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lunes, 23 de noviembre de 2015

CALATRAVA Y CIUDAD REAL. UNAS NOTAS SOBRE LAS RELACIONES ENTRE LA CIUDAD Y LA ORDEN (SIGLOS XIII-XV) I



Pese a que sobre el tema ya se han ofrecido datos en otras publicaciones, no estará de más abordar nuevamente  el  mismo  en  un  intento  de  reflexionar  sobre  los  acontecimientos  que  abocaron  a  ambas partes a unas relaciones forzosas y sobre los avatares que las mismas atravesaron (1). Ello ofrece interés no sólo desde el punto de vista de la ciudad, sino también desde la perspectiva de la Orden. No se trata, no obstante, de un estudio exhaustivo de la encomienda que la Orden lograría instaurar en la ciudad, sino de abocetar las actitudes seguidas hasta su consecución y posterior desarrollo de la misma. Se in­cidirá, pues, de manera primordial en el análisis de las mencionadas relaciones, que han sido tratadas preferentemente desde la óptica de la conflictividad sin lograr una profundización acerca de los motivos de la misma. Es cierto que los datos que aquí se exponen quizá pequen de una cierta evenemencialidad, pero tras ellos se esconden determinadas motivaciones que es necesario tratar de sacar a la luz, pues son prueba de una concreta intencionalidad de la Orden respecto al núcleo urbano.

(1)  Pueden  consultarse  a  este  respecto  los  trabajos  de  DELGADO  MERCHAN,  L.: Historia  documentadade Ciudad Real. La Judería, la Inquisición y la Santa Hermandad, Ciudad Real, 2.a ed., 1907, y de HERVAS Y BUEN- DIA,  I.: Diccionario  histórico,  geográfico,  biográfico  y  bibliográfico  de  la  provincia  de  Ciudad  Real, Ciudad  Real, 1899. Con intención de dar a conocer unos documentos que se conservan en el Archivo Municipal de Ciudad Real, y que no se publicarían, me ocupé someramente del tema, aunque de modo fragmentario, en Algunos datos  acerca de las luchas entre la Orden de Calatrava y el concejo de Villa Real en la primera mitad del siglo XIV, en VII Centenario del Infante don Fernando de la Cerda, Ciudad Real, 1976, pp. 179-190.Gran  parte  de  los  datos  aducidos  en  el  presente  trabajo,  aunque  tratados  desde  otra  perspectiva,  aparecen  en mi  tesis Ciudad  Real  en  la  Edad  Media. La  ciudad  y  sus  hombres  (1255-1500),Ciudad  Real,  1981,  principalmente pp. 173-221, del que éste era una parte. No obstante se considera de interés incidir sobre el tema, porque al carecer de una historia completa de Calatrava, las Crónicas de la Orden pasan por encima de muchos de estos acontecimien tos. Cfr. RADES Y ANDRADA, F., Crónica de las tres Órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara, de la que últimamente se han hecho dos ediciones facsimilares: una completa en Barcelona, 1980, y otra parcial de Calatrava en CiudadReal, 1980.

Caballero Calatravo

Con el fin de no recargar las citas bibliográficas y para darse idea de cómo se encuentran los estudios acerca de Calatrava,  así  como  del  resto  de  las  Ordenes  Militares,  remito  al  trabajo  de  LOMAX,  D.  W.  : Las  Ordenes  Militares en  la  Península  Ibérica  durante  la  Edad  Media, en  Repertorio  de  Historia  de  las  Ciencias  Eclesiásticas  en  España, Salamanca,  6, 1977,  pp.  9-109.  Sigue  siendo  de gran  utilidad,  aunque, como  es  lógico, habría  que añadirle algunos títulos,  pocos,  aparecidos  con  posterioridad  a  1975.  En  él  se  constatará  que  el  investigador  más  interesado  en  los temas calatravos es el profesor americano Joseph F. O’CALLAGHAN.

1.      LOS CONDICIONANTES DE LA SITUACION PREVIA

Resulta obvio señalar que la ciudad y la Orden de Calatrava estaban abocadas a mantener un cotinuo contacto, debido fundamentalmente a su situación geográfica. Pero la base de las tensiones y problemas,  que  surgirán  posteriormente,  quizá  haya  que  colocarla  bastante  tiempo  atrás,  concretamente en  la  segunda  mitad  del  siglo  XII,  como  consecuencia  de  las  distintas  actitudes  adoptadas  por  Alfonso VII y Alfonso VIII respecto al sistema de repoblación. Las circunstancias de ambos reinados, sin lugar a dudas distintas, determinaron que Alfonso VII tomase la decisión de repoblar fundamentalmente a través de individuos aislados pertenecientes a la nobleza (2), colocándoles inclusive en lugares fronterizos. Como botón de muestra, y por lo que respecta a los territorios próximos a la actual Ciudad Real, en  1147  hace  donación  a  don  Raimundo,  arzobispo  de  Toledo,  de  la  fortaleza  de  Calatrava  (3),  y  en 1156 da a Armildo Meléndez la heredad de Zuera, entre Calatrava y Caracuel (4)

(2)   Para los aspectos de la repoblación en la zona es imprescindible la consulta de los numerosos trabajos del prof.  J.  GONZALEZ, destacando El  reino  de  Castilla  en  la  época  de  Alfonso  VIII, 3  vols.,  Madrid,  1960;  su Repoblación  de  Castilla  la  Nueva, 2  vols.,  Madrid,  1975  ;  y  su La  repoblación  de  la  Mancha, en  VII  Centenario  del  Infante don Fernando de la Cerda, Ciudad Real, 1976, pp. 1-27.
(3)    1147,  febrero  3.  Salamanca.  Sobre  este  monarca  cfr.  el  trabajo  de  RECUERO  ASTRAY,  M.: Alfonso VII, Emperador. El imperio hispánico en el siglo XII,
 León, 1979.
(4)    Arch.  Cat.  Toledo,  I-3-C-1-1  ;  AHN,  Liber  Priv.  Tolet.  Eccl.,  II,  fol.  61.  Cfr.  GONZALEZ,  J.: Repoblación de Castilla la Nueva, I, p. 347.
 

Vista de Calatrava la Vieja

Es cierto que por aquel entonces todavía no habían nacido las Ordenes Militares españolas, pero el uso que hizo de las internacionales, y concretamente de la del Temple, fue bastante exiguo (5). Nacidas aquéllas bajo los reinados de su hijo y nieto, pronto adquieren un carácter relevante.

Alfonso  VIII  cambió  sustancialmente  su  acción  repobladora,  apoyándola  preferentemente  en instituciones colectivas, más que en individualidades. Y así elige los sistemas de repoblación mediante los  concejos  (Cuenca,  Alarcón,  Alcaraz)  y  las  Ordenes  Militares  (Calatrava  y  Santiago  fundamentalmente). A aquéllos parece reservarles su acción en el Este y a las Órdenes las estableció cara al Sur.

Por lo que respecta al territorio objeto de estudio, Calatrava comienza a recibir heredades y a establecer su señorío. Instaurada por Sancho III en 1158 en Calatrava la Vieja, recibe de su hijo Alfonso en 1168 el castillo de Chillón, en 1169 el portazgo de las recuas que fuesen a tierra de moros por el sector  entre  Ubeda  y  Córdoba,  merced  que  limitaría  en  cierto  modo  en  1173,  recibiendo  en  este  último  año  la  posesión  de  los castillos  que  la Orden ganase de los moros, así como unas heredades en las ciudades que se conquistasen con asistencia de dicha institución. En 1174, entre otras cosas, recibe del monarca el quinto de los lugares

 (5)    Realmente  se  conocen  muy  pocos  datos  de  esta  Orden  en  Castilla.  Cfr.  LOMAX,  D.  W.:  Las  Ordenes Militares, pp.  28-32.  No  ocurre,  sin  embargo,  lo  mismo  con  otros  territorios  peninsulares.  Para  el  mencionado  reino, al  menos  mientras  no  aparezca  el  trabajo  que  tiene  prometido  L.  DAILLIEZ,  es  imprescindible  el  de  C.  ESTEPA, La disolución de la Orden del Temple en Castilla y León, en Cuadernos de Historia, 6, 1975, pp. 121-186
 
Vista del Castillo de Calatrava la Vieja

ganados  a  los  moros  y  el  diezmo  de  las  rentas  reales.  En  1180 le da Malagón, recibiendo en 1183 los términos de Zacatena, Sedaño y Abenojar, etc. (6).

La Orden, en definitiva, se consolida. Y así, por la bula de confirmación de Gregorio VIII datada
en noviembre de 1187, y por lo que respecta a los territorios inmediatos a la ciudad, se ve a dicha institución  en  posesión  de  Caracuel,  Alarcos,  Benavente,  Zuera,  Piedrabuena,  Malagón,  etc.,  con  todas las pertenencias de cada lugar (7).

Este  establecimiento  en el territorio  debió  hacerse  en  múltiples  ocasiones  mediante  cambio  o compra a otros señores que desde época de Alfonso VII tenían allí heredades (8).

No es que se pretenda con lo anteriormente expuesto realizar la  historia de la Orden, sino simplemente resaltar algunos datos sobre su instalación en el territorio al producirse la fundación de Ciudad Real.


(6)   Sobre todo esto cfr. GONZALEZ, J.: Alfonso VIII.
(7)   Publ. : Bularlo de Calatrava, pp. 22-25 (reciente ed. facsimilar en Barcelona, 1981).
(8)   Tal sería el caso de Zuera, dado a Armildo Meléndez en 1156 y bajo poder de la Orden en 1187. También el acuerdo de ésta con Tello Pérez en 1181. AHN, Calatrava, carp. 455, núm. 20. Cfr. GONZALEZ, J.: Repoblación de Castilla la Nueva, I, p. 147.

Vista de las ruinas de Calatrava la Vieja

Es  cierto  que  el  proceso  de  consolidación  de  dicha  institución  se  vino  abajo  con  la  derrota  de Alarcos en 1195, pero sería por poco tiempo, ya que después de Las Navas tomaría nuevos bríos e impulso,  favorecida  por  la  incansable  actividad  de  Fernando  III  (9).  Esta  nueva  situación  es  la  que,  sin duda,  produciría  una  cierta  inquietud  en  Alfonso  X,  aun  cuando  éste  no  se  atreviese  a  un  enfrentamiento  con  la  Orden.  Calatrava, junto con  Santiago  y  San Juan, dominaban  prácticamente  el  tráfico mercantil  entre  los  cuatro  puntos  cardinales,  dada  su  ubicación  en  el  centro  del  reino  y  debido  a  las concesiones de los monarcas anteriores. A ello habría que añadir la penuria por la que atravesaría la hacienda  real castellana, exhausta  por la  febril  actividad  militar de  Fernando  III. Es muy probable que, influido por estas consideraciones, Alfonso el Sabio se decidiese a potenciar el pequeño territorio de realengo  existente  en  el  interior  de  los  dominios  de  la  Orden.  Y  con  este  propósito  en  1254  concedía  a los  vecinos  de  la  villa  de Alarcos  exención de todo pecho, pedido, moneda y yantar,  siempre que morasen dentro del recinto murado de la misma (10).

Este intento, junto con algunos otros poco conocidos de sus predecesores, es mencionado por el propio monarca como fallido en el documento fundacional de Ciudad Real, en -1255 (11).

 (9)   Sobre  la  actividad  de  este  monarca  cfr.  el  más  reciente  trabajo  del prof.  J.  GONZALEZ: Reinado  y  Diplomas de Fernando III. I. -Estudio, Córdoba, 1980. Acerca de cómo se va perfilando el dominio de la Orden de Calatrava, resulta de interés el trabajo de O’ CALLA­
GHAN,  J.  F.:  Hermandades  entre  las  Ordenes  Militares  de  Calatrava  y  Santiago  durante  los  reinados  de  Alfonso  VIII y  Fernando  III  de  Castilla, Ciudad Real,  1966,  tema  que  repetiría posteriormente  en Hermandades  between  the Military  Orders  of  Calatrava  and  Santiago  during  the  Castilian  Reconquest,  1158-1252, en  Speculum,  44,  1969,  pp. 609-618.
(10)    1254, enero 18. Villarrubia de los Ojos, A. M. Ciudad Real (perdido). En parte, DIAZ JURADO, J.: Singular  idea  del  Sabio  Rey  don  Alonso  dibujada  en  la  fundación  de  Ciudad  Real,ms.  3.601  de  la  Biblioteca Provincial de Ciudad Real, p. 12. Reg. BERNABEU, E.: Inventario del Archivo del Excmo. Ayuntamiento de Ciudad Real, hecho en  1595  (Transcripción), Ciudad  Real,  1952,  pág.  13.  Cit.  DELGADO  MERCHAN,  L.: Historia  documentada, pp.  36- 45.
Sobre  el  reinado  de  este  monarca,  cfr.  BALLESTEROS,  A.: Alfonso  X  el  Sabio, Barcelona,  1963.  Pese  a  lo  voluminoso del trabajo, considero que aún falta bastante por hacer en el análisis de las relaciones entre este monarca y la Orden calatrava.
(11)    1255,  febrero  20.  Burgos.  Publ.  DELGADO  MERCHAN,  L.: Historia  documentada, pp.  355-357.  Cfr. GONZALEZ, J.: La repoblación de la Mancha, pp. 21-23
 
El Foso

No obstante, se inscribe dentro de la tendencia manifestada con anterioridad por la Orden de poblar la zona, como lo muestra el hecho de que ya en 1230 don Martín Rodríguez, maestre a la sazón de la misma, había concedido  fuero  a  los  habitantes  de  Miguelturra  (12).  Pero  lo  que  no  cabe  duda  es  que  el  intento  final  de  la  monarquía,  beneficioso  para  ella,  produce  un  elemento  perturbador  de  la  situación  en  que se  encontrarían  el  monarca  y  la  Orden  en  el  territorio.  Si  ello  era  intencionado  o  no,  es  algo  que  no se puede precisar con exactitud.

2.  DE LA PAZ AL ENFRENTAMIENTO. LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIII

Una  vez  fundada  Villa  Real,  su  poblamiento  resultaba  dificultoso.  El  Rey  Sabio,  aun  cuando  le había concedido el Fuero de Cuenca desde el primer momento y les había otorgado otra serie de privilegios, tuvo que ofrecer otras mejoras para obtener su propósito, como era que los caballeros tuviesen los  mismos  privilegios  que  los  de  Toledo  (13).  Esto  último  ocurría  en  1261  y  desde  ese  momento  comienzan a aparecer noticias de las tensiones entre la ciudad y la Orden.


(12)   AHN,  Calatrava,  Reg.  II,  fol.  147.  Publ.  HINOJOSA,  E.  de.: Documentos  para  la  Historia  de  las  Instituciones de León y de Castilla (siglos XXIII), Madrid, 1919, pp. 148-150, núm. XCII.
(13)    1261, mayo 9, lunes. Sevilla. A. M. Ciudad Real, núm. 20 (en conf. de Sancho IV de 1287 y Juan II de 1427). Publ. DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, pp. 390-392. Debo  pedir  disculpas  por  repetir  aquí  múltiples  datos  ya  aparecidos  en  mi  trabajo  de  tesis  doctoral.  Considero necesaria su repetición y remitir a los documentos utilizados, donde se pueda constatar lo aquí expuesto.


La  primera  de  ellas  es  de  1262,  en  que  Alfonso  X  se  dirige  “a  todos  los  comendadores  e  a  los onmes  de  las  órdenes”  para  que  no  cometan  tropelías  ni  presiones  contra aquellos  que  quisieran  ir  a poblar la nueva villa (14). Es evidente que, aunque el monarca no mencione expresamente a Calatrava, se  estaba  dirigiendo  principalmente a  esta  Orden,  propietaria  de todo el territorio circundante,  lo cual ocurriría también, aunque de forma más genérica, en 1266 (15).

Estas pequeñas migraciones de territorio de la Orden a Villa Real son una de las causas que, entre otras, determinaron las malas relaciones entre ambas partes. Las gentes venidas a la nueva villa seguirían en posesión de sus bienes en el campo de la Orden, planteándose un problema jurídico-económico que continuamente  estará  aflorando.  Este  sería  el  tema,  sin  duda,  abordado  en  la  concordia  celebrada  en  1267  entre el  maestre  don  Juan González,  junto  con  sus caballeros  y comendadores,  y  los  alcaldes y concejo de Villa Real, en la que trataron acerca de los fueros de la villa y lugares de la Orden (16), celebrándose dicha reunión en Calatrava la Vieja. Otro de los puntos conflictivos era el de los molinos que ambas partes tenían en las riberas del Guadiana. Para solucionarlo, se reunirán en Miguelturra en 1268 el comendador mayor, don Fernando García, y el concejo de Villa Real, con el fin de llegar a un acuerdo (17).


(14)    1262,  diciembre  1,  viernes.  Sevilla.  A.  M.  Ciudad  Real,  núm.  3.  Cit.  DELGADO  MERCHAN,  L.: Historia documentada, p. 47, que le da fecha de septiembre.
(15)    1266,  octubre  15,  viernes.  Sevilla.  A.  M.  Ciudad  Real,  sin  numerar  (cop.  s.  XVIII  cosida  a  los  núms. 3 y 4). Cit. DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, p. 47.
(16)    1267,  diciembre  4,  domingo.  Calatrava  la  Vieja.  Reg.  BERNABEU,  E.: Inventario, 15.  Cit.  DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, pp. 48 y 83, nota 1.
(17)    1268,  octubre  9.  Miguelturra.  Reg.  BERNABEU,  E.: Inventario, p.  15.  Cit.  DELGADO  MERCHAN, L. : Historia documentada, p. 83, nota 1

Puerta del castillo desde el exterior e interior

En estos primeros años después de la fundación de la ciudad, las relaciones entre ambas partes se producen buscando un acuerdo sin intromisión de intermediarios. Pero el siguiente paso será el planteamiento de  las  cuestiones  en  los  tribunales, por decirlo  de  algún  modo.  La  explicación de  ello  posiblemente se hallaría en la relativa firmeza del monarca y en la escasa población de la ciudad. En este sentido se pronuncian los documentos, como el de 1272 en el que el infante don Fadrique, señor a la sazón de Ciudad Real, se dirige a los maestres y comendadores de las Ordenes, entre otros, para que permitan el transporte de madera a la nueva población, ya que la necesitaba “como villa que se puebla de nuevo” (18). En igual sentido se expresará el Rey Sabio en 1274 y 1280, aun cuando ya entre estos años  la  situación  hubiera  cambiado  considerablemente  y  se  perciba  a  través  de  la  documentación  un movimiento  comercial  de  alguna  entidad  centrado  en  la  ciudad  y  que  la  Orden  intentaba  entorpecer (19).

Este  sistemático  torpedeo  no  lograba  sus  objetivos,  por  lo  que  Calatrava  se  dedicó  a  jugar  una baza  fuerte.  La  ocasión  se  le  presentó  sumamente  propicia  por  la  muerte  en  1275  del  heredero,  Fernando de la Cerda, precisamente en Villa Real y la actitud adoptada por su hermano Sancho como pretendiente al trono. En este pleito sucesorio los calatravos apoyan, no al monarca reinante, sino al pretendiente, el cual se vería abocado a conceder a la Orden determinadas mercedes con el fin de conservarla a su lado. Una de ellas sería, sin duda, el control de la nueva población. Y así, en 1280 el infante Sancho promete dar ésta a la Orden con todos sus derechos, “salvo ende moneda forera” (20).


(18)    1272,  abril  4,  lunes.  Toledo.  A.  M.  Ciudad  Real,  núm.  8.  Cit.  DELGADO  MERCHAN,  L.: Historia  documentada, p. 47.
(19)    1274,  octubre  10.  Sevilla.  A.  M.  Gudad  Real,  núm.  6.  Y  1280,  febrero  8.  Badajoz.  A.  M.  Ciudad  Real, núm.  7.  Cit.  DELGADO  MERCHAN,  L.: Historia  documentada,p.  48.  Cfr.  también  GONZALEZ,  J.: La  repoblación de la Mancha, p. 22.
(20)   1280, agosto 7. Córdoba. Publ. Bulario de Calatrava, p. 144.


La  donación,  sin  duda,  no  podía  llevarse  a  efecto  tal  como  estaba  la  situación  sin  el  consentimiento del rey. Y éste, por su parte, no estaba dispuesto a ello, puesto que ese mismo año replica, en cierta  medida,  y  expide  otro  documento  por  el  que  manda  a  Gómez  García,  alguacil  de  Ciudad  Real, y  a  Nuño  García,  alcalde,  que  si  algún  hombre,  fuese  vecino  de  la  ciudad  o  de  Calatrava,  declarase bajo  juramento  que  fue  robado  en  algún  lugar  de  la  Orden  y  tomados  sus  bienes,  que  baste  sólo  dicho juramento para que le manden restituir de los bienes de la mencionada Orden (21).

Pero  ésta  se  encontraba  en  una  situación  de  impotencia,  debido  a  que  no  podía  llevar  a  efecto la donación realizada por el infante. Por ello se lanza a una acción de desgaste, mientras que, por otro lado,  presionaría  también  al  otorgante  con  el  fin  de  que  adquiriese  un  compromiso  más  serio  en  el asunto.  Consecuencia  de  ello  es  la  nueva  promesa  realizada  por  éste  en  1281  de  darles  Ciudad  Real “solo  que  me  Dios  trayga  a  tiempo  que  yo  regne”,  mejorándola  con  la  concesión  de  la  mitad  de  las minas de Almadén, que tenía entonces el arzobispo de Sevilla, y sin reservarse para sí nada de lo concerniente a la ciudad (22).


(21)   1280. Reg. BERNABEU, E.: Inventario, pp. 16-17.
(22)    1281,  marzo  25.  Agreda.  AHN,  Cod.  807;  AHN,  Calatrava,  Reg.  IV,  Fol.  101  ;B.  A.  H.,  Col.  Salazar, 1-40, fol. 246.


En febrero de 1282, estando en mejor disposición las tensiones y solución del problema sucesorio, Alfonso X logra arrancar a su hijo la promesa de que guardará los privilegios y libertades que tuviese Ciudad Real, los cuales confirmará el infante (23).

Como  es  lógico,  la  Orden  no  vio  con  buenos  ojos  este  cambio  de  actitud  del  pretendiente,  reclamándole una clarificación de su postura. Debido a esto, sin duda, en mayo de ese mismo año Sancho  vuelve  a  concederles  Villa  Real,  pero  ensanchando  territorial  y  jurídicamente  la  donación: 


“con Alarcos e con sus aldeas e con vasallos e con todos sus terminos poblados e por poblar, con calonnas e fornos e bannos e tiendas e portadgos e montadgos e montes e pasturas e ríos e molinos e fuentes, con entradas e con salidas e con todos sus derechos.” Pese a que pueda resultar una fórmula diplomática convencional,  las  palabras  citadas  del  documento  suponen,  en  definitva,  de  una  forma  clara  y  expresa el control absoluto del territorio objeto de donación. El infante sólo se reserva “justicia si la vos non fïcieredes  e  moneda forera  e  yantar”,  cuestiones  que  no  entorpecían  en  modo  alguno  la  capacidad  de actuación de la Orden sobre el mismo (24). Hay que resaltar que en el mismo documento se olvida la concesión  de  Almadén,  puesto  que  el  interés  de  dicha  institución  se  centraba  de  modo  preferente  sobre la ciudad.


(23)    1282,  febrero  17.  Toledo.  Reg.  BERNABEU,  E.: Inventario, p.  17.  La  confirmación  en  1282,  abrñ  28. Valadolid. A. M. Ciudad Real, núm. 10. Cit. DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, pp. 48 y 87
(24)    1282,  mayo  3.  Valladolid.  AHN,  Cod.  837  B  (fols.  68v-69v);  AHN,  Calatrava,  Reg.  IV,  fol.  108;B. A.  H., Col. Salazar, 140, fols. 254-255. Cit. DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, p. 85.

Salón árabe con baño

Viendo ésta que no contaba con el apoyo del futuro rey, ni podía confiar mucho en su comportamiento, y que tampoco resultaba prudente esperar ya mucho de su fundador, se embarca por sí misma a defender sus intereses. Tres días después de la concesión del infante a la Orden, el concejo de Villa Real firma un pacto de hermandad con el de Toledo con el fin de ayudarse mutuamente “contra todos los onmes del mundo que nos passaren o quisieran passar contra nuestro fuero e fee e costumbres, libertades  e  franqueças  e  priuilegios  e  cartas  que  auemos”  (25).  Pero  no  contento  con la  sola  adopción de esta  medida,  a  finales  de  junio  el  concejo  envía  a  Alfonso  Pérez  y  a  Yagüe  Márquez  para  que  ante  la corte intenten revocar la concesión del infante (26). Allí consiguen la validación del documento de confirmación de privilegios que el infante hiciera unos meses antes y la concesión de uno nuevo de éste sobre  portazgo  (27).  No  obstante,  los  realengos  no  debieron  quedar  muy  tranquilos  con  la  voluble  actitud  de  Sancho.  No  contentos  con  lo  conseguido,  recurrirían  al  Rey  Sabio,  el  cual  trató  de  zanjar  el asunto concediendo el señorío de la ciudad a la infanta Isabel, su hija, sin duda con el fin de que no se pudiese llevar a efecto el traspaso a la Orden (28).

Esto dejaba solucionado el problema desde un punto de vista jurídico, pero no desde el efectivo. Jurado rey Sancho IV, éste lograría verse libre respecto al compromiso de hacer donación de la ciudad, resarciendo  posiblemente  a  la  Orden  con  otras  concesiones.  Pero  en  modo  alguno  ésta  podía  quedar contenta, ya que el problema que planteaba la instalación de ese nuevo núcleo dentro de su territorio no  quedaba  en  modo  alguno  solucionado.  Nuevamente  surgen  las  tensiones.  Sin  embargo,  ya  la  ciudad  había  adquirido  un  desarrollo tal  que  le permitía,  en cierto modo, situarse en un plano más elevado y de mayor igualdad frente a la Orden. Esta capacidad de respuesta adquirida hará que las tensiones surgidas desemboquen en un acuerdo firmado en 1292 entre el maestre don Rodrigo Pérez y el concejo de Ciudad Real sobre los agravios y prendas cometidos entre ambas partes (29).


(25)    1282,  mayo  6.  Toledo.  A.  M.  Ciudad  Real,  núm.  11.  Cit.  DELGADO  MERCHAN,  L.:
Historia  documentada,p. 48.
(26)   1282, junio 27. Villa Real. Reg. BERNABEU, E.; Inventario, p. 17.
(27)    1282,  julio  6.  Córdoba.  A.  M.  Ciudad Real,  núm.  10;  y  1282,  octubre  18.  Córdoba.  Reg.  BERN ABEU, E.: Inventario, p. 17.
(28)    1284,  mayo  28.  Villa  Real.  Reg.  BERNABEU,  E.: Inventario, p.  14.  Sobre  la  fecha  de  este  acontecimiento cfr. mi trabajo de tesis, al hablar de los señoríos de la ciudad, p. 76.
(29)   1292. Reg. BERNABEU, E.: Inventario, p. 17. Para  las  relaciones  de  la  monarquía  con  Calatrava  durante  este  período  hay  que  remitir  al  trabajo  de  M.  GAIBROIS: Historia  del  reinado  de  Sancho  IV  de  Castilla, 3  vols.,  Madrid,  1922-1928.  También  necesitadas  de  mayores precisiones.


La llegada al trono de Fernando IV, menor de edad —circunstancia ésta que se repetirá con Alfonso  XI—,  abre  el  período,  sin  duda,  de  mayor  conflictividad  y  lucha  abierta  entre  la  ciudad  y  Calatrava. En este clima de tensión iniciado se produce el hecho de que los vecinos de Ciudad Real se decidan a vender las propiedades —si no todas, buena parte de ellas— que tenían en territorio de la Orden (30).

El  hecho  es  un  reflejo  de  lo  mal  que  debían  ver  el  asunto  los  realengos,  los  cuales  en  1295  se encuentran  entre  los  firmantes  de  la  hermandad  general  con  los  concejos  de  todo  el  reino  y  en  1298 establecen otra con los más próximos de Toledo y la Extremadura con el fin “de no darse a hombre poderoso” (31).

Debido a este cúmulo de circunstancias, consecuencia también de las propias del reinado, la si­tuación  se  había  vuelto  un  tanto caótica  en  la  zona,  como  lo  demuestra  el hecho  de que  en  junio  de 1299 la reina doña María, madre y tutora de Fernando, habiendo sido informada de que en Villa Real y su tierra había muchos hombres dedicados al robo y salteando los caminos sin que los alcaldes interviniesen, les ordena a éstos que los prendan y pongan a buen recaudo y no los suelten hasta que se provea otra cosa por su magestad (32).

Pero las desgracias no suelen aparecer solas. Y en estos años finales del siglo se producen también  otras  tensiones  con  la  Orden  del  Hospital,  respecto  a  la  encomienda  vecina  de  Villar  del  Pozo,  y que obligan a Ciudad Real a mantener una lucha en varios frentes, ya que Calatrava continúa sus presiones.


(30)    V.  p.  e.  1297,  octubre  19.  Villa  Real.  AHN,  Calatrava,  carp.  461,  núm.  162;  Reg.  IV,  fol.  225.  Publ. MENENDEZ  PIDAL,  R.: Documentos  lingüísticos.  I.-Reino  de  Castilla, Madrid,  reimpr.  1966,  pp.  392-393,  núm. 288.  También,  1296,  enero  3.  Villa  Real.  AHN,  Calatrava,  carp.  461,  núm.  156.  Y  1310,  mayo  1.  Villa  Real.  AHN, Calatrava,  carp.  459,  núm.  123.  Publ.  BENAVIDES: Memorias  de  Fernando  IV, II,  pp.  745-746,  núm.  516,  y  DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, pp. 365-366. Sobre  el  reinado,  GONZALEZ  MINGUEZ,  C: Fernando  IV  de  Castilla  (1295-1312).  La  guerra  civil  y  el  predominio de la nobleza, Vitoria, 1976.
(31)    1295,  agosto  3.  Valladolid.  A.  M.  Ciudad  Real,  núm.  12.  El  texto  de  otra  copia  de  este  documento  se encuentra  publicado  por  GARCIA  DE  VALDEAVELLANO,  L.: Carta  de  Hermandad  entre  los  concejos  de  la  Extremadura  castellana  y  el  arzobispado  de  Toledo  en  1295, en  Revista  Portuguesa  de  Historia,  XII,  1969,  pp.  57-76.
Ambos  textos  contienen  algunas  variantes.  1298,  octubre  28.  Reg.  BERNABEU,  E.: Inventario, p.  19.  Gt.  DELGADO MERCHAN, L.: Historia documentada, p. 93.
(32)    1299,  junio  25.  Reg.  BERNABEU,  E.: Inventario,  p.  19.  Cit.  DELGADO  MERCHAN,  L.: Historia  documentada, p. 91.
El acontecimiento conlleva a formular la pregunta de si existía o no la Hermandad de Ciudad Real. Cfr. sobre la misma  el  trabajo  de  PESCADOR,  Mª C: Los  orígenes  de  la  Santa  Hermandad, en  C.  H.  E.,  LV-LVI,  1972,  pp.  400- 443,  que  resume  bajo  el  mismo  título  en  VII  Centenario  del  Infante  don  Fernando  de  la  Cerda,  Ciudad  Real,  1976, pp.  171-178.  Sobre  la  misma  v.  también  las  páginas  que  le  dedica  SUAREZ  FERNANDEZ,  L.: Evolución  histórica de  las  Hermandades  castellanas,en  C.  H.  E.,  XVI,  1951*  pp.  5-78,  y  ALVAREZ  DE  MORALES,  A.: Las  Hermandades,  expresión  del  movimiento  comunitario  en  España, Valladolid, 1974. Pues bien, todo hace sospechar que aún no existía  la  de Ciudad  Real o  se  encontraba  en  sus inicios  y,  por tanto,  muy  debilitada.  Por otro  lado,  la  firma de las citadas con anterioridad apuntarían a la no creación.


LUIS RAFAEL VILLEGAS DIAZ



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