Fernando Higueras ha sido un vitalista, un hombre que rebosaba energía y creatividad. De los que llegaba con su bastón golpeando en la mesa del Ministerio reclamado o era capaz de pronunciar su conferencia criticando radicalmente aquello con lo que casi todos coincidíamos y no nos atrevíamos a explicitar.
Santiago Amón decía en 1971 en la
revista Nueva Forma que Fernando Higueras encarnaba en plena fiebre
individualista el conato más abierto y quizás más llano de abrir (ofrecer y aceptar)
el ámbito de la colaboración. Una
colaboración intensa durante años con Antonio Miró con quien realiza su
proyecto de urbanización en Lanzarote en 1973, un proyecto que parece inspirado
en la geografía de los cráteres volcánicos, integrado en el paisaje y en la
topografía del lugar. Fullaondo descubre en él, por debajo de la brillantez
visual, una corriente creadora extraordinariamente sutil de una complejidad que
bordea la contradicción en el dramático afán de resolver en un solo ademán
creador y sociológico demasiadas componentes encontradas, demasiados afanes
contrapuestos. En 1964 proyecta el conjunto residencial Punta de la Mona en
Granada y en 1966 los laboratorios Asland con Miró y Ruiz de la Prada.
Años atrás en la década de los cincuenta
comienza con sus proyectos de viviendas en los que combina una volumetría
fragmentada, con acabados integrados en el territorio, revestimientos de piedra
y cubiertas inclinadas con tejas o pizarra, con una estructura de hormigón de
una gran rotundidad.
En 1959 realiza la casa de Cesar
Manrique, en 1961 la casa Lucio en Torrelodones, en 1965 la casa de Andrés
Segovia y en 1968 la casa de Manolo López Villaseñor. La casa de Manolo
respetaba la austeridad de su diseño exterior con la vegetación del entorno. Los
matorrales de los alrededores con el romero la jara y el tomillo se introducían
en la casa envolviéndola en todo su perímetro. Y en el interior la austeridad
de las grandes vigas de hormigón que parecían armonizar con la seriedad, de
Manuel López Villaseñor y de su obra pictórica.
Probablemente su obra más conocida sea
el Centro Nacional de las Artes y de la Cultura que proyecta en 1969. Una obra
totalmente arriesgada, para su momento, con su planta circular, sus remates
apuntados y acristalados y el gran especio interior.
Las estructuras de hormigón en sus
pilares, en los apoyos y vigas van creando todo un lenguaje personal en el que
la plasticidad del hormigón se controla con una geometría que requiere un
control exquisito de realización.
Los encofrados requieren un trabajo de
carpintería delicado con sus tablillas, los encuentros y el control del vertido
y fraguado del mismo. La estructura parece prolongarse en la piel exterior y en
los espacios interiores del edificio que encuentran en la escala de sus
espacios ámbitos de gran belleza y plasticidad. Un edificio de historia
complicada que queda a medio terminar durante años hasta que finalmente se
convierta en el Instituto del Patrimonio Histórico Español. Un edificio que
sobresale en ese entorno apenas urbanizado y en el que la fuerza de su
geometría destaca tanto en su exterior como en los espacios internos del mismo.
ESAS
AVENTURAS
En 1976 se presenta al concurso de un
hotel en Abu Dhabi o de un complejo turístico en Guadalimar, Málaga, y en 1980
al concurso de proyectos para el Ministerio de Asuntos Exteriores de Abu-Dabhi
en esas aventuras por tratar de construir en otros países, proyectos en los que
se encontraba a gusto con una imaginación desbordante.
Fernando Higueras desborda creatividad
en su obra y construye edificios de viviendas en Madrid en la glorieta de San
Bernardo o en el Paseo de la Castellana.
El
arquitecto Fernando Higueras
En
Ciudad Real Fernando Higueras se equivoca de lugar y de escala. El ayuntamiento
de Ciudad Real es una obra que no hace justicia ni al autor ni al lugar en el
que se construye. Afortunadamente
su obra no acabó teniendo el desarrollo que alguien pretendió para el conjunto
de la plaza y que habría acabado dando el error una escala aún mayor. Fernando
explicaba esta obra con referencias a la Grande Place de Bruselas lo que incide
aún más en el error. La escala de la estructura se pierde en las plantas
superiores donde los detalles como los hexágonos de vidrieras coloreadas
resultan fuera de lugar. En la selección de obras de su página web, inteligentemente,
esta obra no figura entre sus realizaciones señaladas. Creo que no es oportuno
el destacar esta obra como valor arquitectónico de la región como se ha hecho
en alguna ocasión. El Museo López Torres de Tomelloso sin embargo tiene los
valores de la creatividad de Fernando Higueras en sus interiores de hormigón y
en la belleza de unas estructuras que soportan el edificio y definen los
espacios interiores y exteriores del mismo.
En 1996 construye la parroquia de Santa
María de Cana en Pozuelo de Alarcón obra que nos sigue presentando a un
arquitecto en plena creatividad. Una obra que le costó disgustos y esfuerzos
personales en su realización y dirección como arquitecto y que pone de
manifiesto su fuerte personalidad.
ESPLÉNDIDA
EXPOSICIÓN
Ahora se nos ofrece en el Casino de
Ciudad Real, edificio de Rebollar que va siendo maltratado poco a poco en sus
acabados exteriores y en sus espacios interiores, una espléndida exposición de Fernando
Higueras. Una selección de sus obras y de material gráfico que nos ayudan a
entender la obra de este arquitecto. La exposición de gran calidad nos permite
acercarnos a la obra del arquitecto en sus diferentes facetas y épocas. Un
valor importante de la arquitectura española con una capacidad creativa singular
y con una personalidad desbordante y contradictoria en ocasiones. Con una obra
de calidad que queda en numerosos lugares de nuestro país, una parte de la
historia de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX.
Diego
Peris Sánchez. Diario “Lanza”, domingo 2 de noviembre de 2008.
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