El pasado lunes, 28 de febrero, se reunió el
Ayuntamiento pleno en sesión extraordinaria y solemne, con motivo de la
desaparición de la Casa Consistorial, que como ya hemos dicho, va ser
sustituida por un nuevo palacio municipal.
Con este motivo, el Ilmo. Señor don Eloy
Sancho García, alcalde de nuestra ciudad, pronunció, en dicho acto, las
siguientes palabras:
Queridos compañeros de Corporación:
Se cumplen ahora ciento cuatro años de
la vida de nuestra entrañable Casa Consistorial, puesto que su primera piedra
fue colocada el día 23 de enero de 1868, conforme al proyecto realizado por el
arquitecto don Cirilo Vara y Soria, y que fue levantado en los mismos terrenos
que estuvo ubicado el pósito municipal, el cual a su vez gravitaba sobre unos
arcos que dieron el primitivo nombre a la calle que hoy conocemos bajo la
titularidad del General Aguilera.
Mucho antes, siglos atrás, el
Ayuntamiento celebraba sus reuniones en un cobertizo existente en la fachada de
San Pedro en que está enclavada la puerta del Perdón, después en el edificio,
de propiedad judía por cierto, frente a este que ocupamos, esquina a la calle
de María Cristina, y más tarde por amenazar ruina el antedicho local, se
habilitaron las dependencias municipales, con carácter provisional, en un
inmueble de la calle de la Mata, lugar ocupado después por la Audiencia
Provincial y finalmente demolido y reemplazado por el grupo de viviendas para
funcionarios municipales que todos conocemos.
Esta casa que ahora nos disponemos a
abandonar, de presunto estilo neoclásico o grecorromano, según criterios, fue
en un inicio y terminación más o menos contemporánea de un hecho importante de
nuestra historia: la revolución en un mes de septiembre costó el trono a Isabel
II tras la derrota de sus fuerzas en el puente de Alcolea.
Desde entonces acá se han reflejado en
este unisecular y vetusto edificio, todos los acontecimientos nacionales y
locales.
Y frente a su fachada se han agrupado
nuestras gentes para manifestar o proclamar sus adhesiones y su fervor ante los
hechos más positivos de la historia patria. Y dentro de sus muros se han ido
sucediendo corporaciones siempre anhelosas de realizar con el mejor empeño,
programaciones de mejoras y de elevación de nuestra ciudad a nivel del resto de
sus hermanas españolas.
Resultaría prolijo hacer, aunque solo
fuera un resumen de todas las cosas, de todos los trabajos, de todas las
actividades y por qué no decirlo, de todas las vicisitudes que en esta casa se
han vivido o se han llevado a cabo. Nos llevaría mucho tiempo, constituiría un
exhaustivo trabajo de consulta de más de cien libros de actas y de infinidad de
periódicos y otros documentos que nos harían caer en el riesgo de adentrarnos
en la pesadez informativa o en lacrimosa nostalgia y no es ese nuestro
propósito.
Sólo pretendemos con nuestras palabras
dedicar un cariñoso recuerdo a esta noble casa como sencillo pero profundo
homenaje ante su próxima desaparición para ser sustituida por otra construcción
no menos noble, al estilo de hoy y con esperanza de futuro.
Podemos decir sin temor a equivocarnos
que todos los problemas nacionales encontraron resonancia entre los muros de
este edificio y aún en la plaza que hasta ahora ha presidido. En ella se han
reunido o nos hemos reunido siempre para despedir a soldados hijos de Ciudad
Real en nuestras campañas hacia los distintos frentes donde fue necesario hacer
visible nuestra bandera o hacer patentes los valores de nuestra raza; para
recibir entusiásticamente a hijos de nuestras tierras repatriados al solar que
los vio nacer; para demostrar nuestras devociones políticas o nuestro fervor
religioso, y hasta para recibir oficialmente a los príncipes de la Iglesia.
Todos sabemos que nuestros obispos vienen haciendo tradicionalmente, el día de
su entrada en la diócesis, su digamos primera estación en este Ayuntamiento
para revestirse los ornamentos sagrados y continuar después hasta nuestra
Basílica Catedral.
No podemos olvidar jamás que también
aquí, recientemente, en el año 1967, fue coronada nuestra excelsa Patrona
Nuestra Señora la Santísima Virgen del Prado, a la que desde aquí y en este
día, renovamos una vez más nuestro ardiente y sincero amor a la par que
imploramos su ayuda para que bajo su guía y dirección, los hombres de la
Corporación actual y las venideras, sepan siempre continuar en el servicio a su
pueblo con dignidad y grandeza moral, y para que colme de bienes materiales y
espirituales al pueblo de Ciudad Real.
En el orden extrictamente local, podemos
afirmar que por este salón de sesiones han discurrido todos los problemas de la
vida de nuestra ciudad en sus diversas e importantes facetas: aguas,
saneamientos, pavimentaciones, viviendas, comercio, industria, urbanismo,
deportes, culturales y de enseñanza, sanidad, beneficencia y una larga serie de
etcéteras. Estamos seguros que todos fueron detenidamente estudiados antes de
ser refrendados en acuerdos. Acuerdos que quizá no todos ellos resultaran suficientemente
felices en su ejecución, porque de humanos es la falibilidad, pero de lo que sí
estamos seguros, es de que todos ellos fueron presididos en todo momento por
las más recta intención puesta al servicio del bien común de nuestro querido Ciudad
Real y por lo tanto tendentes al bienestar de sus habitantes.
Desde esta casa, asimismo se han
demostrado adhesiones y se han concedido distinciones a quienes desde el ámbito
nacional, provincial o local, nos ayudaron en el difícil quehacer diario al
servicio de nuestra comunidad: reyes, jefes de Estado o de Gobierno, ministros,
gobernadores civiles y otras personalidades representativas: en el archivo
figuran sus nombres y los motivos por los que se hicieron acreedores a tales
recompensas.
En este solemne Pleno que supone un nuevo
jalón para la historia de Ciudad Real, queremos expresar nuestro emocionado
recuerdo y nuestro sentido agradecimiento hacia todas las Corporaciones que nos
precedieron. Recuerdo para quienes llenos de amor y de ilusión por las cosas de
su tierra pusieron al servicio de esta ciudad lo mejor y más noble de sus
mentes y sus corazones y agradecimiento, porque todos ellos, a su paso por este
Ayuntamiento, contribuyeron con su tesón y su desinteresado esfuerzo a realizar
primero lo que hoy llamamos infraestructura y después el desarrollo de esta hoy
ya importante, y para nosotros aún más esperanzadora realidad que es nuestra
capital de la Mancha.
El corazón, el pulso vital, la vida
misma de la ciudad es el contenido de la Casa Consistorial. Y yo diría que en
ella gravita la idea de la entrega al servicio de los demás, y esto sí que ni
se puede demoler ni se puede destruir: sólo cambiamos, pues el continente.
Y hoy que nos hallamos en la época
médica de los trasplantes, nosotros nos proponemos trasplantar simplemente ese
corazón de nuestra ciudad a otro pericardio, a otro estuche diferente porque el
actual se encuentra maltrecho por el transcurso de los tiempos.
Dispongámonos a realizarlo por lo tanto,
sin temor a rechaces de ningún género, porque estamos seguros que con ello
potenciamos y revitalizamos el cuerpo político económico y administrativo de
nuestra querida ciudad.
Lo de menos ahora es reparar en si la nueva
construcción es más o menos bonita que la actual, o más o menos a gusto de
todos. Lo que debemos considerar es que esta futura renovación arquitectónica
represente para todos un símbolo del nuevo espíritu que hoy nos anima infundido
por nuestro Movimiento y ajo la firme dirección de nuestro Caudillo.
Y para que renovemos, también una vez
más nuestro agradecimiento y nuestro afecto a este hombre providencial para
nuestros destinos; que nuestro profundo respeto hacia su persona, a nuestro Príncipe
de España y las Leyes Fundamentales del Reino nos estimulen día a día,
inasequibles a todo desaliento y mirando siempre adelante con esperanza puesta
en el futuro, a trabajar en busca de la prosperidad de nuestra ciudad que es la
parcela que se nos tiene encomendada en estos puestos de honor, pues no otra
cosa son todos aquellos desde donde se sirve a la patria, España.
Al final del discurso, el alcalde fue
muy aplaudido por todos los miembros de la Corporación.
Boletín
de Información Municipal, Número 38, marzo de 1972
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