Pese a que sobre el tema ya se han
ofrecido datos en otras publicaciones, no estará de más abordar nuevamente el
mismo en un
intento de reflexionar
sobre los acontecimientos que
abocaron a ambas partes a unas relaciones forzosas y
sobre los avatares que las mismas atravesaron (1). Ello ofrece
interés no sólo desde el punto de vista de la ciudad, sino también desde la
perspectiva de la Orden. No se trata, no obstante, de un estudio exhaustivo de
la encomienda que la Orden lograría instaurar en la ciudad, sino de abocetar
las actitudes seguidas hasta su consecución y posterior desarrollo de la misma.
Se incidirá, pues, de manera primordial en el análisis de las mencionadas relaciones,
que han sido tratadas preferentemente desde la óptica de la conflictividad sin
lograr una profundización acerca de los motivos de la misma. Es cierto que los
datos que aquí se exponen quizá pequen de una cierta evenemencialidad, pero
tras ellos se esconden determinadas motivaciones que es necesario tratar de
sacar a la luz, pues son prueba de una concreta intencionalidad de la Orden
respecto al núcleo urbano.
(1) Pueden
consultarse a este
respecto los trabajos
de DELGADO MERCHAN,
L.: Historia documentadade Ciudad
Real. La Judería, la Inquisición y la Santa Hermandad, Ciudad Real, 2.a ed.,
1907, y de HERVAS Y BUEN- DIA, I.: Diccionario histórico,
geográfico, biográfico y
bibliográfico de la
provincia de Ciudad
Real, Ciudad Real, 1899. Con
intención de dar a conocer unos documentos que se conservan en el Archivo
Municipal de Ciudad Real, y que no se publicarían, me ocupé someramente del
tema, aunque de modo fragmentario, en Algunos datos acerca de las luchas entre la Orden de Calatrava
y el concejo de Villa Real en la primera mitad del siglo XIV, en VII Centenario
del Infante don Fernando de la Cerda, Ciudad Real, 1976, pp. 179-190.Gran parte
de los datos
aducidos en el
presente trabajo, aunque
tratados desde otra
perspectiva, aparecen en mi
tesis Ciudad Real en
la Edad Media. La
ciudad y sus
hombres (1255-1500),Ciudad Real,
1981, principalmente pp. 173-221,
del que éste era una parte. No obstante se considera de interés incidir sobre
el tema, porque al carecer de una historia completa de Calatrava, las Crónicas
de la Orden pasan por encima de muchos de estos acontecimien tos. Cfr. RADES Y
ANDRADA, F., Crónica de las tres Órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, de
la que últimamente se han hecho dos ediciones facsimilares: una completa en
Barcelona, 1980, y otra parcial de Calatrava en CiudadReal, 1980.
Caballero
Calatravo
Con el fin de no recargar las citas
bibliográficas y para darse idea de cómo se encuentran los estudios acerca de Calatrava, así
como del resto
de las Ordenes
Militares, remito al trabajo de
LOMAX, D. W. : Las Ordenes
Militares en la Península
Ibérica durante la
Edad Media, en Repertorio
de Historia de las Ciencias
Eclesiásticas en España, Salamanca, 6, 1977,
pp. 9-109. Sigue
siendo de gran utilidad,
aunque, como es lógico, habría que añadirle algunos títulos, pocos,
aparecidos con posterioridad
a 1975. En
él se constatará
que el investigador
más interesado en los
temas calatravos es el profesor americano Joseph F. O’CALLAGHAN.
1. LOS CONDICIONANTES DE LA SITUACION PREVIA
Resulta obvio señalar que la ciudad y la
Orden de Calatrava estaban abocadas a mantener un cotinuo contacto, debido
fundamentalmente a su situación geográfica. Pero la base de las tensiones y problemas, que
surgirán posteriormente, quizá
haya que colocarla
bastante tiempo atrás,
concretamente en la segunda
mitad del siglo
XII, como consecuencia
de las distintas
actitudes adoptadas por
Alfonso VII y Alfonso VIII respecto al sistema de repoblación. Las circunstancias
de ambos reinados, sin lugar a dudas distintas, determinaron que Alfonso VII
tomase la decisión de repoblar fundamentalmente a través de individuos aislados
pertenecientes a la nobleza (2), colocándoles
inclusive en lugares fronterizos. Como botón de muestra, y por lo que respecta
a los territorios próximos a la actual Ciudad Real, en 1147
hace donación a
don Raimundo, arzobispo
de Toledo, de la fortaleza
de Calatrava (3), y en 1156
da a Armildo Meléndez la heredad de Zuera, entre Calatrava y Caracuel (4).
(2) Para los aspectos de la repoblación en la
zona es imprescindible la consulta de los numerosos trabajos del prof. J.
GONZALEZ, destacando El
reino de Castilla
en la época
de Alfonso VIII, 3
vols., Madrid, 1960;
su Repoblación de Castilla
la Nueva, 2 vols.,
Madrid, 1975 ;
y su La repoblación
de la Mancha, en
VII Centenario del
Infante don Fernando de la Cerda, Ciudad Real, 1976, pp. 1-27.
(3) 1147,
febrero 3. Salamanca.
Sobre este monarca
cfr. el trabajo
de RECUERO ASTRAY,
M.: Alfonso VII, Emperador. El imperio hispánico en el siglo XII,
León, 1979.
(4) Arch.
Cat. Toledo, I-3-C-1-1
; AHN, Liber
Priv. Tolet. Eccl.,
II, fol. 61.
Cfr. GONZALEZ, J.: Repoblación de Castilla la Nueva, I, p. 347.
Vista
de Calatrava la Vieja
Es cierto que por aquel entonces todavía
no habían nacido las Ordenes Militares españolas, pero el uso que hizo de las
internacionales, y concretamente de la del Temple, fue bastante exiguo (5). Nacidas aquéllas bajo los reinados de
su hijo y nieto, pronto adquieren un carácter relevante.
Alfonso
VIII cambió sustancialmente su
acción repobladora, apoyándola
preferentemente en instituciones
colectivas, más que en individualidades. Y así elige los sistemas de repoblación
mediante los concejos (Cuenca,
Alarcón, Alcaraz) y
las Ordenes Militares
(Calatrava y Santiago
fundamentalmente). A aquéllos parece reservarles su acción en el Este y
a las Órdenes las estableció cara al Sur.
Por lo que respecta al territorio objeto
de estudio, Calatrava comienza a recibir heredades y a establecer su señorío.
Instaurada por Sancho III en 1158 en Calatrava la Vieja, recibe de su hijo
Alfonso en 1168 el castillo de Chillón, en 1169 el portazgo de las recuas que fuesen
a tierra de moros por el sector
entre Ubeda y
Córdoba, merced que
limitaría en cierto
modo en 1173,
recibiendo en este
último año la
posesión de los castillos
que la Orden ganase de los moros,
así como unas heredades en las ciudades que se conquistasen con asistencia de
dicha institución. En 1174, entre otras cosas, recibe del monarca el quinto de
los lugares
(5)
Realmente se conocen
muy pocos datos
de esta Orden
en Castilla. Cfr.
LOMAX, D. W.:
Las Ordenes Militares, pp. 28-32.
No ocurre, sin
embargo, lo mismo
con otros territorios
peninsulares. Para el
mencionado reino, al menos
mientras no aparezca
el trabajo que
tiene prometido L.
DAILLIEZ, es imprescindible el
de C. ESTEPA, La disolución de la Orden del Temple
en Castilla y León, en Cuadernos de Historia, 6, 1975, pp. 121-186
Vista
del Castillo de Calatrava la Vieja
ganados
a los moros
y el diezmo
de las rentas
reales. En 1180 le da Malagón, recibiendo en 1183 los
términos de Zacatena, Sedaño y Abenojar, etc. (6).
La Orden, en definitiva, se consolida. Y
así, por la bula de confirmación de Gregorio VIII datada
en noviembre de 1187, y por lo que
respecta a los territorios inmediatos a la ciudad, se ve a dicha institución en
posesión de Caracuel,
Alarcos, Benavente, Zuera,
Piedrabuena, Malagón, etc.,
con todas las pertenencias de
cada lugar (7).
Este
establecimiento en el territorio debió
hacerse en múltiples
ocasiones mediante cambio
o compra a otros señores que desde época de Alfonso VII tenían allí
heredades (8).
No es que se pretenda con lo anteriormente
expuesto realizar la historia de la
Orden, sino simplemente resaltar algunos datos sobre su instalación en el
territorio al producirse la fundación de Ciudad Real.
(6) Sobre todo esto cfr. GONZALEZ, J.: Alfonso
VIII.
(7) Publ. : Bularlo de Calatrava, pp. 22-25
(reciente ed. facsimilar en Barcelona, 1981).
(8) Tal sería el caso de Zuera, dado a Armildo
Meléndez en 1156 y bajo poder de la Orden en 1187. También el acuerdo de ésta
con Tello Pérez en 1181. AHN, Calatrava, carp. 455, núm. 20. Cfr. GONZALEZ, J.:
Repoblación de Castilla la Nueva, I, p. 147.
Vista
de las ruinas de Calatrava la Vieja
Es
cierto que el
proceso de consolidación
de dicha institución
se vino abajo
con la derrota
de Alarcos en 1195, pero sería por poco tiempo, ya que después de Las Navas
tomaría nuevos bríos e impulso,
favorecida por la
incansable actividad de
Fernando III (9). Esta
nueva situación es
la que, sin duda,
produciría una cierta
inquietud en Alfonso
X, aun cuando
éste no se
atreviese a un
enfrentamiento con la
Orden. Calatrava, junto con Santiago
y San Juan, dominaban prácticamente
el tráfico mercantil entre
los cuatro puntos
cardinales, dada su ubicación
en el centro del
reino y debido
a las concesiones de los monarcas
anteriores. A ello habría que añadir la penuria por la que atravesaría la hacienda real castellana, exhausta por la
febril actividad militar de
Fernando III. Es muy probable
que, influido por estas consideraciones, Alfonso el Sabio se decidiese a
potenciar el pequeño territorio de realengo
existente en el
interior de los
dominios de la
Orden. Y con
este propósito en
1254 concedía a los
vecinos de la
villa de Alarcos exención de todo pecho, pedido, moneda y
yantar, siempre que morasen dentro del
recinto murado de la misma (10).
Este intento, junto con algunos otros
poco conocidos de sus predecesores, es mencionado por el propio monarca como
fallido en el documento fundacional de Ciudad Real, en -1255 (11).
(9)
Sobre la actividad
de este monarca
cfr. el más
reciente trabajo del prof.
J. GONZALEZ: Reinado y Diplomas
de Fernando III. I. -Estudio, Córdoba, 1980. Acerca de cómo se va perfilando el
dominio de la Orden de Calatrava, resulta de interés el trabajo de O’ CALLA
GHAN,
J. F.: Hermandades
entre las Ordenes
Militares de Calatrava
y Santiago durante
los reinados de
Alfonso VIII y Fernando
III de Castilla, Ciudad Real, 1966,
tema que repetiría posteriormente en Hermandades
between the Military Orders
of Calatrava and
Santiago during the
Castilian Reconquest, 1158-1252, en
Speculum, 44, 1969,
pp. 609-618.
(10) 1254, enero 18. Villarrubia de los Ojos, A.
M. Ciudad Real (perdido). En parte, DIAZ JURADO, J.: Singular idea
del Sabio Rey
don Alonso dibujada
en la fundación
de Ciudad Real,ms.
3.601 de la
Biblioteca Provincial de Ciudad Real, p. 12. Reg. BERNABEU, E.: Inventario
del Archivo del Excmo. Ayuntamiento de Ciudad Real, hecho en 1595
(Transcripción), Ciudad
Real, 1952, pág.
13. Cit. DELGADO
MERCHAN, L.: Historia documentada, pp. 36- 45.
Sobre
el reinado de
este monarca, cfr.
BALLESTEROS, A.: Alfonso X
el Sabio, Barcelona, 1963.
Pese a lo voluminoso
del trabajo, considero que aún falta bastante por hacer en el análisis de las relaciones
entre este monarca y la Orden calatrava.
(11) 1255,
febrero 20. Burgos.
Publ. DELGADO MERCHAN,
L.: Historia documentada, pp. 355-357.
Cfr. GONZALEZ, J.: La repoblación de la Mancha, pp. 21-23
El
Foso
No obstante, se inscribe dentro de la
tendencia manifestada con anterioridad por la Orden de poblar la zona, como lo
muestra el hecho de que ya en 1230 don Martín Rodríguez, maestre a la sazón de
la misma, había concedido fuero a
los habitantes de
Miguelturra (12).
Pero lo que
no cabe duda
es que el
intento final de
la monarquía, beneficioso
para ella, produce
un elemento perturbador
de la situación
en que se encontrarían
el monarca y la Orden
en el territorio.
Si ello era
intencionado o no,
es algo que no
se puede precisar con exactitud.
2. DE LA PAZ AL ENFRENTAMIENTO. LA SEGUNDA MITAD
DEL SIGLO XIII
Una
vez fundada Villa
Real, su poblamiento
resultaba dificultoso. El Rey Sabio,
aun cuando le había concedido el Fuero de Cuenca desde
el primer momento y les había otorgado otra serie de privilegios, tuvo que
ofrecer otras mejoras para obtener su propósito, como era que los caballeros
tuviesen los mismos privilegios
que los de
Toledo (13).
Esto último ocurría
en 1261 y
desde ese momento
comienzan a aparecer noticias de las tensiones entre la ciudad y la
Orden.
(12) AHN,
Calatrava, Reg. II,
fol. 147. Publ.
HINOJOSA, E. de.: Documentos para la
Historia de las
Instituciones de León y de Castilla (siglos XXIII), Madrid, 1919, pp.
148-150, núm. XCII.
(13) 1261, mayo 9, lunes. Sevilla. A. M. Ciudad
Real, núm. 20 (en conf. de Sancho IV de 1287 y Juan II de 1427). Publ. DELGADO
MERCHAN, L.: Historia documentada, pp. 390-392. Debo pedir
disculpas por repetir
aquí múltiples datos
ya aparecidos en
mi trabajo de
tesis doctoral. Considero necesaria su repetición y remitir a
los documentos utilizados, donde se pueda constatar lo aquí expuesto.
La
primera de ellas
es de 1262,
en que Alfonso
X se dirige
“a todos los
comendadores e a los onmes de
las órdenes” para
que no cometan
tropelías ni presiones
contra aquellos que quisieran
ir a poblar la nueva villa (14). Es evidente que, aunque el monarca no
mencione expresamente a Calatrava, se
estaba dirigiendo principalmente a esta
Orden, propietaria de todo el territorio circundante, lo cual ocurriría también, aunque de forma
más genérica, en 1266 (15).
Estas pequeñas migraciones de territorio
de la Orden a Villa Real son una de las causas que, entre otras, determinaron
las malas relaciones entre ambas partes. Las gentes venidas a la nueva villa
seguirían en posesión de sus bienes en el campo de la Orden, planteándose un problema
jurídico-económico que continuamente
estará aflorando. Este
sería el tema,
sin duda, abordado
en la concordia
celebrada en 1267
entre el maestre don
Juan González, junto con
sus caballeros y comendadores, y los alcaldes y concejo de Villa Real, en la que
trataron acerca de los fueros de la villa y lugares de la Orden (16), celebrándose dicha reunión en
Calatrava la Vieja. Otro de los puntos conflictivos era el de los molinos que ambas
partes tenían en las riberas del Guadiana. Para solucionarlo, se reunirán en
Miguelturra en 1268 el comendador mayor, don Fernando García, y el concejo de
Villa Real, con el fin de llegar a un acuerdo (17).
(14) 1262,
diciembre 1, viernes.
Sevilla. A. M.
Ciudad Real, núm.
3. Cit. DELGADO
MERCHAN, L.: Historia
documentada, p. 47, que le da fecha de septiembre.
(15) 1266,
octubre 15, viernes.
Sevilla. A. M.
Ciudad Real, sin
numerar (cop. s.
XVIII cosida a
los núms. 3 y 4). Cit. DELGADO
MERCHAN, L.: Historia documentada, p. 47.
(16) 1267,
diciembre 4, domingo.
Calatrava la Vieja.
Reg. BERNABEU, E.: Inventario, 15. Cit.
DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, pp. 48 y 83, nota 1.
(17) 1268,
octubre 9. Miguelturra.
Reg. BERNABEU, E.: Inventario, p. 15.
Cit. DELGADO MERCHAN, L. : Historia documentada, p. 83,
nota 1
Puerta
del castillo desde el exterior e interior
En estos primeros años después de la fundación de la ciudad, las relaciones entre ambas partes se producen buscando un acuerdo sin intromisión de intermediarios. Pero el siguiente paso será el planteamiento de las cuestiones en los tribunales, por decirlo de algún modo. La explicación de ello posiblemente se hallaría en la relativa firmeza del monarca y en la escasa población de la ciudad. En este sentido se pronuncian los documentos, como el de 1272 en el que el infante don Fadrique, señor a la sazón de Ciudad Real, se dirige a los maestres y comendadores de las Ordenes, entre otros, para que permitan el transporte de madera a la nueva población, ya que la necesitaba “como villa que se puebla de nuevo” (18). En igual sentido se expresará el Rey Sabio en 1274 y 1280, aun cuando ya entre estos años la situación hubiera cambiado considerablemente y se perciba a través de la documentación un movimiento comercial de alguna entidad centrado en la ciudad y que la Orden intentaba entorpecer (19).
Este
sistemático torpedeo no
lograba sus objetivos,
por lo que
Calatrava se dedicó
a jugar una baza
fuerte. La ocasión
se le presentó
sumamente propicia por la muerte en
1275 del heredero,
Fernando de la Cerda, precisamente en Villa Real y la actitud adoptada por
su hermano Sancho como pretendiente al trono. En este pleito sucesorio los
calatravos apoyan, no al monarca reinante, sino al pretendiente, el cual se
vería abocado a conceder a la Orden determinadas mercedes con el fin de conservarla
a su lado. Una de ellas sería, sin duda, el control de la nueva población. Y
así, en 1280 el infante Sancho promete dar ésta a la Orden con todos sus
derechos, “salvo ende moneda forera” (20).
(18) 1272,
abril 4, lunes.
Toledo. A. M.
Ciudad Real, núm.
8. Cit. DELGADO
MERCHAN, L.: Historia documentada, p. 47.
(19) 1274,
octubre 10. Sevilla.
A. M. Gudad
Real, núm. 6.
Y 1280, febrero
8. Badajoz. A.
M. Ciudad Real, núm.
7. Cit. DELGADO
MERCHAN, L.: Historia documentada,p. 48.
Cfr. también GONZALEZ,
J.: La repoblación de la Mancha,
p. 22.
(20) 1280, agosto 7. Córdoba. Publ. Bulario de
Calatrava, p. 144.
La
donación, sin duda,
no podía llevarse
a efecto tal
como estaba la
situación sin el
consentimiento del rey. Y éste, por su parte, no estaba dispuesto a
ello, puesto que ese mismo año replica, en cierta medida,
y expide otro
documento por el
que manda a
Gómez García, alguacil
de Ciudad Real, y
a Nuño García,
alcalde, que si
algún hombre, fuese
vecino de la
ciudad o de
Calatrava, declarase bajo juramento
que fue robado
en algún lugar
de la Orden
y tomados sus bienes,
que baste sólo
dicho juramento para que le manden restituir de los bienes de la
mencionada Orden (21).
Pero
ésta se encontraba
en una situación
de impotencia, debido
a que no
podía llevar a
efecto la donación realizada por el infante. Por ello se lanza a una
acción de desgaste, mientras que, por otro lado, presionaría
también al otorgante
con el fin
de que adquiriese
un compromiso más
serio en el asunto.
Consecuencia de ello
es la nueva promesa realizada
por éste en 1281 de
darles Ciudad Real “solo
que me Dios
trayga a tiempo
que yo regne”,
mejorándola con la concesión de
la mitad de las
minas de Almadén, que tenía entonces el arzobispo de Sevilla, y sin reservarse
para sí nada de lo concerniente a la ciudad (22).
(21) 1280. Reg. BERNABEU, E.: Inventario, pp.
16-17.
(22) 1281,
marzo 25. Agreda.
AHN, Cod. 807;
AHN, Calatrava, Reg.
IV, Fol. 101
;B. A. H., Col.
Salazar, 1-40, fol. 246.
En febrero de 1282, estando en mejor
disposición las tensiones y solución del problema sucesorio, Alfonso X logra
arrancar a su hijo la promesa de que guardará los privilegios y libertades que
tuviese Ciudad Real, los cuales confirmará el infante (23).
Como
es lógico, la
Orden no vio
con buenos ojos
este cambio de actitud del
pretendiente, reclamándole una
clarificación de su postura. Debido a esto, sin duda, en mayo de ese mismo año
Sancho vuelve a
concederles Villa Real,
pero ensanchando territorial
y jurídicamente la
donación:
“con Alarcos e con sus aldeas e con
vasallos e con todos sus terminos poblados e por poblar, con calonnas e fornos
e bannos e tiendas e portadgos e montadgos e montes e pasturas e ríos e molinos
e fuentes, con entradas e con salidas e con todos sus derechos.” Pese a que
pueda resultar una fórmula diplomática convencional, las
palabras citadas del
documento suponen, en definitva, de
una forma clara
y expresa el control absoluto del
territorio objeto de donación. El infante sólo se reserva “justicia si la vos
non fïcieredes e moneda forera
e yantar”, cuestiones
que no entorpecían
en modo alguno
la capacidad de actuación de la Orden sobre el mismo (24). Hay que resaltar que en el mismo
documento se olvida la concesión de Almadén,
puesto que el interés
de dicha institución
se centraba de
modo preferente sobre la ciudad.
(23)
1282, febrero 17. Toledo.
Reg. BERNABEU, E.: Inventario, p. 17.
La confirmación en
1282, abrñ 28. Valadolid. A. M. Ciudad Real, núm. 10.
Cit. DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, pp. 48 y 87
(24) 1282,
mayo 3. Valladolid.
AHN, Cod. 837
B (fols. 68v-69v);
AHN, Calatrava, Reg.
IV, fol. 108;B. A.
H., Col. Salazar, 140, fols. 254-255. Cit. DELGADO MERCHAN, L.: Historia
documentada, p. 85.
Salón
árabe con baño
Viendo ésta que no contaba con el apoyo
del futuro rey, ni podía confiar mucho en su comportamiento, y que tampoco
resultaba prudente esperar ya mucho de su fundador, se embarca por sí misma a
defender sus intereses. Tres días después de la concesión del infante a la
Orden, el concejo de Villa Real firma un pacto de hermandad con el de Toledo
con el fin de ayudarse mutuamente “contra todos los onmes del mundo que nos
passaren o quisieran passar contra nuestro fuero e fee e costumbres, libertades e
franqueças e priuilegios
e cartas que
auemos” (25).
Pero no contento
con la sola adopción de esta medida,
a finales de
junio el concejo
envía a Alfonso
Pérez y a
Yagüe Márquez para
que ante la corte intenten revocar la concesión del
infante (26). Allí consiguen
la validación del documento de confirmación de privilegios que el infante
hiciera unos meses antes y la concesión de uno nuevo de éste sobre portazgo
(27). No
obstante, los realengos
no debieron quedar
muy tranquilos con
la voluble actitud
de Sancho. No
contentos con lo
conseguido, recurrirían al Rey Sabio,
el cual trató
de zanjar el asunto concediendo el señorío de la ciudad
a la infanta Isabel, su hija, sin duda con el fin de que no se pudiese llevar a
efecto el traspaso a la Orden (28).
Esto dejaba solucionado el problema
desde un punto de vista jurídico, pero no desde el efectivo. Jurado rey Sancho
IV, éste lograría verse libre respecto al compromiso de hacer donación de la
ciudad, resarciendo posiblemente a
la Orden con
otras concesiones. Pero
en modo alguno
ésta podía quedar contenta, ya que el problema que
planteaba la instalación de ese nuevo núcleo dentro de su territorio no quedaba
en modo alguno
solucionado. Nuevamente surgen
las tensiones. Sin
embargo, ya la ciudad había
adquirido un desarrollo tal que le
permitía, en cierto modo, situarse en un
plano más elevado y de mayor igualdad frente a la Orden. Esta capacidad de
respuesta adquirida hará que las tensiones surgidas desemboquen en un acuerdo
firmado en 1292 entre el maestre don Rodrigo Pérez y el concejo de Ciudad Real
sobre los agravios y prendas cometidos entre ambas partes (29).
(25)
1282, mayo 6.
Toledo. A. M.
Ciudad Real, núm.
11. Cit. DELGADO
MERCHAN, L.:
Historia
documentada,p. 48.
(26) 1282, junio 27. Villa Real. Reg. BERNABEU,
E.; Inventario, p. 17.
(27) 1282,
julio 6. Córdoba.
A. M. Ciudad Real,
núm. 10; y
1282, octubre 18.
Córdoba. Reg. BERN ABEU, E.: Inventario, p. 17.
(28) 1284,
mayo 28. Villa
Real. Reg. BERNABEU,
E.: Inventario, p. 14. Sobre
la fecha de
este acontecimiento cfr. mi
trabajo de tesis, al hablar de los señoríos de la ciudad, p. 76.
(29) 1292. Reg. BERNABEU, E.: Inventario, p. 17. Para las
relaciones de la
monarquía con Calatrava
durante este período
hay que remitir
al trabajo de
M. GAIBROIS: Historia del
reinado de Sancho
IV de Castilla, 3
vols., Madrid, 1922-1928.
También necesitadas de
mayores precisiones.
La llegada al trono de Fernando IV,
menor de edad —circunstancia ésta que se repetirá con Alfonso XI—,
abre el período,
sin duda, de
mayor conflictividad y
lucha abierta entre
la ciudad y Calatrava.
En este clima de tensión iniciado se produce el hecho de que los vecinos de
Ciudad Real se decidan a vender las propiedades —si no todas, buena parte de
ellas— que tenían en territorio de la Orden (30).
El
hecho es un
reflejo de lo
mal que debían
ver el asunto
los realengos, los cuales en
1295 se encuentran entre
los firmantes de la hermandad
general con los
concejos de todo
el reino y
en 1298 establecen otra con los
más próximos de Toledo y la Extremadura con el fin “de no darse a hombre poderoso” (31).
Debido a este cúmulo de circunstancias,
consecuencia también de las propias del reinado, la situación
se había vuelto
un tanto caótica en
la zona, como
lo demuestra el hecho
de que en junio
de 1299 la reina doña María, madre y tutora de Fernando, habiendo sido informada
de que en Villa Real y su tierra había muchos hombres dedicados al robo y
salteando los caminos sin que los alcaldes interviniesen, les ordena a éstos
que los prendan y pongan a buen recaudo y no los suelten hasta que se provea
otra cosa por su magestad (32).
Pero las desgracias no suelen aparecer
solas. Y en estos años finales del siglo se producen también otras
tensiones con la
Orden del Hospital,
respecto a la
encomienda vecina de
Villar del Pozo,
y que obligan a Ciudad Real a mantener una lucha en varios frentes, ya que
Calatrava continúa sus presiones.
(30) V.
p. e. 1297,
octubre 19. Villa
Real. AHN, Calatrava,
carp. 461, núm.
162; Reg. IV,
fol. 225. Publ. MENENDEZ PIDAL,
R.: Documentos lingüísticos. I.-Reino
de Castilla, Madrid, reimpr.
1966, pp. 392-393,
núm. 288. También, 1296,
enero 3. Villa
Real. AHN, Calatrava,
carp. 461, núm.
156. Y 1310,
mayo 1. Villa
Real. AHN, Calatrava, carp.
459, núm. 123.
Publ. BENAVIDES: Memorias de
Fernando IV, II, pp.
745-746, núm. 516, y DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada,
pp. 365-366. Sobre el reinado,
GONZALEZ MINGUEZ, C: Fernando
IV de Castilla
(1295-1312). La guerra
civil y el predominio
de la nobleza, Vitoria, 1976.
(31) 1295,
agosto 3. Valladolid.
A. M. Ciudad
Real, núm. 12.
El texto de
otra copia de
este documento se encuentra
publicado por GARCIA
DE VALDEAVELLANO, L.: Carta
de Hermandad entre
los concejos de
la Extremadura castellana
y el arzobispado
de Toledo en
1295, en Revista Portuguesa
de Historia, XII,
1969, pp. 57-76.
Ambos
textos contienen algunas
variantes. 1298, octubre
28. Reg. BERNABEU,
E.: Inventario, p. 19.
Gt. DELGADO MERCHAN, L.: Historia
documentada, p. 93.
(32) 1299,
junio 25. Reg.
BERNABEU, E.: Inventario, p.
19. Cit. DELGADO
MERCHAN, L.: Historia documentada, p. 91.
El acontecimiento conlleva a formular la
pregunta de si existía o no la Hermandad de Ciudad Real. Cfr. sobre la misma el
trabajo de PESCADOR,
Mª C: Los orígenes de
la Santa Hermandad, en
C. H. E.,
LV-LVI, 1972, pp.
400- 443, que resume
bajo el mismo
título en VII
Centenario del Infante
don Fernando de la Cerda,
Ciudad Real, 1976, pp.
171-178. Sobre la
misma v. también
las páginas que
le dedica SUAREZ
FERNANDEZ, L.: Evolución histórica de
las Hermandades castellanas,en C.
H. E., XVI,
1951* pp. 5-78,
y ALVAREZ DE
MORALES, A.: Las Hermandades,
expresión del movimiento
comunitario en España, Valladolid, 1974. Pues bien, todo
hace sospechar que aún no existía
la de Ciudad Real o
se encontraba en sus
inicios y, por tanto,
muy debilitada. Por otro
lado, la firma de las citadas con anterioridad
apuntarían a la no creación.
LUIS
RAFAEL VILLEGAS DIAZ
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