Ángel
y Rafa en la puerta del “Ave Turuta” recién hundido
Once y treinta horas del viernes 22. El
Ave Turuta, como el resto de los locales que conforman la noctámbula movida
ciudarrealeña se sacude la resaca a golpe de lejía y fregona preparándose a
recibir el fragor de un nuevo fin de semana. Sin embargo, no se podía imaginar
el pájaro que la noche anterior sería la última que compartiría con sus más
fieles seguidores y amigos.
A esa hora de la mañana los muros del
Turuta se vinieron abajo en medio de una densa polvareda y un gran estrépito
que sorprendió a los transeúntes que en ese momento atravesaban la calle del
Compás.
Los trabajadores de las dos empresas
constructoras que realizaban las primeras labores sobre los solares colindantes
asistieron al espectáculo con sorpresa sin dar crédito a lo que estaban viendo.
El entrañable Ave Turuta había muerto víctima de un repentino ataque. Nada se podía
hacer para salvarlo.
La confusión de los primeros momentos
hizo que se barajasen múltiples conjeturas sobre lo sucedido. Incluso llegó a pensarse en la posibilidad de que el
accidente hubiera sido provocado, extremo que, tanto los propietarios del local
como las empresas constructoras implicadas se han apresurado a desmentir.
Los
daños fueron tales que fue imposible su reconstrucción
Mientras que las paredes del popular local
se venían abajo la moral de los propietarios hacia lo mismo. Rafael Espinosa y
Ángel Muñoz veían cómo la fatalidad acababa con su pasado reciente y con un
prometedor futuro. «Es una tragedia
-dicen- hemos quedado además de sin local, sin todo lo que había dentro que era
todo: papeles, licencias, facturas, el almacén, todos los discos... Todo está
bajo los escombros. Las cinco personas que trabajaban dadas de alta y los
extras que lo hacían ocasionalmente se han quedado en la calle. Nuestra
situación económica es una ruina en estos momentos con lo que esta pérdida
supone. De momento un economista y un arquitecto están redactando un informe
para evaluar las pérdidas materiales y la pérdida que representa interrumpir
una actividad que era muy rentable.»
Los responsables del local habían
invertido sus ahorros en iniciar el proceso de compra -hasta ahora lo habían tenido
alquilado- y precisamente el buen momento que atravesaba el bar les había llevado
a esto. «Era un bar que estaba
funcionando muy bien, con un gran volumen de trabajo y que gozaba de la
aceptación de la gente joven. Fuimos punteros en muchas cosas, como en poner un
portero. Convertimos un sitio de comidas en un bar de moda.»
Los dos socios -asesorados por su
abogado- desean llevar el asunto de las responsabilidades que piensan pedir a
las empresas implicadas en el derrumbe por las buenas. «Lo importante es llegar a un acuerdo. Nos vamos a poner en contacto
directamente con las compañías de seguros una vez que hayamos hecho las
averiguaciones oportunas de qué empresas exactamente pueden responder.
Reclamamos dos conceptos: los daños materiales y las ganancias que hemos dejado
de obtener.»
La misma buena voluntad que los dueños
quiere poner el gerente de la constructora Promociones Martínez Lara que
construía en los solares próximos un bloque de pisos. Para Domingo Martínez el
derrumbamiento del Turuta es un hecho fortuito: «Nosotros creemos que se trata de un suceso completamente accidental. El
local estaba en malas condiciones aunque no presentaba un riesgo inminente de
que aquello pudiera venirse abajo. Las palas no tocaron los muros, la
edificación reventó literalmente, a los lados hacia los que estaba cargado la
cubierta; si las máquinas tuvieron algo que ver es algo que sí es cierto es que
lo que sucedió podía haber ocurrido en cualquier otro momento. Esto lo hemos
podido comprobar tras el desescombro y posterior estudio. Imagínate lo que
hubiera pasado si llega a suceder un viernes o un sábado por la noche. Lo que
sí puedo añadir es que nunca pensamos en que aquello se podía hundir».
Esto mismo piensan los propietarios ya
que el local pasaba las inspecciones obligadas y las últimas remodelaciones lo
habían dejado en perfecto estado.
Pudo ser una tragedia
Ambas partes coinciden en señalar la
tragedia que se hubiera producido si el derrumbamiento hubiera tenido lugar un
fin de semana. Cuando Domingo Ruiz se enteró de la noticia afirma que se sintió
profundamente preocupado por la posibilidad de que hubiera alguien en el
interior. Algunas versiones afirman que la mujer de la limpieza terminaba de
marcharse del lugar cuando ocurrió el suceso, pero lo que es cierto, es que los
únicos daños que hay que reseñar son, afortunadamente, materiales. El gerente
de DIMARSA reconoce que lo primero que preguntó es si había habido alguna
víctima, «cuando supe que no, dije: lo
que se puede arreglar con dinero es lo menos caro».
Entre los escombros del Turuta han
quedado atrapados unos 4.000 discos, además de todos los aparatos audiovisuales
existentes. «Se han destruido neveras, el
almacén, discos, documentos, facturas - afirman los propietarios- o Nos hemos
quedado con lo puesto porque todos nuestros ahorros los teníamos aquí
invertidos.»
«Nosotros - cuentan Ángel Muñoz y Rafael
Espinosa- invertimos el pasado verano unos ahorros en acondicionar el local,
pero cuando derrumbaron las casas colindantes se corrió la voz de que ésta se
podía venir abajo...».
Pioneros de la marcha Antes de 1984, el
Ave Turuta era un bar dirigido a gente mayor frecuentado masivamente por
jóvenes. A partir de esa fecha, que ha sido recordada puntualmente cada año por
sus actuales propietarios con una gran fiesta, el pub, alquilado en un
principio, fue adquiriendo mucha popularidad entre la juventud de toda la
provincia. Los jóvenes de cada pueblo con más posibilidades se desplazaban a
Ciudad Real los fines de semana a pasar un buen rato en el Turuta.
Solar
donde estuvo enclavado el “Ave Turuta”
El estilo y la .marcha de El Ave ha sido
el embrión que ha dado a luz toda la movida frenética del Torreón, tan apetecida
por la gente joven y tan denostada por los vecinos. El Ave Turuta ha sido el
local puntero que ha asistido al nacimiento de otros pubs que han conformado el
circuito de copas obligatorio en Ciudad Real. Ha resistido, incluso los ataques
de las instituciones contra la guerra declarada al ruido. Nunca ha llegado a
cerrarse, tampoco nunca ha habido que resaltar ninguna bronca espectacular
aunque la policía haya tenido que actuar en alguna que otra ocasión.
Ahora, sus dos socios se encuentran en
una situación angustiosa. Ambos esperan que El Ave resucite aunque no de la
-misma manera, sí con el mismo espíritu que siempre ha tenido. La última palabra
la tiene el Ayuntamiento, cuyo plan general de Ordenación Urbana no permitirá
levantar un local de características similares.
El Ave Turuta se ha muerto de viejo, la
fragilidad de sus cimientos ha sucumbido a los deseos de diversión y se ha
venido abajo, pero el mismo entusiasmo que los jóvenes han mostrado por su
espectacular caída, será puesto de manifiesto cuando sus socios, Ángel y
Rafael, decidan emprender una nueva aventura.
“Bisagra” Nº 168, Revista Semanal Del 3 al 9 de
marzo de 1991
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