestras campañas hacia los distintos frentes donde fue necesario hacer visible nuestra bandera o hacer patentes los valores de nuestra raza; para recibir entusiásticamente a hijos de nuestras tierras repatriados al solar que los vio nacer; para demostrar nuestras devociones políticas o nuestro fervor religioso, y hasta para recibir oficialmente a los príncipes de la Iglesia. Todos sabemos que nuestros obispos vienen haciendo tradicionalmente, el día de su entrada en la diócesis, su digamos primera estación en este Ayuntamiento para revestirse los ornamentos sagrados y continuar después hasta nuestra Basílica Catedral.

No podemos olvidar jamás que también aquí, recientemente, en el año 1967, fue coronada nuestra excelsa Patrona Nuestra Señora la Santísima Virgen del Prado, a la que desde aquí y en este día, renovamos una vez más nuestro ardiente y sincero amor a la par que imploramos su ayuda para que bajo su guía y dirección, los hombres de la Corporación actual y las venideras, sepan siempre continuar en el servicio a su pueblo con dignidad y grandeza moral, y para que colme de bienes materiales y espirituales al pueblo de Ciudad Real.

En el orden extrictamente local, podemos afirmar que por este salón de sesiones han discurrido todos los problemas de la vida de nuestra ciudad en sus diversas e importantes facetas: aguas, saneamientos, pavimentaciones, viviendas, comercio, industria, urbanismo, deportes, culturales y de enseñanza, sanidad, beneficencia y una larga serie de etcéteras. Estamos seguros que todos fueron detenidamente estudiados antes de ser refrendados en acuerdos. Acuerdos que quizá no todos ellos resultaran suficientemente felices en su ejecución, porque de humanos es la falibilidad, pero de lo que sí estamos seguros, es de que todos ellos fueron presididos en todo momento por las más recta intención puesta al servicio del bien común de nuestro querido Ciudad Real y por lo tanto tendentes al bienestar de sus habitantes.


Desde esta casa, asimismo se han demostrado adhesiones y se han concedido distinciones a quienes desde el ámbito nacional, provincial o local, nos ayudaron en el difícil quehacer diario al servicio de nuestra comunidad: reyes, jefes de Estado o de Gobierno, ministros, gobernadores civiles y otras personalidades representativas: en el archivo figuran sus nombres y los motivos por los que se hicieron acreedores a tales recompensas.

En este solemne Pleno que supone un nuevo jalón para la historia de Ciudad Real, queremos expresar nuestro emocionado recuerdo y nuestro sentido agradecimiento hacia todas las Corporaciones que nos precedieron. Recuerdo para quienes llenos de amor y de ilusión por las cosas de su tierra pusieron al servicio de esta ciudad lo mejor y más noble de sus mentes y sus corazones y agradecimiento, porque todos ellos, a su paso por este Ayuntamiento, contribuyeron con su tesón y su desinteresado esfuerzo a realizar primero lo que hoy llamamos infraestructura y después el desarrollo de esta hoy ya importante, y para nosotros aún más esperanzadora realidad que es nuestra capital de la Mancha.

El corazón, el pulso vital, la vida misma de la ciudad es el contenido de la Casa Consistorial. Y yo diría que en ella gravita la idea de la entrega al servicio de los demás, y esto sí que ni se puede demoler ni se puede destruir: sólo cambiamos, pues el continente.

Y hoy que nos hallamos en la época médica de los trasplantes, nosotros nos proponemos trasplantar simplemente ese corazón de nuestra ciudad a otro pericardio, a otro estuche diferente porque el actual se encuentra maltrecho por el transcurso de los tiempos.

Dispongámonos a realizarlo por lo tanto, sin temor a rechaces de ningún género, porque estamos seguros que con ello potenciamos y revitalizamos el cuerpo político económico y administrativo de nuestra querida ciudad.

Lo de menos ahora es reparar en si la nueva construcción es más o menos bonita que la actual, o más o menos a gusto de todos. Lo que debemos considerar es que esta futura renovación arquitectónica represente para todos un símbolo del nuevo espíritu que hoy nos anima infundido por nuestro Movimiento y ajo la firme dirección de nuestro Caudillo.

Y para que renovemos, también una vez más nuestro agradecimiento y nuestro afecto a este hombre providencial para nuestros destinos; que nuestro profundo respeto hacia su persona, a nuestro Príncipe de España y las Leyes Fundamentales del Reino nos estimulen día a día, inasequibles a todo desaliento y mirando siempre adelante con esperanza puesta en el futuro, a trabajar en busca de la prosperidad de nuestra ciudad que es la parcela que se nos tiene encomendada en estos puestos de honor, pues no otra cosa son todos aquellos desde donde se sirve a la patria, España.

Al final del discurso, el alcalde fue muy aplaudido por todos los miembros de la Corporación.

Boletín de Información Municipal, Número 38, marzo de 1972


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